Curiosa verdad. Parte II

Soy escritor, al menos pensaba que lo era, como Hércules, quien era hijo de Hera, creía yo ser engendro de una forma divina de Arte, pero me he dado cuenta que no soy nada. Como soñarse poseedor de un poder especial y despertar para descubrir que en la realidad eran simples ilusiones y espejismos entres los que me refugiaba para esconderme de mi mismo. Aquí estoy, defraudado por el fraude que es el ego miserable, que te hace sentir un ser gigantesco cuando en realidad se es simple arena en el desierto que las tormentas arrastran y conducen hacia paraderos impredecibles, así se ha dejado llevar por el orgullo mi ser sensible.

De qué me sirve saber escribir si nada tengo que narrar, si mi imaginación no terminar de concluir los cabos sueltos que dejan mis delirios, de que me sirve conocer el lenguaje si nada interesante tengo de lo que hablar. Qué soy yo entonces, si no soy nada, quiero saber, simplemente quiero saber.

Ojalá tuviera algún tipo de poción mágica que me hiciera explorar aquellos pensamientos internos recluidos en lo más íntimo de mí, prisionero de mis inseguridades y tabúes. Veo al mundo cuadrado y no redondo, siento que no puedo hacer nada nuevo y que donde sea que yo quiera empezar, ya habrá terminado todo. Sumido y sometido por la negatividad y el nihilismo soy reo de una cárcel donde yo soy también soy el carcelero, tengo las llaves de mi celda pero no sé cómo salir de ahí, de mi propia mente que a si misma se niega.

Durante esta veraniega tarde reflexiono y me doy cuenta del vacío auténtico que mi egocéntrica e inútil existencia ha dejado en el alma y el cual no sé cómo rellenar. El amor ha llegado a mi vida y me ha invadido con su luz cegadora de los miedos y los complejos pero aún así sigo cautivo tras el conocimiento de la desoladora verdad intestina que me aprisiona, verdad que el tiempo revela mientras disecciona el cadáver de los restos que han quedado de mi existencia, tan importante para mí mismo pero tan volátil en el tiempo que cada año que pasa es un paso del curso de las cosas que apisona las mismísimas vértebras de mi estado consciente: los sentimientos, las emociones, los miedos y temores.