#ElPergaminoDelMito El Inventor de Atenas [Pt 1]: El Don del Discípulo
El inventor de Atenas
El Don del Discípulo
Parte I
La Fuente
Talos corría como solo puede correr un niño de doce años, surcaba entre la multitud escapando de todas las responsabilidades que puede tener un niño de doce años. Dédalo lo esperaba con ansias en el taller, pero Atenas encendida en bullicio no le permitía a Talos encontrar el camino, o quizás simplemente no quiso estar en el taller ese día.
Al mismo tiempo que Talos llegaba a su destino, Dédalo desenrollaba el pergamino recibido de las lejanas tierras de Creta. El Rey Minos había recibido con gran admiración los planos de lo que parecía ser un barco que viajaba por debajo de los mares. “Incluso, el tan orgulloso Poseidón se asombraría si se entera que un mortal había podido imitar la creación de una de sus más habilidosas criaturas”, explicaba el Rey en el delicado pergamino real.
Justo en ese instante Talos, impactado, observaba la Acrópolis. Majestuosa, imponente, maravillosa. Todos la admiraban y apreciaban, era el orgullo de la ciudad. Talos elevó una plegaria a la diosa Atenea y a Hefesto, deseaba en el futuro ser incluso más grande que sus antecesores para crear cosas absolutamente legendarias como la magnífica Acrópolis de Atenas. Elevó su mirada al cielo y deslumbrado se percató de la posición del Sol, su semblante cambió inmediatamente y recordó lo tarde que iba al taller, a las lecciones que debía tomar con su tío Dédalo. Corrió de nuevo, ésta vez un poco más preocupado.
Dédalo lo recibió con una palmada fuerte en la cabeza. “¿Acaso no te dije que llegaras antes del momento de comer? Tu castigo será no comer nada hasta que realices tus labores.” Fue su regaño inclemente. El estómago le rugía ferozmente al pequeño aprendiz, pero fue nuevamente iluminado por su don divino. Se percató de las sobras de alimento que había sobre el tablón de la mesa. Restos de harina y un tarro de vino a la mitad yacían justo al lado de las espinas casi perfectas de un pescado asado y al ver la forma del espinazo del animal cocinado descubrió su nueva invención.
La Fuente
Se puso manos a la obra e inspirado en la creación marina de los Dioses, elaboró un artefacto totalmente revolucionario. “Qué problemático es cortar madera de forma perfecta, ¿no, tío? Observa ésta hoja. Es dentada como el lomo huesudo del pescado y tan solo con un ir y venir contra el tronco se puede cortar con muchísima más precisión y rapidez. ¿No te parece algo asombroso?” Le comentó el niño con la alegría desbordando de sus ojos. Ya no quería comer, se le olvidó todo lo que ocurrió en el día, estaba fascinado con lo que había realizado. Era un absoluto prodigio.
La envidia del inventor de Atenas creció. Cada vez que Talos creaba algo absolutamente mejor que lo anterior, el inventor sentía más y más odio hacia su sobrino. ¿Qué pensaría la diosa Atenea, luego de entregarle su vasta sabiduría, si el mejor artesano de toda Atenas fuera superado por un niño que ni siquiera había dormido la primera luna con una dama a su lado? Sería el hazme reír de no solo Atenas, sino de toda Grecia. Frunció el ceño y apretó el cuchillo fuertemente.
La puerta de la entrada sonó. Ariadna con la gracia que la caracterizaba, soltó el canasto cerca de la entrada al hogar. Los jóvenes Ícaro y Yápige se acercaron a su padre. Dédalo cambió el semblante y se acercó a sus hijos, los abrazó y recibió en casa. Ariadna tomó el pergamino que se encontraba en el escritorio tallado. Reconoció enseguida el distinguido papiro de Creta, leyó su contenido y se alegró. El Rey de su tierra natal reconocía a Dédalo como una persona honorable, talentosa y valiosa. Le regaló un beso a su esposo y continuó deslumbrando belleza con cada paso que daba, en verdad Dédalo la amaba.
Más tarde, Talos le rogó a su tío y mentor para ir al centro de la ciudad ya que quería seguir explorando. Dédalo no lo deseaba, pero al final fue convencido y salieron cuando Apolo estaba a punto de ocultarse con su carrosa de fuego. Caminaron, pero su andar era diferente al del resto del mundo. Observaron las hermosas esculturas y las épicas edificaciones, pero si había una que les fascinaba a ambos por igual era la magnífica Acrópolis. Dédalo quería mostrarle a su sobrino lo majestuosa que podía llegar a ser una creación arquitectónica y gracias a su reputación lo condujo hacia lo más alto.
