ETAPA 17-- Libro-- "El foso del olvido"(Cuando la tragedia esconde una inmensa decepción)

in #spanish7 years ago (edited)

ETAPA 17

                                    Capítulo 8


https://www.soycarmin.com/buenavida/El-calvario-que-enfrenta-una-mujer-triste-20170311-0012.html

-Si tú lo dices… pero que buscas.
-Terminar de encontrar mis recuerdos.
-¿Terminar?.
-Sí, están llegando flashes a mi mente desde la última vez que estuvimos en ese lugar, son sólo indicios, pero tiene que haber más y creo que los voy a encontrar por allí.
Fueron en auto para ahorrar tiempo, por el horario no convenía salir caminando.
Llegaron al pórtico de la cabaña, que estaba abierto, Julián lijaba los barrotes de madera torneada de la galería para barnizarlos. Escuchó cerrar las puertas del auto y se volteó sorprendido, nunca tenía visitas allí.
Estaba de cuclillas, al verlos se puso lentamente de pie, se sacudió el cabello y la ropa mientras iban entrando los dos amigos.
-¿Qué andan haciendo?, ¡qué sorpresa!

  • Fuimos a la casa de unos amigos de Joaco, y como terminamos temprano decidimos venir a visitarte en tu retiro espiritual. - comentó Clara mirando todo con atención, sobre todo observaba que su amigo no diga nada respecto a la mentira-.
  • Sí, así es. - acotó Joaco sin saber que decir-.
    El joven sabía que su forma de ayudar era hablar muy poco.
    -¿Molestamos?- investiga la joven.
  • Por supuesto que no-.
  • Yo sé que no te gusta que vengamos acá. Hace mucho tiempo que no viene nadie.
    -Bueno eso es cuando pinto mis cuadros, pero ahora estoy en pleno mantenimiento.
    --¡Se nota el descuido, si te viera tu abuela!.
  • Voy a mejorar este paraíso todo lo que pueda.


http://www.glazer.info/Cabaas-Pequeas.html
Mirar la cabaña desde esa perspectiva era diferente para Clara, los flashes corrían raudos en imágenes de los ocho años, estaba segura que ése era el lugar adónde tenía que estar.
-Te estás poniendo al día con la pintura de la vieja cabaña, hacía falta.
Joaco se sentó en la escalera mientras padrastro e hijastra charlaban. Clara buscó una excusa para entrar.
-Preparo café- ¿quieres?-entre tanto Clarita subía los escalones lentamente.

