Amor o muerte / Relatos cortos 006

Lucía:
Abro los ojos, veo a mi alrededor y noto que estoy en un cuarto de hospital.
Me duele todo cuerpo, especialmente el rostro. ¡Mi rostro está vendado!
Al lado de mi cama hay una mujer sentada ... Me saluda y me dice que se llama Carmen, y comienza a decirme cosas que no entiendo, me dice mentiras, lo que me cuenta no es cierto, es imposible ...

Carmen:
Este caso será difícil, lo presiento ... Ella comienza a despertar, obviamente estará confundida.
Hola Lucía, mi nombre es Carmen; bueno, tú y yo, sabemos por qué estamos aquí ... Tu esposo te golpeó hasta que perdieras la conciencia. Descuida por tus hijos, ellos están a salvo, pero debes denunciar a tu esposo, es hora que dejes atrás esa violencia.

Lucía:
¡Nunca! Él es mi esposo, yo lo amo y él me ama, ayer yo cometí un error. Tenía problemas con la puerta del departamento, el vecino me ayudó, ése fue mi error, no debí aceptar que un hombre me dirigiera la palabra. ¿Ve que yo tuve la culpa? no voy a denunciar a la persona que me ama, él hace mucho por mí, yo debo respetarlo, y esto que me ha hecho es por mi bien.

Fabían, el esposo de Lucía, salió de la carceleta debido a que no hubo una denuncia.
Lucía tenía hematomas, algunas fracturas y cortes en el rostro, su esposo fue al hospital.
Lucía fue dada de alta y volvieron a su casa, con sus 2 hijos. Lucía creyó que ese episodio jamás se iba a repetir.

Tres meses después:
Están en un restaurante, es el aniversario de su matrimonio.
El mesero alaga a Fabían, por tener una hermosa esposa.
Lucía se pone fría, imaginándose todo lo que va a ocurrir llegando a casa.

Fabían:
¡Eres una maldita perra!
Y no me vengas con excusas, tú tienes la culpa.
No debes mirar a nadie en la calle, solo debes hablar conmigo y solo conmigo, yo soy el único que te quiere proteger, todos los demás son malos. Solo yo te amo y ¿Así me pagas?
Tantos años protegiéndote ¿hasta ahora no lo entiendes?
Recuérdalo, yo soy tu dueño, tú y yo estaremos juntos para siempre hasta la muerte.
¡Entonces vas a probar la muerte!
No te tapes la cara ¡Maldita!
Estoy enseñándote lo que pasa cuando no me haces caso.

Lucía:
Él me está pegando otra vez, cometí un error, mi error fue haber nacido.
Comienza diciéndome que soy la maldita perra que coquetea con desconocidos en la calle.
Me cachetea mientras me sermonea. Las cachetadas pasan a ser puñetazos en el rostro, en el estómago, comienza a jalarme el cabello.
Vuelvo a cometer un error; le dije que quería morir.
Me jala del cabello nuevamente, me lleva al cuarto de baño, tomando un cuchillo, con una patada directamente a la boca del estómago termino tirada en el piso del baño.
Él se acerca con cuchillo en mano, comienza a cortarme el cabello con el cuchillo, yo lo empujo; nuevamente comete un error, con furia en sus ojos agita el cuchillo, me cubro el rostro con las manos.
La sangre comienza a fluir de los cortes en mis brazos, desconozco al hombre que está delante de mí, él no es el hombre con el que me casé. Cuando me casé, juré estar hasta la muerte, en los buenos y en malos momentos, con ese hombre. Fue mi elección casarme con él. Ahora veo que marqué mi destino desde que acepté esas condiciones en el altar.
Yo ya no siento dolor, veo borroso, él me apuñala, la visión se pone oscura, ya no escucho sus insultos, no siento nada.

Carmen:
A mí oficina llega Ángel trayendo muy malas noticias.
Me informa que el caso de Lucía, uno que clasificaba yo misma como urgente, a concluido de la manera que se veía venir; yo ya no puedo hacer nada en esta situación.
Lucía está muerta, la hallaron en el cuarto de baño de la alcoba, la loseta estaba rota, él infeliz estrelló la cabeza de Lucía contra el lavadero. El cuerpo de Lucía tenía múltiples cortes, los profundos fueron en el cuello y otro en el pecho.
Este caso está perdido, lo único positivo es que ahora la policía tiene un precedente para encarcelar a Fabían, lástima que Lucía no lo denuncia, hubiera podido estar ahora conmigo, sentada ...

Ángel:
Carmen, no te lamentes de aquello que no estaba en tus manos solucionar.
Se han hecho muchos avances, tenemos leyes, tenemos comisarías especiales para que las mujeres puedan venir a pedir ayuda, tenemos organizaciones, movimientos. Ya no hay mujeres sólas, luchando contra la violencia.
Aún hay mucho por hacer, es lamentable que la victima siempre elija proteger a su victimario, que decidan soportar toda esa violencia por sus hijos, o que lo hagan por llenar un vacío que nadie puede llenar, solo ellas.
"Rosario", acaba de llegar una mujer que está dispuesta a denunciar a su agresor, viene con su hijo en brazos ¿Vamos?