La muerte medrosa

Harold Soxon era un terrible vikingo, no como esos que nos muestra la televisión o esa paupérrima versión de Thor a la cual nos acostumbró la Marvel, Harold metía miedo de verdad. A los 17 años estaba cubierto de batallas y cicatrices, su barbarie y destreza en combate lo llevo a formar parte en la tropa de Holdrim Gianfutt, un guerrero vikingo gordo y peligroso con preferencia por el alcohol, las tripas y las violaciones.

Bajo el hábil mando de Holdrim, Harold acumulo batallas y botines.
En una de sus expediciones se enfrentaron a una tribu de pigmeos que podían ser fácilmente cortados al medio por hachazos moderados, estos blandían unas largas jabalinas que arrojaban con impresionante precisión, uno de estos proyectiles impacto el voluminoso torso de Holdrig, en ese momento Harold vio como una sonrisa se dibujaba en el rostro de su mentor, claramente en el estertor de muerte Holdrin veía una valkiria y a través de ella la entrada al Valhala, por dejar Midgar de manera tan honorable en el festín del cuervo.
Menos de la mitad sobrevivió a esa batalla mediante una cobarde pero inteligente retirada, entre los sobrevivientes se encontraba Harold, quien con naturalidad tomo el lugar de Holdrim para re armar la tropa y continuar con la sanguinaria búsqueda de gloria.

Los años pasaron y Harold era un vikingo mucho más hábil, peligroso y ambicioso de lo que alguna vez fue Holdrim, encaraba en primera fila con su torso descubierto blandiendo dos hachas y ningún escudo, las extremidades de los enemigos volaban a su alrededor, su terror no perdonaba mujeres ni niños, ya no recolectaba botines y solo violaba a sus víctimas después de muertas. Harold parecía solo ser feliz en el medio del combate y sus consecuencias.

Un día como cualquier otro Harold se sintió mal, realmente mal. Al día siguiente recobro su conocimiento, estaba débil y afiebrado sobre su jergón, su enfermedad simple y cotidiana en nuestra actualidad, pudo haberlo matado fácilmente en esas épocas rusticas. Por primera vez Harold sintió terror, el terror de la muerte de paja o como la llaman quienes evitan todo tipo de doble sentidos "la muerte medrosa".
Cuando se sintió mas o menos saludable junto su tropa y se lanzó a conquistar, esperando encontrar la muerte en el proceso.

Harold atacaba de manera (si esto fuera posible) más descuidada aun, cosa que llenaba de terror a sus enemigos, consiguiendo el efecto contrario al buscado. Terminaba todas sus batallas cubiertas de sangre y órganos, sumamente vivas y frustradas.
Pensando sobre oponentes dignos que pudieran matarlo o al menos darle batalla y esperanzas, recordó los pigmeos, los responsables de la muerte de Holdrim. Sin dudarlo tomo su mejor equipo y preparo a sus hombres para el viaje.
La selva de los pigmeos parecía exactamente igual a la que había atravesado con Holdrin 20 años atrás, la expedición no tardó en encontrar una tribu de estos pigmeos y menos aún tardo en lanzarse a masacrarlos y desmembrarlos, los pigmeos respondieron el ataque.
Harold noto con una gran decepción que los feos pequeñines en lugar de sus terribles lanzas los atacaban con unas cerbatanas que disparaban pequeños proyectiles similares a espinas, los cuales no hacían un daño mayor al ocasionado por una rosa, Harold sumamente molesto por esto los arraso y violo sus cadáveres, luego quemo sus chozas y emprendió el viaje de regreso.
Ya en su hogar las fuerzas de Harold comenzaron a abandonar gradualmente su cuerpo, al cabo de unas semanas sentía una prematura vejez que derivó en una terrible fiebre y en unos días yacía muerto en su jergón.

Harold abrió sus ojos y para su sorpresa una valkiria lo guiaba a través de las puertas del Valhala, llego al trono de Odín quien lo recibió con elogios y le explico que los dardos de los pigmeos estaban envenenados y su muerte por lo tanto (luego de un largo debate) fue considerada como una muerte en combate. Harold se unió a Holdrim y al resto de los einherjer para disfrutar de este paraíso yihadista de la antigüedad clásica.

