Sin besos para un adiós

in #spanish6 years ago
Ahora mismo no te contare nada elegante, no tengo la entereza para hacer grandes tragedias ni la inteligencia para una comedia; no se si esto siquiera puede ser considerado un burdo drama, realmente solo quería relatarte lo que viviste desde lo que viví yo; verás, esto podrá sonarte a locura pero siempre he creído que nuestros recuerdos son todo menos nuestros, solo evoca a la mente alguna de nuestras conversaciones o momentos juntos, veras mi cara, no la tuya, no tus expresiones ni maneras o como te escuchas realmente, nada de eso estará en tu recuerdo sino en el mio, y no, no aceptare que pienses que puedes recordar tus emociones y yo no, porque puedes recordar como te sentías en ese momento porque lo viviste, pero no revives la emoción, no de la misma manera y lo común es realmente experimentar una nueva no necesariamente ligada al momento, sino al hecho de recordar, la melancolía. Aunque te admitiré algo (y lo escribo así porque siempre me llevabas la contraria y no puedo saber si es un habito que has cambiado) los pensamientos si son exclusivos, a menos que se trasmitan, tienes los tuyos, y las imágenes miás, ahora te brindare mis pensamientos y las imágenes de ti. No diré que te vi por primera vez el día que nos conocimos, ya tenía un mes viviendo en aquel apartamento en el cual aunque solo me pertenecía una habitación (siempre que pagase el alquiler al día) lo recorría sin cesar ya que nadie más vivía allí. Por las noches me asomaba en la ventana y veía la esquina de frente, todo solo, el centro de la ciudad no es un lugar para estar de noche, como ningún lugar de la ciudad de unos años para acá; aún así veía gente, mendigos buscando en la basura y chicos y chicas que se paraban en la esquina a esperar clientes, mi insomnio provocado por exceso de trabajo me permitía esperar y ver como llegaban todos y se iban, entre ellos estabas tú, casi puedo imaginarte en este momento sonrojado y apenado por la idea de que te viese tantas noches ir y venir con tantos hombres, y es que extrañamente eres bastante pudoroso, por eso solías ser más llamativo que tus compañeros de esquina, esa gran peluca rubia, labios azules, plataformas gigantes que te quitabas siempre que te volvían a dejar allí y tus vestidos pequeños y cortos cada uno más tonto que el anterior; siendo honesto es una imagen que no me parecía atractiva, uno de los motivos que me mantenían observando era saber que tipo de hombres buscaban los servicios de personas como tú, aunque a ninguno lo llegue a ver nunca pues siempre estaban en carros, si me permitía imaginarme cada noche el aspecto y personalidad de esos sujetos y nunca era nada agradable. La noche que me conociste estaba bastante estresado, me rechazaron un diseño en el que llevaba días, me sentía inútil e impotente, fumaba un cigarro, estabas solo en la esquina, algo raro pero no le preste atención a eso, realmente estaba perdido en mi frustración y entonces todo paso muy rápido, se te acercaron unos de tus compañeros, intercambiaron algunas palabras, uno te sujeto por la espalda, otro saco un cuchillo y rasgo tu rostro, gritaste, no quiero imaginar lo doloroso que fue, yo estaba paralizado viendo la escena, incluso cuando te soltaron y corrieron seguí paralizado, temo admitir que si te hubiesen querido asesinar lo habrían hecho con total libertad, escribirlo en este momento hace que me tiemblen las manos del miedo de lo cerca que estuviste de la muerte, pero lo estabas cada día ¿no es así? más que muchos, más al filo, ignorar eso es uno de los poderes que te otorga la juventud. Es cierto que seguido de eso baje a botar la basura, pero eso fue una excusa para ver como estabas, seguías en el suelo de rodillas, con una mano en el piso y otra en tu cara, cuando me acerque a ti temblabas pero no huiste, mi mente estaba demasiado abrumada esa noche con esa escena como para recordar que te dije, pero me seguiste fácilmente, supongo que es normal, al fin y al cabo estabas acostumbrado a ir con extraños. Al llegar a la sala y sentarte en el mueble note que estabas como un estado de letargo, me pregunte porqué, no parecía que hubieses perdido demasiada sangre, te di el paño de cocina y lo sujetaste en tu rostro, te acercaste al lavadero sin decirme nada y colocaste tu cara bajo el grifo, en ese momento quise reclamarte que lo hicieras en el baño, allí se lavaban los platos, pero me di cuenta de lo tonto de mi propuesta por lo que la reprimí, se te corrió bastante el maquillaje de la cara, tu aspecto era lamentable. -¿quieres que te lleve al medico?