Hoy, queridos amigos, les pasearé un poco por uno de esos lugares que toca fondo, que puede ser mi país, el tuyo o el de alguien conocido; que puede ser un lugar, un momento, una familia, tu casa; uno de esos rincones que duelen mientras se deteriora; que puede ser todo o nada, como la vida...Espero estar caminando por la acera correcta con estas escenas, que fuera de ser limpias están llenas de huellas.

Además, pondré en práctica lo que pude aprender durante un brevísimo taller de narrativa dirigido, nada más y nada menos que por @rjguerra, agradecida siempre con usted y con la maravillosa @adncabrera, gracias por todo.

GOLPE PRIMERO EN LA CIUDAD-PUEBLO

Foto de: José Demaría Vázquez Fuente

No puede decirse que "érase una vez" la historia que se repite y se repite y se repite en el vientre plano de los llamados hombres conscientes. Tampoco puede decirse que esto acabará aquí, porque puede que allá, se esté germinando semillas pútridas que continúen alimentando el euroboro. Este es un relato más, uno visto desde otro ventanal.

Vestida de cayenas cansadas, que paulatinamente recordaban su color, las calles de esta ciudad envejecida de a golpes refulgieron imágenes holocaústicas. La cayena vivió de todo, y hoy día ya no vive, dormita en un estado de amnesia total. Sus hojas ni aparecen, se esconden cada que se menciona la palabra "cambio". Las calles de la ciudad llevan el trauma en el asfalto, aquel que tanto pisaron los valientes, y que hoy solo pisa la muerte. Una transición inescrupulosa de autos voladores en la urbe que convocó de nuevo a los caballos; este es el sitio donde se camina para atrás, la ciudad que pasó a ser pueblo y que luego se convertirá en polvo.

Cuando comenzó todo las avenidas de la ciudad-pueblo parecían haber sufrido cicatrices recientes que empezaban a sanar sin la necesidad de la rosa mosqueta. La gente respiraba esperanza, una gradual prosperidad. En las ventanas de los hogareños, se fugaba el miedo. Pero se aviva el resentimiento.

Las casas con techos de albestros, los niños de pies descalzo, los escenarios de hambre, fueron mermando en pozos de alivio. Las caravanas se hacían sentir en todas partes. El himno sonaba con más fuerza.

Los edificios grandes iniciaron maquinarias de trabajo. Se escuchaba en los artefactos televisivos que la evolución tocaría tierra. Y era esta la premisa que movía a todos a estrenarse como los mejores anfitriones; las universidades estaban repletas, las playas, el centro...

En las tres calles más envejecidas se parieron veintenares de muchachos que gritaban "cambio" tras los autos oficiales. Estos fueron los culpables de todo el devenir agrio.

Imagen referencial Fuente

Mientras tanto el lobo vestido de caperucita, el que ordenaba y mandaba, se las arregló para distraer a la embelesada ciudad-pueblo con un léxico que timbraba el optimismo. Los citadinos cayeron presos de las visiones ilusorias de un personaje, como ningún otro había aparecido en esta tierra. Y les llamaron -sin reflexionar antes- Dios, Mago, Héroe, hasta -terriblemente- "ángel". Muchos quedaron ciegos, otros tantos sordos con promesas repartidas como desayuno patriótico. Y pese a que algunas personas profetizaban la catástrofe, pudo más el estómago lleno de mariposas que los platos vacíos.

La degradación, la involución hicieron presencia tras el despotismo. ¿Tardaron estos hechos?, Sí.
Primero fueron las escuelas, los estudiantes, y la docencia. Se les convirtió en ovillos y poco a poco, los enfilaron como ovejas a servir en un platillo. Sin embargo, este fue un trabajo callado, se hablaba de reconstrucción intelectual cuando era destrucción. Se le llamó instrucción a lo que era sumisión. Se le llamó escuela a lo que era un reformatorio. Los docentes, seres llenos de luz, reprocharon y gritaron. Ruidos que fueron silenciados por la muchedumbre hambrienta de ambiciones. Los docentes fueron aplanados hasta que ya no pudieron gemir. Fue como una lobotomía colectiva. La insensibilidad se inyectó en altas dosis hasta que los pocos rebeldes fueron ignorados.

Se dice que ahora en esta ciudad-pueblo puede encontrarse a Juan Preciado caminando por Comala. Y como lo comentan los viejos, era uno de esos sitios llanos llenos de cierta paz involuntaria convertida en caos totalitario.

Pero aún falta más...

GRACIAS POR ESTA LECTURA, ESTOY MUY MOTIVADA A CONTINUAR ESTA NARRACIÓN AUNQUE SU SEGUNDA PARTE TARDE, ESTARÉ ATENTA A SUS APRECIACIONES