— ¿Qué piensas, sobrino mío, no te parece algo hermoso la gran Atenas? —Le preguntó el Inventor a su discípulo.
—Totalmente, tío. —respondió el niño de doce años, mientras observaba las luces de la ciudad y el horizonte lejano que se oscurecía con el anochecer— Algún día seré lo suficientemente grande y edificaré una ciudad completa, donde cada casa y cada objeto sea creado por mi mano. Será un tributo a los Dioses, será algo enormemente épico.
—Insensato alumno. ¿Por qué crees que tienes tanta habilidad? Los Dioses no regalan los dones a la ligera y ya ese obsequio fue dado. Acaso no sabes que lo que se da una vez, no puede otorgarse dos veces. —Replicó el maestro del taller.
—No lo entiendes, tío. —Empezó a decir Talos, intentando explicarse— Ella me ha visitado en mis sueños, es hermosa. Morfeo la conduce hacia mí, estoy seguro. En verdad que es hermosa. Su manto no tiene comparación, pero pude ver la lanza y el escudo, que debieron haber sido forjados por el mismo Hefesto. Cuando imagino lo que quiero inventar, su voz suena como un susurro en mi oído. No soy yo quien crea esas maravillas... No lo entiendes, tío. —Concluyó en voz baja el niño y se sentó en el borde del tejado para concentrarse en la belleza de las luces del horizonte y de la oscura bóveda celestial.
—Claro que lo entiendo. ¿Cómo no hacerlo? Yo también la he visto, incluso en persona… Es como un ave volando. —el silencio luego de esa frase pareció eterno— Sí… Como un ave, que solo puede darle su vuelo al más digno espectador.
El ruido de los cascos de los caballos se sintió crecer en el callejón multitudinario que se encontraba a varios metros de distancia de ellos, en un vacio que terminaba en el suelo. Talos volteó a ver a su tío quien se encontraba extrañamente cerca y con un rostro enrojecido por la cólera.
»Pero, ¿quién eres tú, sobrino? Nadie. ¡No eres ni serás nadie! No mereces piedad, ni compasión al intentar compararte conmigo, el más grande inventor de Atenas... pero ya se acabará tu insolencia. Saluda a Caronte de mi parte.
Luego de decir éstas palabras el inventor tocó levemente a Talos en la espalda, pero ese toque de envidia fue suficiente para transformar al niño pequeño en un ave, que por su juventud no había aprendido a volar. Cayó al vacío y mientras el discípulo surcaba los cielos observó por última vez su más grande admiración. La Acrópolis se mostró imponente frente al joven. Realizó su última plegaria a Atenea, pero ni la diosa fue lo suficientemente rápida para evitar que cayera velozmente contra el suelo de piedra. El sonido fue seco, la sangre tiñó la entrada de la edificación y Tánatos se posó con su guadaña en el borde del tejado de la Acrópolis, extrañamente cerca de Dédalo, el cual tenía el rostro todavía enrojecido y la respiración entrecortada. La escena era tan grotesca y los gritos de los caminantes eran tan escandalosos que Dédalo tuvo el tiempo suficiente para cambiar su rostro y dar dos pasos hacia atrás. Quería huir del lugar, correr hasta que no pudiese más, pero cuando dio la vuelta para escapar del tejado, la silueta de su hijo Ícaro lo detuvo. Sus miradas se cruzaron: la del victimario y la del testigo del crimen. No había lugar en Atenas que lo pudiera esconder… pero Dédalo era listo, siempre lo fue. Quizás él y su familia podrían encontrar otro lugar.
La Fuente
Querido lector. Esta es la primera parte de la primera serie que quiero realizar original en Steemit. Utilizaré la inspiración de uno de los temas que más me fascina, como lo es la mitología griega para escribir relatos basados en ella. No es la historia exacta de la mitología, pero me inspiraré para crear mi propia visión.
Como siempre, espero que puedas disfrutarlo. Hasta mañana.
—Argento, el autor.
Prosa fluida y de calidad. Enhorabuena.
Muchísimas gracias, de verdad valoro sus palabras. Espero poder seguir compartiendo letras e historias con usted y con todos los que se toman un minuto para leerme.
Nos leemos en la red. Un abrazo!
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Excelente, me gusto. Tienes una prosa muy natural. Claro que si no te molesta, en mi opinión podrías describir un poco mas el ambiente de los personajes. En cuanto a lo demás me gusto mucho
Saludos, empírico.
Toda crítica constructiva es bien recibida. Lo importante es mejorar cada día. Te aseguro que con cada entrega de ésta saga iré revelando un poco más de la épica historia de Dédalo e iremos conociendo más y más los personajes. Espero puedas quedarte para disfrutar del final.
Un abrazo enorme y nos leemos en la red!
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