PRIMER CONCURSO DE RELATOS EROTICOS PAPIKIWI 07/01/2018

Este es el primer concurso en el que me animo a participar, siendo de la temática que mas llama mi atención en este momento. Son muchos los participantes y las historias que hasta ahora se han desarrollado y eso me impulso a contar la mía propia. Espero y logren disfrutar de mi relato.

Agotada como siempre, Nadia llega al apartamento que comparte desde hace un tiempo con Damon. Deja sus cosas a un lado y se recuesta en el sofá, quedándose dormida en cuestión de segundos. Con los ojos cerrados logra escuchar cerca de ella un breve gemido, al que lo acompañan suspiros y gimoteos que se ahogaban en el silencio de la residencia.

Nadia inconsciente de todo empezó a recrear en sueños los canticos interpretados por Damon y su acompañante en la habitación alterna. Aquellos se encontraban iniciando un juego de placeres en donde ambos al mismo tiempo probaban un bocado de la fruta prohibida del otro, sin un aparente apuro por ir más allá.

En cambio Nadia abrumada por los ruidos que narraban su sueño comenzaba a sentir el calor que estos traían consigo. Eran inspiradoras las imágenes que por su mente pasaban mientras la pareja del cuarto disfrutaba aún más la velada. El sudor se apodera de su cuerpo, humedeciendo las zonas más profundas de su ser, logrando que sus manos se aventuren a manipular su sexo, soltando consigo algún que otro suspiro de satisfacción.

Entre besos y caricias compartidas Damon se encarga de llevar a otro nivel la realidad que se cocina detrás de las paredes. En un arrebato de excitación voltea a la dama que lo acompaña y se aloja entre sus pieles, es entonces cuando los gemidos de ambos se intensifican y convierten en un coro que trasciende en el apartamento.

Nadia ya no puede controlarse, lo que empezó como un sueño tranquilo y juguetón ahora encarna en una sesión de sexo salvaje y desenfrenado. Aunque por dentro esta fascinada, llevaba días visualizándose con Damon y es ahora que nota lo placentero que se siente tocarse a fondo sin ayuda de otros.

Llueven gotas de gozo por sus piernas, sus dedos se encuentran empapados y es cada vez más constante el movimiento de sus caderas al compás de los aullidos que la amante de Damon protagoniza. Ambas están sincronizadas y parecen sentir el mismo nivel de regocijo.

Damon está por llegar al éxtasis, pero contrario a ello decide darle el control a su amante quien sin perder el tiempo se encima en el miembro de este cabalgando al ritmo de las palpitaciones de su corazón, generando una nueva tonada.

Nadia consigue salir del trance que el realista sueño había causado en ella, despierta agitada y con las manos mojadas, prueba de la lujuria que profano su cuerpo y la recorrió cual obra de arte en movimiento. Escucha fuerte y claro la situación que se presenta en la habitación de Damon, no es la primera vez que sucede, pero ella está entusiasmada y nada le quita aquel sueño de la mente.

Se levanta del sofá y se acerca con la mayor cautela a la habitación de dónde proviene la sublime melodía, aquella que consigue encender a mayor grado su cuerpo ya caliente. Nadia se propone ver a escondidas lo que ocurre tras las paredes. La puerta se halla entre abierta, el volumen del entretenido juego entre Damon y su compañera aumenta, mientras ella observa lo que sucede desde la entrada del cuarto.

Nuevamente empieza a palparse, pero siendo consciente de lo que le gusta y lo que está excitándola. Se toca como si no hubiese un mañana, gime sin importarle que a pocos pasos esta Damon dándole placer sin remordimiento a su amante. Ella continua suspirando mientras su mano realiza una danza rápida entre sus muslos.

Se aceleraron los corazones de todos los que se encontraban en aquel apartamento y acto seguido todos dejan fluir un sentimiento que los embriaga de placer, logrando que pudiesen llegar al clímax. Fue entonces que Nadia soltó un grito ahogado, que resalto su presencia y puso de sobre aviso a la exhausta pareja.

Damon asombrado y a la vez alagado se levantó de la cama, se colocó una chaqueta y se acercó a la puerta de su habitación. Fue en ese breve tiempo que Nadia se apresuró lo suficiente como para llegar al sofá. Él al abrir la puerta se topó con ella y se encerró en sus aposentos no sin antes lanzarle una mirada de complicidad.