¿Elegimos a nuestros padres antes de nacer?
Hay una pregunta esencial que se hace todo ser humano alguna vez en su vida y que es la esencia de la conciencia que nos hace ser quien somos, esto es, la pregunta de por qué estamos aquí. El pensamiento moderno apoyado en la ciencia responde muy bien al cómo llegamos aquí: la mayormente azarosa unión de un esperma y un óvulo, el abrazo carnal de dos seres con los que no teníamos nada que ver hasta el momento de la concepción. Para la ciencia establecida no es necesario ir más allá de esto, puesto que, según el paradigma materialista, no existíamos antes de la concepción en el vientre de nuestra madre y no venimos al mundo por ninguna razón o necesidad en específico, lo único que de alguna manera traemos con nosotros son los genes de nuestros antepasados.
Y cualquiera interesado en responder a la pregunta con la que empezó este artículo y con la que empieza toda búsqueda de sentido en la vida, entonces verá en sus padres una rica fuente de enseñanzas para acercarse a resolver el misterio de por qué está aquí. ¿Qué es lo que venimos a aprender de ellos, o qué es lo que venimos aprender al mundo que fue necesario que fuéramos engendrados por este padre y esta madre y no cualquier otro par? Pueden existir muchos maestros, algunos muchos más evolucionados y cercanos a la iluminación --algunos de ellos serán quizás nuestros padres espirituales-- pero lo que si es seguro, es que en nuestros padres tenemos maestros inmediatos, insoslayables, a veces crueles, a veces amorosos, pero siempre poseedores de una valiosa lección, de una profunda joya psíquica, de una historia que va más allá de la sangre y que necesitamos comprender para conocer quiénes somos y a dónde vamos.