Si nuestro valor como persona es constantemente pisoteado por los demás sobre todo en épocas de infancia cuando se es más vulnerable. Tomamos la falsa creencia de que casi no valemos como ser humano, y siempre nos compararemos en desventaja con los hombres y mujeres que consideremos “exitosos”.

Es en el dolor cuando entendemos que no queremos repetir esa vivencia, y en cierta medida, nuestras experiencias condicionan nuestra conducta. Por lo que, nuestro subconsciente usara diversos mecanismos para protegernos de peligros tanto físicos como emocionales. Ante cualquier peligro hay una respuesta, y el caso donde la autoestima es cuestionada, sale la arrogancia al rescate.

La arrogancia es donde el individuo se coloca por encima de los demás y que eso no se discute. Cualquier intento de disentir es un insulto de la peor naturaleza. Se caracteriza por una desconexión con las propias carencias.

Cuando no nos gusta algo de los demás es en realidad las cosas que no nos gustan de nosotros mismos. Véase alguien torpe, que no entiende, que no sabe, que no tiene buena vibra, que es feo, gordo, oloroso ect.

La humildad nos habla de reconciliación con nuestra debilidades, de esas flaquezas o perfiles que no queremos mostrar al mundo pero que también forman parte de nuestro ser. La rabia y la indignación surgen cuando miramos a esta parte. La queremos desaparecer, destruir o aniquilar. Pero no se puede borrar esa “fealdad” , solo podemos convivir con ella. La única solución es no culparse por los defectos. No te perdones por algo de lo que no eres responsable.

Al reconocer y aceptar las propias vulnerabilidades, mirándote al completo sin prejuicios puedes mejorar. Conocerte mejor te da la facultad de tomar decisiones más acertadas en diversos ámbitos. Como resultado, será inevitable la madurez emocional, no importa lo que digan los demás, aprenderás a manejar mucho mejor las críticas que te lleguen (se cual sea su naturaleza), ya no la tomaras como un insulto. No debes limitarte de conseguir o aspirar a mas, por considerarse "avaricioso", o que deberás rechazar halagos con modestia o si no se es “arrogante”, al contrario, no aceptar un cumplido sería más bien una falta con la persona que te lo hace con toda la buena intención.