ETAPA 16-- Libro-- Capítulo 8 (Cuando la tragedia esconde una inmensa decepción)

in #spanish7 years ago

ETAPA 16

                                 Capítulo 8


https://es.123rf.com/photo_85466841_ni%C3%B1a-feliz-corriendo-en-el-bosque-en-verano.html

-¿Y cómo llegamos acá?- preguntó Clara realmente descubriendo las trampas que les deparaba la uniformidad del bosque.
-Yo tampoco me doy cuenta, esto es muy grande amiga mía, ¿y qué hacemos ahora?¿entramos?.
La rubia, sorprendida por la aparición que tenía delante de sus ojos, resolvió,
-¡Entremos!...vamos por la ventana del otro día.
Buscaron un lugar por donde colarse por la parte de atrás, unas piedras grandes colocadas desparejas daban la forma para tener acceso, seguramente las habrían dejado así porque era la parte de atrás y no afectaba la estética. Entraron y volvieron a caminar por la cabaña, pasaron por la cocina y las tazas estaban de la misma forma que las habían visto la última vez, los cuadros en los dos atriles eran los mismos, todo daba señales que Julián no había venido por muchos días. Este era el único lugar que había por la zona, y ya que estaban mirarían un poco.
-¿Recuerdas el cuadro que se parece a mi madre?
-Si estaba difusa, de no ser por el cabello oscuro podría ser ella.
-Podrían ser matices, el rubio casi nunca es uniforme. - comentó Clara-
-Tienes razón, además los artistas son fantasiosos, ven cosas de forma diferente al común de la gente. - sumó la frase, mientras se movían por la cabaña con olor a humedad encerrada.
Entretanto comentaban sus puntos de vista, ella arrimó uno a uno los cuadros que estaban apoyados en la pared contra su muslo derecho. Llegó finalmente al bastidor del que hablaban, el medallón que tenía la dama en la mano le llamaba la atención, aunque el estilo de la pintura que parecía mirarse como a través de una niebla la dejaba curiosa y con dudas.
-¿Cómo puedo hacer para recordarlo?- razonaba mientras pasaba con delicadeza la yema de los dedos por encima de los bordes arqueados del dibujo.
-¡Una foto!, ¡sácale una foto con el celular!.- le dijo en voz alta su amigo con gesto de suficiencia pomposa.
Y así lo hizo, logró una imagen bastante buena, aunque todavía no sabía para qué. Luego de acomodar, siguió caminando, el living era grande, al lugar le hacía falta barniz y aseo, Julián no parecía preocuparse por eso. Miró a través de una ventana del frente, el bosque hablaba en sus voces, los zumbidos silbadores de los pinos le daban música al misterio agitado en esas soledades. Sobre el borde del paredón que estaba junto al pórtico de entrada, una joven castaña con remera oscura miraba fijamente hacia el ventanal donde estaba Clara.
-¡Joaco, la muchacha, la nieta de los Shubert!- Llamó a su amigo mientras preparaba el celular para sacarle una foto. Para ese momento la joven saltó y se fue. Su amigo corrió parándose a su lado.
-No está- Joaco dijo incrédulo.
-¡Noo!, salió corriendo.- se sentía decepcionada al ver que se esfumaba otra vez.
Resolvieron que era suficiente. Deambulaban sin saber si buscaban algo, sólo un instinto indefinido movilizaba a Clara y un compañerismo inmenso hacia lo mismo, con Joaquín.
-Vamos, esto que hacemos es una estupidez- El joven hacía reaccionar a su amiga.
-Tienes razón no sirve de nada, todo llegará solo cuando tenga que llegar- asintió Clara convencida que habían perdido el tiempo, aunque creía estar siguiendo un instinto, una corazonada. Los acontecimientos lo estaban convirtiendo en un juego de niños. Saltaron por encima del muro en la parte de atrás, era fácil hacerlo pues las piedras tenían la misma estética que la parte de afuera y apoyando bien los pies funcionaba casi como una pequeña escalera.
De vuelta para la casa ya se habían puesto de acuerdo en no contar nada. Era mejor ocultar que mentir, nadie tenía que saber que entraron al refugio de July como si fueran ladrones.
Mientras descendían la montaña, la adrenalina iba bajando, los pensamientos se hacían más sensatos, hubo momentos de silencio en los que cada uno se hundía en sí mismo. En el trayecto Clara tuvo una imagen muy fugaz como a través de una nebulosa ¨ella corría muy rápido, tenía ocho años, llevaba puesto un jean con una camisa rayada y una campera atada a la cintura, se escuchaba el crujir del sotobosque bajo sus pies, pero lo más extraño que se oía claramente los pasos de alguien que la corría. Fueron segundos y no le hizo ningún comentario de lo que le paso a Joaquín.

