GERARD... El Burrito Amistoso
Que hermoso campo, donde vivía Gerard, el burrito amistoso. Los árboles, las flores, un río donde jugar y muchos buenos amigos.
Un día, comenzó una temporada de mucho calor, sequía, y poco a poco, la vegetación, las flores, y todo se fue secando. Todos los animalitos del campo tuvieron que mudarse y vivir en otro lugar. Así que Gerard, el burrito amistoso, también se tuvo que ir.
Caminando y caminando, Gerard se fue alejando hasta que con el tiempo encontró un hermoso campo, fresco, florido, reverdecido. Gerard vio un árbol robusto y de gran sombra, y se dijo: - ¡Iré allí a descansar! Por lo que se quedó dormido un rato.
De repente, dos ardillitas le hablaron, y le preguntaron: - Hola burrito, ¿Cómo te llamas? … ¡Nunca te habíamos visto por aquí!
- Mi nombre es Gerard, y vengo desde muy lejos porque el campo donde yo vivía se secó. Dejó de llover y hacía mucho calor, por eso hasta el río se secó y todos los animalitos del campo nos fuimos a otro lugar.
Las ardillitas comían frutos silvestres, mientras escuchaban a Gerard y vuelven a preguntar:
- ¿Y los burritos no viven precisamente en lugares cálidos y secos, hasta desiertos rocosos y montañas? Nunca habíamos visto a un burrito en un campo.
A lo que Gerard, responde:
- Sí, es cierto, todos mis familiares viven en el desierto y las montañas rocosas, y yo siempre los visito, pero me gusta el campo, las flores, los árboles, los ríos para jugar con el agua y mis amigos.
Las ardillitas reían y jugaban, y les gustaba lo que Gerard decía, por eso le explicaron:
- Gerard, ¡mira! Aquí cerca hay un río, y todos los animalitos del campo vamos en las tardes a jugar y divertirnos.
Gerard se contentó mucho, porque le gustaba comer el pasto fresco y verde cerca de los ríos, bañarse en el agua cristalina y jugar con sus amigos, así que se despidió de las ardillitas y se dispuso a ir hasta el río.
Caminando, caminando, mientras que iba hacia el río se encontró con una mofeta, llamada también zorrillo, y la vio de mal humor, por lo que le preguntó: - Hola, ¿Cómo te llamas?, ¿te sientes mal? ¿Por qué llevas tan mal semblante?
A lo que el zorrillo respondió: - Tú no me conoces, ¿por qué me preguntas como me siento y qué haces tú aquí? ¡Deberías irte de donde vienes porque no eres de este lugar!
En ese momento, llegó Arthur el caballo elegante, era muy alto y esbelto, pero también amable y compasivo. Arthur había estado escuchando a Gerard y al zorrillo, por lo que les dijo:
- Hola burrito, mi nombre es Arthur y también vivo aquí, en este campo, eres bienvenido y nos contenta conocerte. El (señalando al zorrillo) se llama Amer.
A lo que respondió:
- Mi nombre es Gerard, y mi campo se secó, vine desde muy lejos y quería comer pastos frescos y silvestres, las ardillitas me dijeron que bajando la ladera encontraría un río. Disculpa, ¿el zorrillo se llama: “Amor”?
Y Arthur no pudo menos que echarse a reír, por lo que le explicó:
- Mi querido amigo burrito Gerard, no es: “Amor” como se llama nuestro amigo el zorrillo, se llama: “Amer”; es una palabra francesa y su mamá lo llamó así porque de todos sus hermanos él es el único amargado, ¡ji ji ji! … Amer significa: amargado. Y recuerda Gerard, eres bienvenido. Ahora debo atender mis obligaciones, y si tú quieres puedes llegar al río y comer mucho pasto verde y silvestre.
Gerard se sintió tan contento, que se fue cantando mientras bajaba por la ladera y ya a lo lejos veía el río. Se alegró mucho y apuró un poco más el paso. Ya estaba muy cerca y al fin tomó agua fresca y cristalina del río. De repente, se dio cuenta que también estaban una coneja con sus conejitos, todos blanquitos, gorditos y muy tiernitos.
- Hola, soy Gerard, y vengo desde lejos, de un campo donde no llovió más y todo se secó. Ya conocí a las ardillitas, a Amer el zorrillo y a Arthur el caballo, y ustedes, ¿cómo se llaman?
- Yo soy mamá coneja, y me puedes llamar: “mamá coneja”, jijiji – acotó, riéndose un poco, e indicó – ellos son mis hijos e hijas, son 8 en total, 4 hembras y 4 varones. Nos gusta el agua fresca y el pasto silvestre
- A mí también – respondió Gerard – ¡y jugar en el agua!
- Del otro lado del río hay flores hermosas y también encontramos zanahorias, nos gustan mucho. - Dijo mamá coneja.
- Bueno, suban a mi espalda y yo los pasaré, podemos comer y jugar hasta el atardecer y después regresaremos.
- ¡Sí!, respondieron todos al unísono, saltando de la felicidad.
Así, Gerard, el burrito amistoso y sus nuevos amiguitos, se fueron todos al otro lado del río, contemplaron todas las flores silvestres del campo, tenían muchos colores: amarillas, anaranjadas, azules y hasta moradas. Comieron zanahorias, cantaron y jugaron. ¡Qué feliz Tarde!
Luego, antes de que cayera la noche, se subieron otra vez a la espalda de Gerard y regresaron a casa, donde mamá coneja le señaló a Gerard un árbol grande con ramas que caían a los lados hasta casi tocar el suelo, y le explicó que allí podía dormir tranquilo, que estaría protegido si llovía porque era muy frondoso. Todos se despidieron y mamá coneja se fue a casa con sus hijitos.
Ya debajo del árbol, Gerard escuchó un sonido, uno que no había escuchado nunca antes, era algo así: Buuuh, buuuh. Y Gerard comenzó a mirar alrededor y a buscar de donde venía tal sonido, mientras de nuevo escuchaba: Buuuh, buuuh.
Al fin, miró en una rama del árbol, a un ave que no conocía y de ojos muy grandes, y le dijo:
- Hola, soy Gerard, el burrito amistoso… ¿Quién eres tú?
- Yo soy un Búho, y mi nombre es Philosoph, que viene de philosophia, que significa amor a la sabiduría, al conocimiento. Déjame explicarte mi querido amigo, por ejemplo, aquí en el campo hay muchos tipos de plantas, arbustos, árboles y vegetación, y yo las estudio, se para que sirve cada una; también estudio el cielo y las estrellas, hay millones, en fin Gerard, el conocimiento es infinito y es un deleite aprender.
- Yo también quiero aprender, Philosoph, me gusta que me expliquen tantas cosas nuevas – explicó Gerard – yo dormiré aquí y ahora viviré en este campo, puedo aprender todos los días un poquito, si quieres enseñarme.
- Seguro amigo Gerard, si te enseñaré, podemos compartir este árbol, tu abajo en el césped y yo aquí arriba en las ramas, de día te puedo explicar de la naturaleza y de noche del universo, los planetas y las estrellas.
Y así Gerard, el burrito amistoso, ya tenía muchos nuevos amigos: las ardillitas, Amer el zorrillo, Arthur el caballo elegante, mamá coneja y sus conejitos, todos tiernitos; y Philosoph el Búho inteligente, de quien aprendería todos los días, disfrutando del conocimiento. Así, Gerard tenía un nuevo y cálido hogar, rodeado de amor y amistad.
Hermoso! Gracias por compartirnos tu creatividad (: