Hay momentos en la vida dónde es necesario hacer una pausa para respirar, contemplar lo que hay a tu alrededor, lo que estás sintiendo, preguntarte qué estás haciendo, cómo y para qué.

Rara vez nos damos cuenta de la necesidad de estos momentos hasta que chocamos contra ellos, a veces el impacto es contra el fondo del abismo en el que hemos estado cayendo consciente o inconscientemente; otras veces, el choque es contra un vidrio blindado autoimpuesto, el cual nos permite ver la felicidad que está ahí a nuestro alcance, pero nos impide tocarla; y en algunos casos, el afrontamiento es más impactante, es contra nuestro reflejo en el espejo, el cual a través del cristal roto de nuestra visión, distorsiona lo que está justo frente a nosotros, lo que llevamos dentro.

Todas son palabras bonitas escritas con el viento en pluma para publicaciones como esta, para imágenes inspiradoras… todas son palabras enunciadas con fuego de la boca de sabios, psicólogos, filósofos, coaches… ¿son acaso sólo palabras? ¿palabras vacías que se desvanecen?El vacío no es más que el abrumador todo de posibilidades que nos hace sentir en la nada de la indecisión.

El viento es aire en movimiento, palabras escritas con el aire como tinta son la fuente de oxígeno para quien elige respirar la esencia y el mensaje que contienen. El fuego es vida, fuerza de creación y transformación, palabras enunciadas en fuego invitan al cambio, a la acción, sólo si decides a encender tu vida con su llama. Al final, si son sólo palabras o no, depende de qué tan dispuesto estés a leerlas, escucharlas, RECIBIRLAS.

Un momento de reflexión, es un momento para respirar, es un momento para recibir, para permitirte sentir lo bueno, lo malo, lo grande, lo pequeño, el miedo, la tristeza, la alegría, la ira… es un momento para darte cuenta que aún estás vivo, y que puedes elegir qué hacer ahora, cómo hacerlo y para qué.