Joker (Parte 5): La pregunta moral y los sueños de Caligari, Segismundo y Zhivago

in #spanish5 years ago (edited)

Escrito por Alan González.
(IG: eldr_genial)

(PARTE 1: https://steemit.com/spanish/@alangon/joker-parte-1-introduccion-el-fracaso-de-los-superheroes)

(PARTE 2: https://steemit.com/cervantes/@alangon/joker-parte-2-el-hombre-del-subsuelo)

(PARTE 3: https://steemit.com/spanish/@alangon/joker-parte-3-el-hombre-del-subsuelo-norteamericano)

(PARTE 4: https://steemit.com/spanish/@alangon/joker-parte-4-el-descenso-paralelo-a-la-claridad-y-la-locura)

La pregunta moral: Heroísmo y villanía

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(Fuente: as.com. Link: https://as.com/meristation/2019/09/19/noticias/1568881130_124893.html)

La pregunta que mueve la polémica sobre esta película es de tipo moral, ¿está bien lo que hace Arthur Fleck? ¿Es correcto? Cualquier repuesta acarrea implicaciones muy serias y Todd Phillips se cuida muy bien las espaldas al describir el arco degenerativo del Joker y su entorno. No se trata de si lo que hace el personaje hace está bien o mal, es más bien una consecuencia. De entrada, el mismo personaje reconoce que es una persona peligrosa, que sin trabajo, medicamentos, o cualquier cosa que supla sus necesidades básicas es capaz de descarriarse. Además, va a reaccionar ante tanto abuso, la indiferencia, que violenta su integridad hasta el punto de cuestionar la propia existencia, va a causar algún efecto.

Este Joker difiere del superhéroe y otros villanos en cuanto la pregunta ética sobre sus acciones. Él más bien trágico, resultado de las fuerzas de un destino que va más allá de él, es una víctima, es un producto. El héroe, si es moral, ha de construirse en pro del bien, puede oscilar en la tentación y cuestionarse a sí mismo pero siempre cumple un rol activo. Por su parte, un signo que comparten los villanos de este tipo es el estigma, esa marca insuperable que los hace ser como son. El trauma, el maltrato, las injusticias constituyen el motor unilateral de sus acciones. El héroe se sobrepone al estigma y se sacrifica por lo correcto, para el villano es la justificación de sus acciones y resentimientos.

Lo trágico de esta figura del villano es la imposibilidad de un cambio. Sugiere que hay individuos para los cuales la villanía es el único modo de existir, que quizás el decidir sea el privilegio de unos pocos. Por eso el héroe tiende a ser un elegido colocado en el momento y lugar propicios. El villano es un condenado. No puede ser otra cosa. El mundo le niega la posibilidad constantemente. Su naturaleza es a la vez una fuerza del destino. Está predestinado al fracaso, la redención le es ajena. Es víctima de las circunstancias y de su propio ser. Impotente incluso cuando es consciente de su mal. Por ello alberga como verdad la imposibilidad del bien en un mundo esencialmente injusto.

Desde esta perspectiva el individuo es un puro producto de la sociedad, ella lo condiciona a actuar de determinada manera y es la culpable de sus acciones, quitándole a este la responsabilidad de sus actos. Está alienado e imposibilitado para actuar. No se trata de una influencia inconsciente en el personaje, de un sistema de valores invisible que lo mueve a actuar de determinada manera, como ocurría en Taxi Driver, sino más bien, de las estructuras sociales que representan un rol claro, antagónico contra el protagonista. En ese sentido parece que la polémica debería girar en torno al ataque de Phillips hacia el sistema socioeconómico de Estados Unidos y no tanto por una supuesta incitación a la violencia. Sin embargo, quizá sea sintomático que ciertos sectores de la población llevaran el revuelo de la obra hacia al individuo y la glorificación del antisocial como una máscara, consciente o no, de problemas más graves y enraizados en lo más profundo.

No obstante, el riesgo de este tipo de relatos es el simplismo y la superficialidad, que a su vez conllevan implicaciones bastante graves. Como veremos más adelante, en el estudio de personajes y puesta en escena, esta perspectiva afecta al resultado final del film. Los personajes se limitan a ser meros actantes, alegorías, y pierden gran parte de, sino es que toda, su profundidad y complejidad. Desde esta posición discursiva, la película no trata de cómo seres humanos lidian con los problemas que la sociedad, dinámica, les impone día a día, sino de representaciones sociales que se mueven de acuerdo a sistemas teóricos. En efecto, responden más a las necesidades de un discurso, rasgo característico de la propaganda, que a la ambigüedad propia el arte.

