Venezuela, un país para querer.

Con esta frase o eslogan fue titulada una producción audiovisual producido por ARS publicidad en la década de los `70, a solicitud del ente gubernamental encargado de dirigir las políticas en el sector turismo en aquella época, con el objeto de promocionar a Venezuela en el exterior.

Como resulta lógico en función del área de interés que se quiere promocionar, en dicha producción se hace una sucinta síntesis de todas las noblezas, generosidades y virtudes del país, representado en aspectos geográficos, bellezas naturales, infraestructura, biodiversidad, costumbres, folklore y religión.

Si bien estos aspectos son importantes de acuerdo al objetivo del micro, llama la atención que se haga muy poca referencia, por no decir nada, del factor humano en tiempo contemporáneo o actual, que debe garantizar y hacer posible, o que garantiza y hace posible que el turismo exista y tenga sentido en Venezuela.

Esto me sirve de introducción para desarrollar el tema central de mi disertación. En primer lugar debo decir, que Venezuela siempre se ha vendido ante el mundo como un gran país por tener los elementos antes mencionados, incluyendo sus riquezas minerales y energéticas. Sin embargo, es lamentable tener que admitir que el turismo en Venezuela jamás ha alcanzado los estándares internacionales de excelencia en esa materia.

A lo que quiero llegar es al hecho de que la grandeza de un país no se mide en la generosidad de la providencia que ha brindado tantos elementos propios de la naturaleza, que siempre han estado allí y que el hombre jamás creo. La grandeza de un país se mide en su gente, en la calidad de su ciudadanía organizada, con principios morales, compromiso, responsabilidad, capacidad de pensar, crear, generar tecnología, riqueza y por ende desarrollo. Sin olvidar que también es deber de esa ciudadanía cuidar, preservar y proteger los elementos naturales.

No cabe duda que los venezolanos tenemos la necesidad y la obligación de dar un enorme viraje en la forma de pensar y hacer las cosas, debemos promover un cambio, y el cambio verdadero comienza en lo mental. De no ser así nada cambiara y el subdesarrollo nos seguirá aplastando como hasta ahora. A estas alturas de los tiempos es conocido hasta la saciedad, que en principio el subdesarrollo, la marginalidad y la baja auto estima tienen su origen y se encuentran en la mente. Así que el primer paso está más que claro, por lo tanto de nada sirve y es absolutamente inútil hacer otras consideraciones o abordar otros temas necesarios sin antes cumplir este primer propósito o meta para seguir avanzando con la idea de ser realmente grandes.

En efecto, Venezuela puede ser un país para querer, pero yo preferiero que sea admirada por su naturaleza, y querida, reconocida y respetada por la calidad de su gente.