Esquirla profunda
De pronto, un pálpito violento, funesto, anunció un espantoso presagio y se transformó en una filosa esquirla que parecía acomodarse en mi torso con el avance de los segundos, hice varios intentos en sacarla, sentía un pesimismo y el espíritu resquebrajarse, pero fue frustrado, mientras más lo intentaba más se enterraba. Creo que la lógica me hacía recelar el origen de aquella conmoción tan desagradable, pero el amor me hacía penetrar en un atolladero en el que me negaba a esa maldita probabilidad, quería equivocarme, rogaba en silencio que solo fuese una simulación de mi cabeza.
Recuerdo esa mañana, había perdido el total de las veces que mojé mi rostro para sosegar la agitación. El sol apenas se asomaba y regalaba sus primeros rayos de albor cuando los pájaros parecían advertir con lastima, platicar y hacer comentarios de alguna afirmación de la cual yo no tenía noción, su tonada era desigual, no era la típica musicalidad, era lamento, despedida.
Como una puñalada, así recibí el eco de la voz encargada de despejar mis presentimientos, la noticia recorrió mi organismo como lava furiosa, quemó y destruyó sin benevolencia mi corazón. La pena se estacionó y todo los recuerdos juntas fueron revelándose en mi memoria, mientras un gustillo desabrido se instaló en mi garganta acompañado de un dolor abdominal indescriptible, no pude expresar nada. No pude llorar.
Comparecer a ese sitio fue lo más espinoso que me ha tocado, dar los primeros pasos para acercarme a lo que quedaba de ella fue como tener los pies pesados, zapatos forrado en concreto.
Si, la sala olía a flores, recuerdo ese bálsamo, es similar al que usa la muerte encima de su ropaje.
Cruzar el corredor fue desgarrador, muchas manos posaron, rozaron mis hombros, y dorso, cantidades de bocas se abrían para remachar las mismas palabras que se usan en esos casos. La gente comenzó a conceder abrazos y a guiarme hasta donde según el compromiso tenía que estar. Me estanqué por unos minutos en un rincón, estaba cabizbaja, parecía que mascaba las palabras, cerraba los ojos, e ignoraba la deformación de los sonidos y las figuras que parecían bultos que se apilaban en aguardo para avistar sus restos.
Tengo que confesar que esperaba la sacudida para despertar de esa pesadilla. Tenía la convicción de conseguir cambiarlo como cuando pedí que no se fuera. Pero, la realidad me abofeteó tantas veces que terminé abriéndome paso entre el gentío, empujaba y chocaba furiosa contra ellos estaba molesta considerando que invadían ese instante que solo podía ser mío, quería que me dejaran sola para arrebatar el tiempo necesario, y convencerme de quién estaba ahí dentro.
¡Maldita sea, era ella! Permanecí petrificada, observándola, se veía serena, sus labios pálidos me hicieron concebir que la muerte le había dado el beso que la desprendió de este ámbito. La ira en mi se volvió un nubarrón negro que oscurecía mi comprensión y la culpa se posó en mis hombros, tan abrumadora era la carga que me di cuenta que a partir de ese día debía arrástrala hasta donde pudiera.
Luego caminé detrás del sarcófago que llevaba lo que aún quedaba de la mujer que me brindó tanto, tenía en mi manos un trozo de papel con una canción que no pude cantar y una rosa con un cruel destino: marchitarse como su hermosura.
Lloré hasta profesar que ya no tenía lágrimas, me sentí huérfana de su querer y regocijo, la herida se volvió tan ancha que podía verse lo que quedaba de mi destrozada voluntad. Entonces, la cubrieron de flores, lágrimas, saliva y tierra, volví a quedarme sola, ahora la amistad solo me pertenecía a mi.
Te quería y aún te quiero, no importa si elegiste sucumbir, te quería con cariño intenso, no volveré a decirte adiós, como aquella noche cuando las lágrimas mojaron tus ojos y me veías con abatimiento, y gozo por haberme conocido, no lo diré o pensaré de nuevo, porque nuestra amistad nunca culminó quedamos en volver a encontrarnos en un lugar donde pudiéramos eternizar nuestras platicas. Mientras, me he conformado con ver flashazos de buenos recuerdos que vivimos.
Hoy esa tristeza ha permanecido tatuada, y se vuelve más arrugada con el transitar de mis años. Miles de preguntas quedaron danzando en la soledad, sin las respuestas que tanto e anhelado. Aún, sigo sin soltarla.
¡¡¡Felicidades!!!
hermoso sencillamente hermoso saber que hay personas como tu hace que me den animo de escribir mas cada día :3
gracias