La mente habla: Bañémonos en pintura

Algunas personas afirman que la vida es un arte, personalmente creo que el arte hace a la vida. Es decir, si lo pensamos con atención y su debido detenimiento, no existe algo de lo que disfrutemos donde no podamos hallar algo hermoso y artístico, incluso aun cuando suceden cosas desgarradoras, aun cuando el mundo se destroza lentamente a nuestro alrededor, aun en esos momentos... Como estrellas, que en su muerte crean algo hermoso.

El hecho de que un espectador ajeno a nosotros pueda conmoverse con el cuadro que nuestra situación le refleje, es más que suficiente para demostrar como el hecho de vivir y producir emociones en otras personas es una expresión de arte, arte vivo, palpable, porque el arte se trata de compartir emociones, transmitir sentimientos, conectar empatías, como si fuéramos un lienzo que pide a gritos bañarse en pintura y correr a la calle para manchar todo lo que tocamos y a todos con los que nos conectamos con nuestro color favorito.

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Tú, que lees esto en este momento, creo que entiendes a qué me refiero, creo que puedes imaginar uno o varios momentos de tu vida en el que has querido expresar emociones intensas, momentos íntimos en los que hayas querido crear un enlace emocional con alguien, creo que tú entiendes perfectamente ese cóctel de hormonas y emociones que liberamos y nos arrastra en ocasiones a hacer una que otra locura, pero al fin y al cabo ¿qué sería la vida sin algo de locura?, ¿qué serias tú, si dejas que tu arte se marchite?

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No es misterio para nadie que el mundo a cada segundo cambie, nos bombardean con información desde muy chicos, nos enseñan lo que nos gusta, lo que no nos gusta y aun al crecer, aun cuando "decimos tener el control de nosotros" seguimos siendo vulnerables a las influencias externas y nos sumimos a una linealidad generacional que nos acompaña a donde vayamos y eso produce que en muchas ocasiones nos perdamos de nosotros mismos.

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No me refiero a dejarte llevar por la mala vida, tampoco se trata de conseguir los triunfos preestablecidos que nos inculcan al nacer (como el matrimonio o el título universitario, por ejemplo). No, no me refiero a perdernos en ese sentido, se trata de esos momentos en los que sonreímos sin sentir alegría, cuando nos deprimimos sin razón aparente, así como cuando lo que hacemos deja de llenarnos, incluso cuando comenzamos a vivir por inercia, como si lo que nos ocurriera a nosotros o incluso a las personas de nuestro entorno realmente fuera irrelevante, es entonces cuando nuestras emociones se vuelven estáticas, no te conviertes en mala persona pero tampoco te sientes a gusto contigo mismo y sigues perdiéndote en ti, pero no sabes cómo encontrarte.

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No fingiré que tengo la solución mágica a tus problemas, ni que estas palabras te servirán de consuelo cuando no puedas encontrarte a ti mismo, pero lo que sí puedo decirte es lo que siempre me ha funcionado a mí, y es algo tan simple como volver al arte de vivir.

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Regresar a cuando éramos más jóvenes y todo nos impresionaba, todo era muy brillante, nuevo y fresco. Hoy te invito a que regreses al arte de vivir y te embriagues de experiencias gratificantes, ve y aprende a cocinar un nuevo platillo, consigue una cámara y toma fotos cuando nadie lo note, atrévete a viajar a un lugar al que jamás consideraste ir, aprende de nuevas culturas y déjate maravillar por sus particulares costumbres.

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Todos tenemos un artista en nuestro interior, ese que nos hace llevar nuestro arte al exterior, date la oportunidad de revivir la inspiración del artista que vive en ti, para que así retome el arte de tu esencia, porque el arte hace a la vida y la vida está en la forma que decidas pintarla.

Fuerte