- Me viste confundido y te presionaste el paño sobre la herida -Por la hora que es no lograremos nada, debería ir mañana- Era la primera vez que te escuchaba, me sorprendí, creí que tu voz seria más como el modelo que tenía para la gente marginal, algo chillona y molesta, como se torna cuando los hombres la agudizan hasta el extremo para sonar como mujeres, termina entre una liga de quebrada y nasal pero tu voz era bastante suave, nada aguda pero tampoco masculina, era la voz de un muchacho y me pregunte cual sería tu edad. Esa noche que te deje durmiendo allí en el mueble te deje una toalla en vez de una almohada por la sangre, te di una sabana vieja y no pegue un ojo en toda la noche a la expectativa de que hicieras o te robaras algo, tú no te quitaste ni las plataformas para dormir, creo que estabas de igual forma expectante , ya habías perfeccionado el arte de dormir sin dejar de estar alerta, tener pequeños descansos, solo lo suficiente para que tu cuerpo siguiese funcionando un poco más. Cuando te dije a la mañana siguiente que te acompañaría se que te asombraste mucho, recuerdo que semanas luego me confesaste que estabas un poco asustado de mi amabilidad, aún así en ese momento me dijiste que te prestara ropa, no podías ir así, yo no lo entendí muy bien pero era porque no te atenderían ¿cierto? Siendo honesto no podría decir si acá hay o no mucha homofobía, llamarle a alguien "marico" es tan normal como dar los buenos días, de hecho tenía amigos que los había escuchado decir de mi "es que este marico es gay" y así sucesivamente, en mi vida me había encontrado con uno que otro comentario homofobo, quizás un poco de incomprensión por parte de mi abuelo, pero realmente había sufrido más en mi vida por ser narizón que por ser homosexual por lo que no me era familiar el como te relacionabas con tu sexualidad, como se relacionaban los otros contigo y es que algo como eso se hace el eje central de tu vida unicamente cuando los demás factores se ven absortos en ese hecho, varias veces me dejaste entender que tu familia te había echado a la calle pero al pedirte explicaciones te molestate a sobremanera, por lo que realmente nunca conocí tu pasado, me gustaba imaginar que habías vivido una vida dulce y pacifica pero que por tu sangre caliente habías terminado envolviéndote con personas envilecidas que te llevaron a esa vida de la calle; se que es algo estúpido, pero no me gustaba pensar que tu vida siempre había sido un desastre, que hubo algo que te hacía una persona noble. Cuando te pusiste mi ropa y lavaste la cara me regalaste un semblante juvenil y hermoso, un cabello en rulos negros, un cuerpo delgado y largo, eras totalmente mi tipo y me avergoncé de la erección espontanea que tuve, creo que eso no lo notaste. Trate de sacarte conversación toda la mañana, tonterías de mi parte, risa nerviosa, me sentía un poco patético, que te atendieran fue un martirio, el medico te regaño por no ir de inmediato, te quedaría una gran cicatriz, fue un corte profundo, temblaste al escuchar eso lo cual me llamo la atención, no deje de verte desde entonces, de hecho no te deje ir cuando note que no tenías a donde. Nunca te volví a ver más vulnerable que en ese entonces, me pregunto si alguien más lo ha hecho, es de alguna manera gratificante ahora creer que solo yo he estado así contigo, que te vi llorar tan profundamente cuando viste la cicatriz en el espejo, que me gritaste molesto y asustado, cual animal, que por qué te ayudaba, como te reíste sardónicamente al escuchar mi simplón -no se- esa noche si te deje dormir en mi cama, yo no volví a dormir, pues debía trabajar todo lo que no había trabajado en el día ¿qué haré con él? me preguntaba, sin saber que pronto mi voluntad respecto a cualquier cosa no valdría de nada. Podría contar todo lo que vivimos cuando a la mañana siguiente te dije que podías quedarte cuanto quisieras y me miraste desde la esquina de la cama de reojo, cuando viste sobre mi hombro y te emocionaste como un niño al ver mis diseños, lo adorable que me pareció que te gustasen los dibujos animados y como te enojaste creyendo que me burlaba de ti hasta que te mostré mi colección de series y películas. Te confieso que cuando me preguntaste como te agarre confianza tan rápido y te conteste con un -Me pareciste una buena persona- es mentira, no porque me lo parecieras o no, simplemente sopese los daños, yo no tenía casi nada de valor, más allá de mi computadora y celular (ambas cosas que llevaba siempre encima), quizás algún CD original por allí; la cuestión es que, se me hizo al principio atrayente el tenerte ahí y luego me fue gustando tu compañía ¿quién diría que era tan triste estar solo? no una soledad por que no estuviese nadie conmigo, no, una soledad porque sentía una gran ausencia; pero contigo