La policía tenía el convencimiento que Raquel se había suicidado, aunque quizás su intención fue dejar involucrado a Guillermo.
Clara acompañó a su novio para que retirara de la casa de sus tíos algunas pertenencias para llevarse a su departamento. Mientras él colocaba en un bolso sus cosas ella salió por el pasillo, dirigiéndose a la cocina donde los Fasman preparaban chocolate para los cuatro. Las fotos de los familiares vigilaban como soldados fantasmas los pasos de los transeúntes, Clarita se detuvo frente al retrato de Teresa, era bellísima, pero volvió a llamar su atención el medallón que tenía colgado. Guillermo salió con su bolso de larga manija colgado del hombro derecho, y observó a su novia sacando del bolsillo trasero de sus jeans su celular.
-¿Vas a sacarte una foto?
-No, amor, espera.
Buscó en el álbum, y encontró la foto del bastidor en la cabaña de Julián, la colocó al lado del retrato, ¡y eran parecidos o iguales!.
-Mira esto, Guille.
-Sí son parecidos, si no fuera porque mi tío se lo mandó a diseñar para mi tía diría que es el mismo.
-¿Está diseñado exclusivamente?- comentó atónita la muchacha.
-Por supuesto, me contaron la historia, fue cuando eran novios.
Clara quedó admirando la imaginación de su padrastro que era muy bueno pintando; ya otras veces había sorprendido a todos con su arte.

La vida de los jóvenes se fue organizando, superando de a poco el impacto de ¨ver¨ morir a Raquel. Era verdad que le había hecho la vida imposible, pero no hubiera querido Guillermo que terminara así. Lo que pasó le dejaba la certeza que esa mujer estaba enferma de violencia e intolerancia, sin el más mínimo manejo de la frustración.
Era sábado, el abuelo estaba bien con la salud delicada pero cuidándose al menos por el tiempo que durara el susto por el que pasó e hizo pasar a toda la familia. Estaba más mimado que nunca; esa tarde al llegar Clara estaba Joaquín jugando al ajedrez con él. Melissa buscaba un número en el directorio del celular y Julián estaba en la cabaña porque todo andaba más tranquilo en la empresa.
¿-A qué hora fue a la cabaña July?- le preguntó Clara a Melissa que ya hablaba por teléfono con Germán.

  • Como a las dos de la tarde, se fue en la camioneta- responde la madre a la vez que aleja el auricular del rostro- ¿por qué?

  • Es que…-dudó- quería saber si vendría tarde a la noche.
    La madre saludó con un gesto de la mano a su hija para no seguir interrumpiendo su charla con el joven arquitecto.
    -¡Tal vez vaya a visitarlo!- le gritó de salida a Melissa, que se quedó callada mirando la espalda con el cabello rubio suelto alejarse para hablar con su socio. Germán esperaba del otro lado de la línea a que las dos mujeres terminaran de ponerse de acuerdo.
    El abuelo controlaba la cara de su contrincante en el ajedrez tratando de adivinar el movimiento, pero podía observar que su nieta se encontraba algo distante, abstraída en algo que él a pesar de su astucia no podía dilucidar. La joven había salido después de avisar a su madre que iría a la cabaña, luego volvió sobre sus pasos diciéndole a su amigo:
    -Joaco, ¿me acompañas?
    El joven hizo contacto visual con Aldo, como preguntado ¿qué hago?, porque estaban a mitad de una partida. El abuelo mirando por encima del marco de los anteojos, levantó las cejas y autorizó:
    -Vayan tranquilos, dejamos el tablero armado y la seguimos en otro momento. - comentó Aldo con la complicidad que lo unía a su nietita-, sabía que algo importante estaba sucediendo.
    -Bien- aceptó Joaco siempre fiel y sin cuestionamientos.
    Clara se encaminó hacia afuera, enfundada en sus calzas negras, remera roja y zapatillas, Joaquín siempre tenía puesta ropa deportiva, alto, delgado, tapaba con su presencia. la pequeña figura de su amiga a los ojos de su madre que observaba desde lejos.

  • Estás rara y el abuelo se dio cuenta me parece.
    -No importa con mi abuelo no hay problemas.
    -¿Y dónde vamos?.
    -A la ca-ba-ña- destacando la separación en sílabas, no escuchaste lo que le dije a mamá

  • Sí¡ pero está Julián!- le recordó con asombro Joaquín.
    -Por supuesto, alguna vez tenemos que entrar por la puerta.

                                     Mónica Ramona Pérez
    

HASTA LUEGO!!

En dos presentaciones más queda llegamos al final de esta historia que nos hizo encontrar en este sitio.

Este libro tiene los derechos reservados.

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