¿Cuándo fue que todo acabó?| Relato

Nos jactamos de decir que sabemos todo sobre el amor, y en el intento nos creemos incuestionables…. como Romeos o Julietas. Pero ¿En realidad el amor es eso que creemos saber? ¿Acaso cartas y bonitos corazones llenos de bombones de chocolate? Cuando alguien llama nuestra atención, decimos que andamos enamoradísimos. ¡Cuidado! Deseo y amor no son armas del mismo filo.

En este mes del Amor y la Amistad debemos reflexionar mucho sobre el verdadero significado de ambos términos. Espero que el siguiente relato les de alguna idea…

¿Cuándo nos volvimos tan indiferentes entre nosotros?

Las sonrisas y las caricias, los besos y las jugarretas… todo quedó atrás, olvidado como los buenos recuerdos de nuestra relación. Tu mirada me lo dice todo, estás aburrido; aburrido de la misma mujer que despierta todas las mañanas en tu cama, y te observa entre las sabanas, y aflige su corazón al recibir los buenos días de mala gana. ¿Cuándo pasó? ¿Cómo fue que olvidamos esa chispa que mantenía latiendo la llama de nuestro amor? Ahora solo quedan cenizas, agrias y melancólicas, de las cuales renace un fénix insípido, tan apagado y simple como lo que queda de nosotros.

¿Cuándo fue que el chico dulce y dedicado pasó a ser un patán? Debo aceptar que nuestras peleas aumentan todos los días. Ya no eres el alma llena de vida que conocí en la nieve, y que se propuso conquistarme con cartas y serenatas. Éramos perfectos, una pareja envidiable y deseada. Pero ahora somos tan incompatibles, tan desiguales e insípidos, que ni yo misma puedo reconocernos. Nos sumergimos en el infinito mundo de nuestros teléfonos, sin siquiera dirigirnos las miradas como en los tiempos vespertinos de nuestro amor. Luego de cinco años, de ese amor solo quedan los vagos recuerdos.

¿Por qué somos tan fríos? ¿Dónde quedaron las aventuras y los riesgos? Estamos muertos en vida. Somos dos almas tercas, incambiables. Lo entiendo, se nos han agotado las ideas, y el resultado de ello nos hiso olvidar la pasión, que ya no es tan volátil como antes, en aquellos tiempos donde conocíamos juntos el cosmos y sus estrellas. ¿Fue acaso mi desanimo en la forma de vestir? ¿O tu floja manera de tratarme? Mi cabeza no encuentra la respuesta entre tantas sugerencias…

A veces intentamos reanudar la chispa, encender ese amor que tanto hemos perdido. No hay resultados. Acepto que ya no hay más que hacer, y que nuestra relación tiene la misma oportunidad de vida que los peces fuera del agua. Aun así… ¿Quién fue el culpable de todo esto? Alguien debe tener la culpa. Los reflejos de la memoria me invaden y me arrastran al pasado, y puedo ver nuestras vidas, nuestras sonrisas… éramos tan felices.

Despertábamos muy por la mañana y me levantabas a fuerza de cosquillas y besos. Preparábamos juntos el desayuno, entonando algunas de esas indescifrables canciones de Ricardo Arjona. Solíamos viajar por el mundo y encender fogatas a la intemperie. Solíamos pensar en nuestra vejez, e incluso en el día de nuestro sepulcro, donde debían sepultarnos muy cerca el uno del otro porque según tú, moriríamos juntos. Pero poco a poco, la arena de nuestro reloj fue agotándose, y quedamos paralizados en el tiempo de las almas cansadas.

El trabajo se volvió más fuerte, y las cartas que antes redactábamos para enamorarnos ahora las hacemos para excusar el retraso del pago de nuestros impuestos. Trabajamos el doble para mantener nuestra triste vida como pareja. Durante todo el día e incluso, durante la noche. Las miradas que deberíamos dedicarnos solo se la ofrecemos a las computadoras, que parecen más bien nuestras parejas. Estoy convencida de que no puedo seguir con esto… no puedo seguir encadenada a este tormento. No fue así como lo imaginé, y no lo quiero para mí. Solo pienso en lo que crece lentamente en mi vientre… ¿Podré explicarle algún día a la vida diminuta dentro de mí la verdadera razón por la que me alejé de su padre? Espero reflexionarlo lo suficiente para no quedar como una madre del demonio.