Un puma era el reinheit de la hija de la hija de Eliott y, por ende, también la de Ariette. Recordarla le hizo sentirse muy culpable y al mismo tiempo triste. Aunque sabía que Dorian estaba bromeando, también sabía que entre esas palabras se asomaban muchas verdades.

Dorian e Hidriel, que era el nombre de la hija de la familia Dagger, se habían distanciado debido a un incidente en el que tuvieron que ver ambos: Dorian y Skarlát, de dieciséis años en ese entonces, fueron atacados por un hombre mayor que él. Hidriel, que en ese momento era una adolescente aprendiendo a controlar su transformación como Keisti, apareció en su forma de puma para atacar de forma salvaje al agresor. Las consecuencias del ataque pusieron la vista sobre todos los involucrados en aquél evento, hecho que distanció a Dorian sin que pudieran conocer las causas de ello. Desde entonces Ariette podía casi jurar que Dorian le tomó desprecio a Hidriel.

—Tienes que traer a Alana alguna vez, cariño, prepararé un enorme banquete para todos— dijo sonriendo, intentando concentrarse en eso en lugar del dolor que aún le causaba el que su hija y sobrino se hallaran distanciados desde hace tantos años.

—Gracias, lo haré… —dijo Dorian con una sonrisa agradecida. Si quería que Alanna, su prometida, se sintiera bien recibida en su familia tendría que llevarla a conocer a Ariette y a Eliott dado que en la casa de su padre no era bien aceptada. Les parecía un eslabón débil que representaba la propia debilidad de Dorian, aquella con la que lo habían estigmatizado debido a los años de secuestro que vivió.

El Alfil se inclinó hacia su tía y le dio un beso en la mejilla para despedirse de ella antes de darle un apretón de manos a Eliott.

—Mañana te esperamos temprano —le recordó mientras lo acompañaba a la salida—. ¿A qué hora lo esperamos, cielo?

—Para las ocho de la mañana ya estaré preparando todo, ¿qué se te antoja más, cielo?— preguntó sonriente a su sobrino.

—¿Crepas? —dijo dudoso pues lo que pedía siempre resultaba una pobre muestra de su imaginación en el campo culinario. En cambio, cuando dejaba que su tía fuera la que eligiera, siempre resultaba sorprendido y más que satisfecho.

—Crepas serán entonces —dijo dando palmaditas juntando las puntas de sus dedos solamente en una forma de festejo no escandaloso—. Aquí los esperamos —añadió y miró también al halcón al que le hizo el ademán de despedida.

Dorian miró al halcón antes de salir por la puerta. Esperaba que el ave saliera por su cuenta, evitándole así la penosa situación de recordarle que él era su compañero humano y no su tía que era con quién realmente prefería quedarse. Desafortunadamente la halcón se encargó de reafirmarle esta cuestión pues no se movió de la percha.

—Skarlát, ven aquí —le ordenó sin poder seguir avanzando hacia su auto. El ave chilló desde el interior de la casa pero no salió.

Un suspiro apesadumbrado brotó del pecho de Ariette y agachó la mirada. En esa negación podía imaginarse a un Dorian más pequeño aferrado a ella sin querer irse y ella también estaría aferrada a él si con eso pudiera reinsertarlo en su familia. Se acercó a la canasta que había traído y desenvolvió el atado de rosas baby que compró para secar y probar una receta nueva que había diseñado. La tela gruesa se la envolvió en la muñeca y se quedó con una de las rosas en la otra mano.

Continuará…

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_{Esta obra es un borrador y está sujeta a cambios futuros para posibles ajustes. Está inspirada en la novela «Materia Oscura» de Philip Pullman y la saga del «Inspector Linley» de Elizabeth George. Forma parte de «Xéreiscop» y está contada desde el punto de vista de mis personajes: Dorian Redford y Eliott Dagger.}

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