Mi extraña experiencia con los gatos

Cuando era pequeña estaba loca por un gatito, los veía en cantidades industriales cuando subíamos a Galipán a casa de unos amigos y me encantaban porque eran muy cariñosos y simpáticos, así que una de las veces que fuimos, nos ofrecieron una linda gatita de pocos meses, era blanca y negra, el típico gatito callejero, la llevamos a casa y le pusimos como nombre Pelusa.

Yo realmente no recuerdo mucho de ella, estaba muy pequeña, solo recuerdo que mi mamá la regañaba mucho porque se orinaba en todos lados, escarbaba las matas y hacía muchos desastres en la casa, hasta que pasaron un par de semanas de haberla adoptado y me empezaron a salir unos brotes extraños de alergias en la piel, me llevaron al médico, me hicieron exámenes y se determinó que la alergia era producida por la gata, así que la doctora que me vio le dijo a mi mamá que había que alejar a la gata de mi, pero no podía botarla por lo que decidió primero enviarme a casa de mis abuelos por unos días y luego devolver a la gata a su lugar de origen en aquellos lados de Galipán. Pasaron varios días y efectivamente me curé de las alergias y no tuvimos más gatos en casa.



Unos años después yo quería un perro, pero aquella doctora que me había examinado cuando el problema que tuve en la piel por causa de la gata, le dijo a mi mamá que mi alergia también podría tenerla a los perros, por lo que tuvimos la oportunidad de tener a un perrito “prestado” en casa por unos días para saber si efectivamente era alérgica y resulto que no, por lo que poquito tiempo después mi mamá adoptó un perrito.

Desde entonces siempre hubo perros en la casa, pero siempre quise muy en el fondo de mi alma, tener un gato, pero ¿cómo saber si tendría la misma reacción alérgica ahora de adulta como la que tuve de niña? Hasta que un día el universo me puso la oportunidad en bandeja de plata, de tener un gatito o al menos hacer la prueba por unos días para saber si de verdad no afectaría mi salud y resultó positivo el experimento, así que hace un año y medio, este peludo ser que estan viendo en las fotos, llegó a poner mi vida de cabeza.



La verdad es que aun cuando hayas convivido con otro tipo de mascotas (en mi casa hubo perros, pericos, conejos, hámsteres, tortugas) jamás se puede parecer a la convivencia con un gato, especialmente con uno como el mío, Zeus Francisco le puse por nombre. Siento que con las mascotas que hubo en mi casa antes de Zeus, nunca tuve una conexión especial, aun cuando me dolió siempre desprenderme de ellos, ya sea causa de muerte, desaparición o entregarlo a otro dueño en adopción, no se compara con lo que siento ahora por este pequeño ser, que se ha apoderado de mi vida y de mi corazón (créanme, este gato hace conmigo lo que le viene en gana 🙈), no sé si es porque ahora está a mi cuidado, él depende de mí.

Confieso que he tenido algunos problemas con el, ya que sí, el niño tiene serios problemas de conducta, pero es un animalito especial, no es meloso como lo son la mayoría de los gatos, mas bien es un poco arisco e independiente y tiene su propia y peculiar manera de demostrar cariño. Cosas como acostarse al lado de mi computadora cuando trabajo o dormir en mi cuarto, al lado de mis piernas o mi cabeza (no soporta que lo deje afuera de mi cuarto) son actitudes que me hacen pensar que a pesar de todo me quiere (al menos eso creo 🙈).



La realidad es que me he acostumbrado tanto a su presencia que no sabría que hacer sin él (aunque cada vez que me muerde yo despotrique, lo regañe y amenace con darlo en adopción si se vuelve a portar mal conmigo 😂).

No sé si mi experiencia con mi gato es algo normal, la verdad es que es la primera vez que tengo un gato a mi exclusivo cuidado y a pesar de todas las dificultades que me ha ocasionado en algunos momentos, me encanta, sin embargo me gustaría saber si alguien por acá tendrá una experiencia igual o parecida con sus gatos y podrá compartir datos útiles con está mamá gatuna, que aun cuando ha pasado año y medio, sigue sintiéndose primeriza. 🙈