Diario de Harold en el Valhala

Día 1
El majestuoso Odín me recibió con elogios y en el banquete montado en mi honor me senté al lado de mi amigo Holdrim, comimos de las carnes del jabalí Saehrimnir, carne suave y de un sabor sublime y bebimos la mejor hidromiel de todas las realidades, la que sale de las ubres de Heidrun. Luego las doncellas más bellas nos equiparon con las armas y armaduras más brillantes que vi en mi vida y muerte, Holdrim me sonrió, dijo "por los buenos tiempos viejo amigo" y salimos al campo de batalla. Me parece que Holdrim solía ser mejor guerrero ya que solo duro un instante en la batalla, yo por mi parte desmembré a unos cuantos hasta que un certero hachazo hizo volar mi cabeza.
Esa noche mis heridas sanaron, o sea que mi castillo del pensamiento fue restaurado a su lugar, bebimos más hidromiel de la cabra Heidrun y con el resto de los einherjer nos fuimos a descansar.

Día 2
Nos despertamos y fuimos al gran salón, un nuevo guerrero se unía a la horda de einherjer, Odín le dio unos elogios sospechosamente similares a los que me propino a mí el día anterior. Comimos nuevamente las carnes de Saehrimnir y bebimos el hidromiel de Heidrun, nuevamente fuimos al combate y nuevamente Holdrin fue desmembrado con celeridad, poco a poco fueron cayendo todos los einherjer y los últimos fuimos el nuevo y yo, nos destripamos mutuamente en un hermoso acto. Esa noche chupamos más hidromiel de Heidrun mientras sanaban nuestras heridas y desfilaban las doncellas de la noche anterior.

Días 3
Llego otro caído... al parecer llega uno todos los días y ahora no tengo duda alguna... Odín nos da el mismo, exactamente el mismo discurso. La carne de Saehrimnir tan sublime el día 1 ya medio que me está cansando... o sea, es muy rico el jabalí, pero se regenera por las noches (como todos los que habitamos este lugar) así que tengo fuertes sospechas de que vamos a comer este único plato durante toda la eternidad, algo similar me pasa con la hidromiel de Heidrun, esa mierda ya no pega. En el combate creí descubrir que es lo que le pasa a Holdrin, sin la muerte uno se vuelve eventualmente descuidado y medio como que pelea un poco a menos... con cierto desgano, intuyo esto porque la emoción ya no es la misma y este es solo el tercer día. Difícil me es encontrar una diferencia con el día anterior salvo mi ánimo en decadencia.

Día 63
Estoy francamente podrido, despertar y ser consciente de que voy a escuchar a Odín decir palabra tras palabra su reiterativo verso a un nuevo pobre desgraciado que no sabe en donde se metió es una cruel tortura. La carne de Saehrimnir me produce un asco indescriptible y paso los bocados sin masticarlos con el asqueroso líquido de Heidrun.
En el combate me quede parado como un idiota hasta que una flecha que un arquero tiro al aire porque si, sin apuntar a nada impacto durante su caída mi frente, si la idea de Odín es que mediante estos combates estemos afilados para el ragnarok me parece que vamos a ser fácilmente derrotados.
Durante la noche lamente que mi herida se regenerara y desee con fuerzas morir nuevamente para ir a otro lugar, con algún cambio, algo!! Uno mínimo!! Por favor!!

Día 758
Me pregunto por qué creemos durante la vida que esto es un paraíso, ahora veo claramente que las valkirias son unas arpías crueles que seleccionan al guerrero desgraciado no para premiarlo, sino para torturarlo por toda la eternidad y Odín... ese tuerto hijo de puta es el peor de todos, nos envenena con el mismo sabor cada día de la eternidad y nos obliga a una parodia de escaramuza donde nada importa porque todo sana.
Lamento no ser de los caídos en batalla que viajan al Folkvangr, dudo que el régimen de Freyja sea peor que esto, dudo que pueda existir algo peor que esto.

Día 1.598
Mi abogado dice que espere unos días más, está tratando de probar que mi muerte sobre el jergón semanas después del combate, fue por una enfermedad y no por el veneno de los proyectiles de los pigmeos.