CARA A CARA CON EL DRAGÓN 😨 🐲steemCreated with Sketch.

in #social7 years ago

En El hobbit, novela fantástica de Tolkien, se narran las peripecias de Bilbo Bolsón, un hobbit comodón que sin comerlo ni beberlo se ve envuelto en un viaje para recuperar el tesoro de un dragón. Lo acompañan en su travesía un mago y un grupo de enanos. En el trayecto arrostra todo tipo de peligros: desde orcos y elfos hostiles hasta gigantescas arañas.

Por fin los aventureros alcanzan su destino: la guarida del dragón Smaug. Bilbo se adentra en ella a través de una puerta secreta oculta en la pared de una montaña. Mientras todos los enanos aguardan en el exterior, a Bilbo le toca enfrentarse a solas con el dragón. Conforme avanza por el oscuro túnel, oye un sonido semejante al borboteo del agua en una tetera. El sonido va en aumento y comienza a parecerse al ronroneo de un enorme felino. De repente, Bilbo cae en la cuenta de que son los ronquidos del dragón que duerme en las profundidades de la cueva.
Bilbo queda petrificado. No piensa en otra cosa que en salir de allí, y casi lo hace; pero decide seguir avanzando. Tolkien escribe: «Seguir adelante a partir de ahí fue la mayor de sus hazañas. Las cosas tremendas que ocurrieron después no fueron nada en comparación. Libró la verdadera batalla en el túnel, a solas, antes de llegar a ver el enorme peligro que le aguardaba».

A todos nos toca encarar desafíos que preferiríamos evadir poniendo pies en polvorosa, sin llegar a ver siquiera lo que hay más adelante. No es fácil enfrentarse a dragones o a cualquier obstáculo que nos inspire miedo. Requiere mucho valor, y no siempre en el sentido en que uno se imagina. El temple de Bilbo se puso a prueba dentro del túnel. Antes de combatir al dragón tuvo que hacer frente a sus propios temores y a su propia inseguridad.

A los ojos de otras personas, esos dragones que nos asedian no siempre son tan feroces como nos parecen a nosotros. Por eso, con frecuencia tenemos que buscar la clave de la victoria en nuestro interior. El escritor C. S. Lewis manifestó: «El valor no es solo una de las virtudes, sino la forma que adquiere toda virtud cuando es puesta a prueba». A veces no debemos dejarnos siquiera una rendija por la que podamos evadir nuestras obligaciones.
Si en algo te pareces a mí, seguramente consideras casi imposible llegar a tener tanto valor. Por muy fuertes que seamos o pretendamos ser, con frecuencia nos falta ese temple que es vital para vencer. ¿De dónde, entonces, podemos sacar el coraje para afrontar las vicisitudes de la vida?

En Josué 1:9 dice: «¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo dondequiera que vayas». Podemos tener valor porque Dios nos acompaña. Él no nos envía a enfrentarnos solos a nuestros dragones. Permanece a nuestro lado, respaldándonos. No solo está presto a infundirnos fortaleza y valor, sino que además promete sacarnos adelante.

Una vez que le hayas pedido a Dios que te infunda valor debes decidirte a emplearlo, por muy apocado que te sientas. En cuanto te lances, te vendrá. No pasa nada si ahora mismo no te sientes muy valiente. Con frecuencia el valor consiste simplemente en poner un pie delante del otro, en dar pasitos hacia adelante, aunque sean diminutos. Cada vez que tomas una decisión valiente acrecientas tu valentía y quedas mejor preparado para los desafíos mayores que puedan surgir. El valor nace de una decisión y crece a medida que lo empleamos sistemáticamente.

A lo largo de su periplo, poco a poco Bilbo fue adquiriendo más valor. Combatió contra enemigos imponentes y salió victorioso. Se enfrentó a problemas complejos y halló soluciones. Encarando retos con osadía fue cultivando su coraje, y todo ello redundó en su bien cuando llegó la hora de enfrentarse al dragón.

En la antigua Grecia, la guardia real tenía el siguiente lema: «Si bien todos los hombres abrigan temores, los valientes los desechan y siguen adelante, a veces hasta morir, pero siempre hasta triunfar». Por eso, enfréntate a tus dragones con agallas.

El valor es la moneda común de todos los que elegimos obrar con integridad.
Florence Nightingale (1820–1910), reformadora social británica y pionera de la enfermería moderna

Cuando el hombre abre sus espacios interiores a Dios, en la fe y en la oración; cuando siente que sus soledades interiores quedan inundadas por la presencia divina; cuando percibe que su desvalimiento e indigencia radicales quedan contrarrestados por el poder y la riqueza de Dios; cuando el hombre experimenta vivamente que ese Señor, que llena y da solidez, además de todopoderoso, es también todo cariñoso; que Dios es su Dios, el Señor es su Padre; y que su Padre lo ama, y lo envuelve, y lo compenetra, y lo acompaña; y que es su fortaleza, su seguridad, su certidumbre y su liberación… entonces, díganme, ¿miedo a qué?
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