allí podías hacerme compañía, lo cual sin saber me distraía, me divertía ¡Ah! y entonces cantabas cada mañana haciendo el café, Garota de Ipanema, Chega de Saudade, Aquarela do Brasil, parecías un cantante de bossa antes que un chico de la mala vida, me contaste que de niño tuviste un vecino brasileño, eso te endulzaba, era el café con azúcar y la melaza que salia de tus labios; no me había dado cuenta hasta ahora del tono melancólico de esas canciones, me pregunto si me asociaras a mí a algún genero, una letra, un sonido, adquiriste mi vieja costumbre de asomarte en la noche a la ventana y ver a tus compañeros aunque con algo de recelo, siempre hacía que Stan Getz, Miles Davis u otro nos acobijase pero no perecías notarlo, estabas tan absorto en esos momentos, ante el accidente solo dijiste que era normal, que estabas agarrando muchos clientes, es algo que no me era extraño teniendo en cuenta lo hermoso que eres. Admito que cuando creías que estabas solo te pillaba viendo tu rostro en el espejo, tocando tu cicatriz; tu vanidad fue para mi siempre uno de tus rasgos más atrayentes, te imaginaba a ti siendo poseído por alguna silueta, rodeado de espejos y tu posando para ellos, viéndote, relegando al otro el inmenso placer de tocarte, ese es un placer que nunca tome para mi mismo. Al principio no podría haberlo hecho, siempre estabas en guardia, desconfiabas de mí y no te culpo, creo que incluso hasta el final seguía habiendo algo de desconfianza de tu parte pero si al principio era temor a que te hiciese algo al final fue temor al no saber mis intensiones ya que nunca te hice nada; me desgarro aquella vez tu mirada entristecida, unos tres meses pasamos juntos antes que te acercaras de esa forma, me encontraba exhausto esa noche (como la mayoría de ellas pensaras) pero quería que viésemos una película, te emocionabas como un niño con ellas, de hecho la manera en la que tus ojos se iluminaron la primera vez que te ofrecí ver una, es la manera en la que ahora pinto los ojos de mis personajes cuando ven algo hermoso, no les hace justicia a los reales claro, que yo no soy renacentista, pero al menos pienso en esa imagen al hacerlos; pero volvamos a esa noche, extrañamente no le estabas prestando atención a la pantalla, estabas inquieto, me veías constantemente, eso me desconcertó, me pregunte si no te estaba gustando la película pero fingí estar ignorante de tu comportamiento y mirándote solo por el rabillo de mi ojo, mantuve mi cara de frente a la pantalla y te empezaste a acercar lentamente, tanteando el terreno hasta que estuvimos hombro con hombro y como nuestra altura es igual con solo voltear el rostro estaban tus labios al alcance de los míos, pero yo no lo acepte, me levante bruscamente tropezando incluso en la maniobra para evadir tu beso, lo primero que vi cuando te sostuve la mirada fue que estabas atónito, y con razón, habrías notado con anterioridad la mirada de deseo que siempre te daba y no entendías ahora por qué hacía esto, luego esa mirada se transformo a una de vergüenza e incluso un poco de furia, sabes que se reconocerlo, de muchacho me gane un buen billete dibujando rostros en la calle, uno aprende a reconocer una emoción cuando la ve, más de alguien tan expresivo como tú. Ahora te diré lo que pensé esa noche cuando me encerré en el cuarto y te deje durmiendo allí en la sala llorando de humillación; Estaba aterrado, no se de qué pero lo estaba, incluso sude por un rato, no dormí, menos cuando te sentí llorar tras la puerta, me consterno tu reacción, maldije no cientas, sino miles de veces la manera en que te rechace, golpee la pared unas cuantas veces, me repetí una y otra vez que fuera a la sala y te besara, que te acobijase entre mis brazos, pedirte perdón, y entonces cuando mi impulso por hacerte mio era cada vez más fuerte me detuve en seco ¿qué haría si preguntabas por qué te rechace? no podía responder eso, no sabría responder eso, el simple acto de quitarse en un beso había sido llevado a unas dimensiones que se presentaban como una tragedia griega para mí, así de absurdo soy. Me senté en la cama y vi por la ventana a tus ex-compañeros esperando clientes, no me di cuenta que lloraba hasta que sentí que unas gotas caían en mis pies. A la mañana siguiente tu actuaste como si nada, incluso me dirigiste una sonrisa cuando hacías el desayuno así que te imite, decidí enterrar la noche anterior y todo lo que habían significado nuestras acciones, siempre he sido un estúpido ¿por qué pensé que estabas bien? ¿por qué me deje engañar por tu sonrisa? ¿por qué no note que ignorar que ahora sabía tus sentimientos hacia mi era lo peor que podía hacer? Después de eso hiciste algunas insinuaciones