Bucaramanga hermosa…
Muere lentamente
quien se transforma en esclavo de los hábitos,
quien no se arriesga,
quien evita una pasión,
quien no arriesga lo cierto por lo incierto,
quien abandona antes de empezar,
quien se queja de su mala suerte,
quien no viaja, ni lee,
quien no sueña ni persigue sueños,
quien no confía,
quien no lo intenta,
quien no ama (…).
Lo contrario es estar vivo…
Pablo Neruda
Mi viaje a Bucaramanga está retratado fielmente en esta cita de Pablo Neruda. Están todas las palabras con las que calificaría esta aventura: viaje, riesgo, sueño, confianza, curiosidad. Por esa razón comienzo mi relato con ella.
Llevaba 8 años hablando con un hombre que vive en Colombia por Facebook, y un día, de mutuo acuerdo, decidimos conocernos, vernos en persona. Sin escuchar consejos, recomendaciones y advertencias, (no sabes quién es ese hombre, no lo conoces, te pueden secuestrar, no sabes ni a dónde vas y cosas por el estilo.
Sin pensarlo mucho, me subí a un autobús para ir a San Cristóbal, estado Táchira. Pasé un frío que me calaba los huesos, porque no me llevé una cobija y el aire acondicionado estaba altísimo. Al llegar a San Antonio, después de 12 horas de carretera, me fui directamente a la casa de una tía para darme un baño, descansar y seguir mi camino.
Ya fresca llegué a la terminal de Cúcuta y compré los dos pasajes que necesitaba para llegar a la terminal de Bucaramanga. Pasé más de doce horas en el Páramo Berlín porque se había derrumbado una parte de la montaña. En Pamplona nos bajamos del autobús y comimos antes de seguir nuestro recorrido hasta Bucaramanga.
A la una de la mañana llegué a la terminal y el viejo amigo desconocido apareció en el momento en que me comenzaba a desesperar. Tomamos camino a la montaña y llegamos a un Parador llamado la “Y” para descansar y al día siguiente comenzar a conocer. Si, el nombre era una sola letra, pero con gente amable y cariñosa dispuesta a cumplirte todos tus antojos.
Al salir del parador tomamos una carretera que pasa por la entrada del Club Náutico Acuarela, llamado así por el nombre del pueblito que lo rodea. Recorrer el Club Náutico Acuarela donde en una laguna inmensa está un viejo barco llamado Gabriel García Márquez, conocí el Mercado Campesino donde venden su cosecha los productores de la zona. Ahí me monté en unos chivos de bronce. Me encaramé en chiva, unos vehículos coloridos donde va la gente con cambures, gallinas, enseres y todo lo que se les ocurra.
También conocí el Parque Nacional de Chicamocha donde hay un teleférico impresionante, desde esa altura se ve una carretera que te da vértigo por sus curvas que lleva hasta Bogotá.
Vi como adiestran a los caballos de paso, es un arte. Hasta monté a caballo, esa obra majestuosa de Dios. Conocí una urbanización que tenía en el centro una laguna donde los peces salen a las 12 del día y de la noche salen del agua como volando. Es un espectáculo digno de verse. Ya de regreso cuando vi desfilar a la Banda de Guerra de Piedecuesta (Santander) comencé a entristecerme, sabía que era inminente mi regreso. Toda la gente congregada frente a la iglesia del Parque de Piedecuesta como despidiéndome.
Disfruté todo el paseo a pesar de que solo fueron 5 días. Volveré, eso es seguro.
“Muere lentamente quien se transforma
en esclavo de los hábitos”
Atte.
Un pez humano
Hola @barbiemezza
Me alegra que te haya gustado Bucaramanga y que hayas conocido una pequeña parte de la hermosura de Colombia. Espero que vuelvas muy pronto y que visites otros espectaculares lugares que encontrarás aquí.
Saludos desde Bogotá, Colombia.
Claro que volveré. Tengo invitación para Cartagena. Y muchas amistades allá. Gracias.