Los sueños de Caligari, Segismundo y Zhivago

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(Fuente:nocierreslosojos.com. Link: http://www.nocierreslosojos.com/gabinete-doctor-caligari/)

Después de la secuencia de la revuelta en Ciudad Gótica hay un corte a negro y luego un primer plano de Arthur Fleck que ríe en el manicomio. Este recurso puede dar la impresión de que todo lo visto ha sido un sueño. Después de todo es una convención del cine clásico de Hollywood hacer la transición de lo onírico a lo real a través del primer plano. El tratar los descontentos sociales como alucinaciones de los personajes es una tradición cinematográfica tan vieja como El gabinete del Doctor Caligari (1919), dirigida por Robert Weine. Véase en el libro De Caligari a Hitler: Una historia psicológica del cine Alemán, de Siegfried Kracauer, en el capítulo 5 titulado, Caligari, un ejemplo de los efectos discursivos que podría tener un final de este tipo. En el caso de Joker se trata de un golpe maestro de Todd Phillips y su equipo de posproducción. Es decir, una broma bien ejecutada. Arthur Fleck despierta como Segismundo, es prisionero después de haber sido rey. Si la realidad se asemeja al sueño es porque las acciones son vanas y todo lo que se haga se puede desvanecer en cualquier momento.

Cuando las normas se han reestructurado y fortalecido, las convulsiones sociales pueden parecer las fantasías de un idealista. Cuando los viejos fantasmas, ya sean ideas o conductas, se disfrazan con los ropajes de los nuevos tiempos aparece la pregunta por el cambio, ¿qué cambió realmente? La terapia de Arthur se lleva a cabo en un mejor consultorio. El manicomio es más limpio, los equipos se han modernizado, contrasta la claridad de las paredes blancas con la abarrotada oficina del principio. Es evidente que la movilización de los payasos sí tuvo un efecto. No obstante, la trabajadora social muestra más o menos la misma indiferencia hacia Arthur. Este adquiere relevancia por su rol en lo ocurrido pero sigue siendo un objeto. Su humanidad queda al margen, lo mismo que su dignidad, importa menos su recuperación que lo que pueda aportar a los expedientes.

Ya Larisa Fiodorovna advertía, en El Doctor Zhivago de Boris Pasternak, tras presenciar cantidad de gobiernos provisionales durante la revolución rusa, que se pueden cambiar las instituciones más no el corazón de los hombres que las dirigen. Estas se contaminan de sus pasiones y prejuicios. Discursos altisonantes que en la práctica esconden los abusos más arbitrarios. La destrucción de pueblos enteros, purgas antisemitas, venganzas personales, orgías, nuevas relaciones de poder que son una fachada para el resentimiento. Los líderes, o viven del monologo revolucionario o lo usan como pretexto para ambiciones más duras. Personas influyentes del antiguo orden logran adaptarse a nuevos cargos y mantener sus privilegios. Héroes del partido, como el temido Pavel Pavlovitch Antipov/Strelnikov, dice Zhivago, son más movidos por lo que han sufrido y vivido que por la teoría de los libros. Afirma que son jefes irregulares de la revolución destinados a ser aniquilados cuando dejen de ir juntos por el mismo camino.

A propósito, el propio doctor Zhivago es, a su manera, una especie de subversivo dentro de la revolución. La marca de la fatalidad es su silenciosa inconformidad. Él se adapta a los tiempos, pero se niega a que estos incidan sobre su espíritu. Cuando este se manifiesta, ya sea en sus ideas, versos o ensayos, ha de enfrentarse a la verdad oficial. Su exploración personal de la belleza es un peligro del individualismo burgués dentro de un estado colectivista. Una amenaza en tanto sugiere un fin último que no es la revolución. Su crimen es no poder dejar de ser él mismo en un sistema hermético que exige un profundo cambio de consciencia, el resistirse al olvido de sí frente a las promesas de una sociedad irracional. Zhivago señala el absurdo de la construcción de nuevos mundos y las transiciones de períodos como fines en sí mismos. Esta búsqueda de utopías, propia no solo de los bolcheviques sino de la modernidad, es el telón para las atrocidades.

Bibliografía consultada

Kracauer, Siegfried (1985) De Caligari a Hitler: Una historia psicológica del cine Alemán. (PDF). Buenos Aires, Argentina. Editorial Paidós

Pasternak, Boris (1958) El Doctor Jivago. Barcelona, Mexico. Editorial Noguer.

Filmografía consultada

Phillips, Todd (2019). Joker. Warner Brothers, Village Roadshow Pictures, BRON Studios . EEUU.

Weine, Robert (1919). El Gabinete del Doctor Caligari. Decla-Bioscop. Alemania.

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