  • Voy yo, esto puede esperar un poco más-
    -Como quieras. - dijo dejando que Julián pasara adelante.
    Entró detrás de él, le hizo gestos con la mano a su amigo para que la siguiera, éste obedeció, a él le gustaba éste misterio.
    Al pasar el umbral de la puerta de dos hojas, leves fulgores de imágenes y sonidos se acomodaban dispersos, desordenados en su cabeza. Superó el asombro y se acostumbró rápidamente a la llegada de esos destellos sin que nadie se diera cuenta, por el momento eran sólo de ella.
    Joaquín por una ventana pequeña vio llegar dos autos, uno particular y el otro un patrullero, bajaron cuatro policías uniformados y un particular. Se lo comentó al dueño de casa, éste también miró mientras terminaba con los preparativos de la improvisada merienda, pero lo tranquilizó ver que adelante caminaba Germán, su socio.
    -Deben estar buscando a alguien que vive más arriba, abrán llegado por aquí a pedir información y German los guía pues él ya vino a esta cabaña conmigo.
    -¿Aaah, vino?, creí que aquí te gustaba estar solo- acotó Clara haciéndose la que sentía celos.
    -Entiendo esa carita…- Le dijo a su hijastra acariciando su mejilla con suavidad. - pero él me pidió conocer la cabaña de mis bisabuelos, le gustaron mis cuadros, estuvo mirándolos.
    Desde la cocina Julián hablaba en voz alta con los jóvenes haciendo comentarios casuales, preparaba el café, el olor recorría los ambientes, Clarita cerró los ojos, recordaba que alguna vez allí también había ese aroma, mientras respondía también en voz alta a los comentarios de su padrastro. Hacía un esfuerzo para ser coherente con lo que decía y consecuente con lo que venía a buscar.
    Volvió a pararse cerca de la puerta y miró desde allí el resto del ambiente, el desnivel que llevaba al living con dos escalones anchos se conservaban bien, el comedor se veía hacía arriba, la mesa antigua de los bisabuelos de Julián protagonizaba en la estancia.
    El pintor aficionado seguía hablando, como para escuchar las respuestas y a la vez saber dónde estaban los oyentes apagados por los sonidos que hacía la vajilla, la voz se hace más audible y aparece con una bandeja con tres tazas humeantes en la puerta de la cocina.
    Clara lo miró sonriendo y de pronto una catarata de sucesos comenzaron a borrarle la sonrisa, quedó de pié, estática mirando hacia la cocina, un frío sudor la recorría entera, un brillo húmedo en sus ojos espejaba la silueta corpulenta y desalineada de Julián.
    ¨ En su memoria renovada tenía ocho años, la puerta de entrada estaba sin llave, había entrado al living de esa cabaña silenciosa y sin llamar, se le había ocurrido llegar caminando para visitar a su padrastro, desobedeciendo a su madre que se lo había prohibido. Estaba bajando los escalones anchos, escuchó gritos, discusiones severas, pensaba que Julián estaría solo, pasó el living esquivando los sillones, comenzó a cruzar el comedor, las voces se oían feroces, desafiantes, luego el silencio, solo gemidos gorgoreados que enmudecían de a ratos, llegó al marco de la puerta de la cocina y quedó parada, inmóvil, asustada, se convirtió en testigo involuntaria del horror.
    Julián tenía a una joven castaña apretada del cuello sobre la mesa de la cocina, estaba violácea, con los ojos desorbitados, tomaba con desesperación las manos grandes tratando de quitárselas del cuello, luchaba, hasta que los brazos quedaron laxos, tendidos a los costados de la mesa rústica, Clara gritó, corrió, Julián levantó la vista enfocándola hacia la puerta. Soltó la chica y salió corriendo detrás de ella. Clara fue por el fondo de la cabaña subió por el muro que se parecía a una escalera, había andado jugando por la zona otras veces, saltó y atravesó velozmente un largo tramo del bosque, le sacó mucha ventaja al hombre que llevaba más sobrepeso y estaba descalzo, llegó a la zona de los cimientos y al pasarlos cayó al pozo¨.
    Fueron décima de segundos los que cubrieron su mente, el tiempo en que tardó Julián en dar el primer paso hacia el comedor, donde los huecos se llenaron, donde las dudas se hicieron certezas aunque no hubiera querido saber.
    La corpulenta humanidad del padrastro avanzó unos pasos para dejar la bandeja sobre la mesa, una luz avanzaba sobre su espalda, a su lado, frágil, menuda había una joven castaña de remera oscura, con un extraño dibujo en el frente. Clara miró a Joaquín para tener su complicidad y saber si él también la veía, el rostro de su amigo seguía impávido, sin alterarse, cuando lo que ella miraba era para producir cualquier reacción. Se sentía confundida, dolida, desilusionada.
    -¡¡Tú mataste a la joven castaña!!
    -¿¡De qué hablas, Clarita!?- respondió el padrastro con gesto sobrio.
    Joaquín los miró a los dos, no entendía de que se trata, pero se puso de pie como cuidando a su amiga, en custodia.
    -¡¡Yo te vi hace más de diez años!!¡¡Sobre la mesa de tu cocina ,¡por Dios! ¡¡te vi estrangularla!!.
    -¡Pero que estás diciendo, hija querida!- respondió desolado, incrédulo.
    -¡Recuperé la memoria! ¡y ahora sé por qué la perdí, me caí al pozo por qué tú me corrías para matarme también!.
    -¡¡noooo… querida, yo te adoro, estaba loco!
    Julián estaba desarmado, abatido.
    El llanto de Clara se interrumpió con la llegada a la puerta de los cinco hombres que terminaban de cruzar el parque de la cabaña.
    La imagen de la joven de la remera caminaba hacia ella. Clara temblaba asustada, sabía que solo ella la veía. Los demás no se inmutaron por el movimiento que hizo por la sala, no se negaba ni pensaba que fuera una fantasía, no le importaba lo que era.
    Al pasar junto a ella aminoró la caminata, la miró a los ojos, siguió hacia la puerta de entrada pero antes dio vuelta la cabeza y la volvió a mirar. Corrió, un aire frío de hielo navegó su cuerpo y su alma, pasaron las dos espantadas por delante de los policías, que dejaron pasar a Clara por adelante, absortos en la puerta, sin sospechar que quería.
    -¡Clara!- le gritó Germán que no entiende porque corre.
    Ella no lo escuchó, estaba ensimismada.
    El cabello ondulado de la joven castaña flameaba lento como si el aire no la rozara, la ropa se movía entre tules, casi transparente. Clara reconocía esas prendas había escuchado esa descripción varias veces en los diarios, llegó hasta el límite de piedra del fondo y en un sitio cercano a unos postes caídos se quedó quieta, se dio la vuelta y quedó cara a cara con Clarita.

                                               Mónica Ramona Pérez
    

HASTA LUEGO!!
El final en el próximo post los espero para compartir el secreto mejor guardado.

Este libro tiene los derechos reservados.

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:o

Me encanta la narrativa!!!!

Gracias!... ahora compartimos el final?.

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