S, un chico bueno

— ¿Por qué siempre tenemos que tirar? ¿Por qué, chica? no joda, tú eres un súcubo! ¡Aléjate de mi, demonio! —me cuenta S.
— pero, ¿por qué no lo resolviste fácil y le diste a esa mujer lo que quería, o sea, una buena cogida? Y luego te pirabas, marico. —pregunto yo divertido.
— no joda, Juan, tú siempre pensando con la verga. Yo no. Yo tengo sentimientos. Yo sé que ellas los tienen. Yo quiero comprenderlas, quiero que no se sientan solas y que no se sientan usadas… —entonces, le interrumpo
— ellas no se comprenden así mismas; no vas a venir tú, pendejo de mierda, a comprenderlas, no te creas superman. Ellas dejarán de sentirse solas tan pronto sientan la verga dentro de ellas. ¿No te has puesto a pensar que sentirse usada es quizá lo que desea? Porque saberse un agente que da placer es tremendamente sexy —le digo, mientras riendo, apuro el vaso donde me ha servido una chica bella, la Heineken que he pedido.
— no, no, no. ¡Tú eres un ser maligno! Por ti es que hay muchas mujeres locas en el mundo… —el resto de lo que dijo no lo recuerdo, la risa y la cerveza me han hecho no escuchar tal descarga y lo que escuché, lo olvidé.
— … ¿por qué no puedo amarlas y por qué ellas no se dejan amar, ah, Juan? —me pregunta un S que se apura su whisky etiqueta verde para no llorar.
— coye man, es simple. Esa mujer sólo quería tirar contigo, pero tu querías una versión adulta de Somos tu y yo. No chamo. Simplifica. Créeme. Si ella te quiere joder, jode tu primero, si exige mucho y da poco, mándala al carajo, si te manda al carajo ríete y sal por ahí con los panas y un poco de culos. Vuelve tu lado emocional un arma. Te aseguro que eso las pone a respetar y aleja a las falsas. Pero marico, de pana, no seas pendejo, vas a terminar en un cuarto barato de hotel, con las venas cortadas y un disco de Franco de Vita sonando. Mereces mejor muerte, como la de los espartanos. Yo no te digo lo que hubiera hecho. Soy un monstruo, es verdad, pero me pongo piel de cordero y lentes de gafo. Joden, sólo hasta donde lo permites y luego lanzo la contra y así va el partido hasta que me aburro y ellas se van. Y quiero que se vayan. Y si te he visto no me acuerdo. Pero eso lo hago yo, que soy libertino y vicioso —le digo, él ya se ríe.
— me da miedo contestar el celular, porque sólo recibo insultos y groserías de ella, jejejeje —yo también me río. Ojalá entienda algo simple: tiene que cogerlas, así todo le marchará tranquilamente; pero no, él quiere hablar, quiere comprender, bla, bla, bla.
Insisto, insisto mil veces, S es un pendejo a carta cabal.

REFUTACIÓN (A ESE MISMO)

S. es un irresponsable. Enamora, o (más bien) se enamora, de las mujeres para decirles que se bajen de carro. Me imagino, entonces, a Humphrey Bogart, en su Rolls Royce, con cigarrillo en la boca y sombrero calado, diciéndole, a la mujer de turno: “Get Out, Because I Love You” Y se acaba la escena.

Pero con S siempre es así. Siempre debe estallar una granada emocional. Siempre se queda la pantalla en negro. Siempre se va cuando le vas a invitar la otra ronda, con ánimos de ver a cual chica le caemos. Allí, es él el que se baja. Y todo, porque está enamorado.
— No, no me jodas. Mira marico, a ella no le importa que sufras. De hecho, a nadie le importa. Así que, dadas las cosas, y viendo que Vansessa no me va a parar bolas y J. no me la va a pichar, vamos a cuadrar unas putas y armamos un bochinche —y nada, le dije al J. de mi plan macabro.
Se lo tripeó y se anexó, aunque no hacía falta pues él ya estaba anexado.

Entonces, las cervezas ya morían y la idea era ir dejando las jevas y ver si Vanessa me lanzaba alguna señal. No hubo señal. Y de repente, cuando J. me dijo para buscar las chicas malas, S. había desaparecido. Se bajó.

Pero no. Eso no es lo que voy a contar. Lo que voy a contar es que S. pasó un mes echándole los perros a una perra que quería ser montada la primera noche que salieron. El S la montó en la noche 30. Luego del acto, la perra le dijo
— ¿cómo puedes ser tan paciente? —y no, el joven Harrys se arrechó y la llamó súcubo, me dijo que esa mujer es un súcubo, es una coño de su madre.
— No joda, después me dijo que yo le enseñé a ser conforme. No joda, el coño de su madre, esa mujer que se vaya al coño de madre. —Coño, S sí la enseñó a ser conforme. La tuvo esperando 30 días para coger. Y sí, es muy paciente. Yo no puedo. Soy muy impaciente. Pensar que voy a tardarme 30 días para coger me produce…

Pero no, eso no es lo importante, por S. me dice que él no es así, que no va a venir en la primera noche a cogérsela “el primero quiere COR-TE-JAR-LA”. S ese está bien jodido.