leves que yo ignore fingiendo no darme cuenta de tus intensiones, no se como paso ni cuando pero progresivamente fuiste dejando de ser tan dado conmigo, de por si nunca fuste abierto al tratarse de ti, de tu pasado, pero tu presente me lo brindabas por completo, tus emociones y expresiones, la manera intensa en la que vivías cada suceso y lo que pensabas de ello, eras tan inocente como un niño en tu modo de dar todo de ti tan espontáneamente, quizás no me di cuenta de como había arruinado todo porque nunca fuiste frio o cruel, conociéndote te debió haber dolido que no me diera cuenta de como te alejabas, tu orgullo alimentado de mi indiferencia te empujaron a tomar tus decisiones. Y bien ¿qué sigue en la historia? ¿relatar los últimos meses? ¿tan fácil he resumido todo? cada buenos días, cada pequeña risa, cada roce accidental que nos sonrojaba como vírgenes, la manera en que fuimos descubriendo pequeñas cosas del otro, como tu dulce favorito o como no entendías mi manía de tomar el café frío, cuando conseguiste trabajo en una cafetería de una de mis viejas amigas y como a partir de allí empezaste a hacerme cada día mis comidas favoritas, tantas pequeñas cosas que me duelen al recordar, me duelen por su brillo, me duelen por su ausencia. Si has llegado a este punto debes estar hastiado, de mí, de mis palabras, de mis confesiones, debes estar esperando (o quizás no, quizás lo estoy esperando yo) el momento en que te maldigo y despotrico sobre ti, el momento en que te reclamo el como me abandonaste después de brindarte un techo y cualquier otra sardas de sandeces que he pensado cuando estoy histérico en mi habitación, dando vueltas con acidez en el estomago causa de mi molestia o en la otra vertiente de mis ahora usuales estados, estando en una esquina de mi cama llorando, y lo admito para presentarte la confirmación de mi pateticidad; pero aquí frente a esta hoja, sintiendo cada letra que escribo como no podría hacerlo si estuviese en un teclado, tanto de mi cabeza como de mi corazón se niegan a salir palabras de reproche hacía a ti, e incluso si las pensase mi mano no se atrevería a escribirlas, mis extremidades han sufrido los calambres de tu partida, mucho tiempo sentado, parado, en cuclillas, han pagado el precio del aborrecimiento que me consume, la parálisis que me ataca en cualquier momento cuando empiezo a pensar en las cosas que pasaron, como pasaron y porqué pasaron; no hay peor martirio que el del idiota, que por una desgraciada acción, no le queda más remedio que adquirir consciencia de su idiotez ¿te percatas de lo desdichado de esta posición? tener todo arruinado y merecerlo porque lo has hecho tu mismo, e incluso arrastrando a otros en el proceso. Si tengo un consuelo en todo esto es que estés bien, de haber servido al menos para que ahora estés mejor, sea o no así no dejo de repetírmelo, es lo mejor que me puedo decir; realmente no se cuando comenzaste a hablar con quien estas ahora pero si se en que punto lo empezaste a querer, cuando dejaste de emocionarte por mis palabras, por mis acciones, por lo que hacíamos, cuando dejaste de mirarme con esa pequeña luz que en si había tardado en aparecer, cundo empezaste a suspirar al mirarme de reojo en vez de intentar levemente acercarte a mi. Tu partida fue tan repentina como anunciada, tan silenciosa que la estuviste gritando con tus miradas esquivas; aquel día me levante y vi tu pequeña nota colgada en la nevera: "deje café en la nevera y el desayuno en el microondas... Perdón" desde ese día mantengo mi vigilia cada noche, se que ninguno de los dos cree en el destino por lo que le rezo al azar para que en alguna mirada te vuelva a ver, pero ambos sabemos que las probabilidades no favorecen la posibilidad de mi deseo. Al final no hubo un beso para nuestra despedida, solo muchas ganas de pedir perdón.
Con todo el amor que nunca te podre dar xxxxxx.

Caracas 08-2018

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Stańczyk de Jan Matejko

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Un consejo para el próximo artículo: separa el texto en párrafos, así es más cómodo de leer.

Tienes razón, gracias por la recomendación

Habiéndolo leído, por fin y esta es mi prueba de que ya estoy sano, primero diré que esta forma de texto sí transmite esa sensación de borrador de carta de despedida que se escribe en tristeza. Como nacida del impulso, sin cuidado porque lo importante es decir lo que se siente.

Me parece un buen relato melancólico. Lastima un poco que simplemente desapareció la otra persona, pero es bueno que el narrador admita lo importante, que fue repentina como anunciada.

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