La lista de enfermedades relacionadas con la contaminación atmosférica está creciendo

A los residentes de Donora, Pennsylvania, una ciudad de molinos en un barranco del río Monongahela, la neblina diaria de las cercanas plantas de zinc y acero era el precio de mantener a sus familias alimentadas. Pero el 27 de octubre de 1948, la ciudad se despertó a un cielo inusualmente soleado, incluso para Donora. Al día siguiente, los quarterbacks de la escuela secundaria no pudieron ver a sus compañeros de equipo lo suficiente como para completar un solo pase.

La ciudad fue envuelta en smog durante cinco días, hasta que una tormenta finalmente barrió la contaminación del valle. Para entonces, más de un tercio de la población había caído enfermo y 20 personas habían muerto. Otros 50 perecieron en los meses siguientes.

Después de la tragedia de Donora, el gobierno federal comenzó a reprimir a las industrias que liberan contaminantes en el aire. Los defensores del medio ambiente en las próximas décadas lucharon por, y ganaron, regulaciones más estrictas. Como resultado, las emisiones combinadas de seis contaminantes atmosféricos comunes han disminuido alrededor del 70 por ciento en todo el país desde la aprobación en 1970 de la Ley de Aire Limpio, que regula las emisiones de contaminantes peligrosos en los Estados Unidos. En 35 ciudades importantes de Estados Unidos, el número total de días con aire poco saludable ha disminuido en casi dos tercios desde el año 2000. "Es una de las grandes historias de éxito de la salud pública", dice Joel Kaufman, médico y epidemiólogo de la Universidad de Washington Escuela de Salud Pública en Seattle.

Nuestros cuerpos sienten la diferencia. Un estudio, reportado en JAMA el año pasado, siguió a 4.602 niños en el sur de California entre 1993 y 2012 para ver cómo la salud pulmonar se correlaciona con tres contaminantes del aire comunes. A medida que los niveles de ozono, dióxido de nitrógeno y materia particulada disminuyeron con el tiempo, también aumentó el número de niños que reportaron una tos diaria, congestión persistente y otros síntomas de pulmones irritados. Al inicio del estudio, el 48 por ciento de los niños con asma habían reportado síntomas de bronquitis en el año anterior. En las comunidades con mayor caída de contaminantes durante el período de estudio, la prevalencia de bronquitis disminuyó hasta en un 30 por ciento en niños con asma.

Pero la historia de la contaminación del aire no ha terminado. Los investigadores de la Harvard T.H. La Escuela de Salud Pública de Boston en Boston informó recientemente sobre los vínculos entre la calidad del aire y la mortalidad en toda la población estadounidense de Medicare (más de 60 millones de personas mayores de 65 años o discapacitados). El análisis analizó los niveles de dos contaminantes atmosféricos comunes y las tasas de mortalidad entre 2000 y 2012, al tiempo que tomó en cuenta factores que podrían confundir los resultados, como la raza y el estatus socioeconómico. El análisis, publicado en junio en el New England Journal of Medicine, encontró que cuando los niveles de contaminantes aumentaron (pero se mantuvieron en niveles por debajo de los estándares nacionales), también lo hicieron las tasas de mortalidad.

Incluso con grandes mejoras en la calidad del aire desde los años 70, las personas no han dejado de morir por el aire que respiran. Un análisis publicado en 2013 de investigadores del MIT estimó que alrededor de 200.000 muertes prematuras ocurren cada año en los Estados Unidos debido a la contaminación del aire en partículas finas. Un estudio publicado en enero en Environmental Health Perspectives informó que las muertes diarias durante más de una década en Boston metropolitana llegaron a su punto máximo en los días en que las concentraciones de tres contaminantes atmosféricos comunes se encontraban en su nivel más alto, aunque actualmente satisfagan la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos.

"Hemos hecho estas mejoras en la exposición", dice Kaufman, "pero ¿qué más necesitamos para limpiar?"

Así, a pesar de medio siglo de progreso, la gripe en el aire sigue siendo una amenaza, probablemente de la manera que la gente de Donora nunca imaginó. Los investigadores ahora están encontrando que más que los pulmones están en riesgo, pues el aire sucio puede de hecho ser cómplice de algunas de las amenazas más grandes a la salud pública, incluyendo diabetes, obesidad e incluso demencia. Esos estudios son probables para informar el debate en curso sobre las reglas del antisistema. La Cámara de Representantes de Estados Unidos votó este verano para retrasar la implementación de las normas actualizadas para la Ley de Aire Limpio.

Quemadura lenta
Como lo ha hecho durante más de un siglo, la contaminación del aire en América proviene en gran medida de las centrales eléctricas, industrias, vehículos y otras fuentes de combustión de combustible. La contaminación es generalmente una mezcla de gases - tales como monóxido de carbono, dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno - y partículas, sólidos microscópicos o gotas que pueden ser inhalados en los pulmones. El contaminante que menos ha disminuido es el ozono, un gas nocivo difícil de controlar que se forma cuando los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles reaccionan con la luz solar. La contaminación por el ozono tiende a elevarse en días de verano calurosos y sin viento a medida que el sol arde.

Las partículas provienen de tubos de cola y chimeneas, pero también consisten en pequeños fragmentos arrojados de neumáticos, carreteras y pastillas de freno. Las partículas finas (menos de 2,5 micrómetros de ancho, o alrededor de un cuarto del ancho del grano más pequeño de polen) son de mayor preocupación, ya que pueden penetrar profundamente en los pulmones para llegar a los recovecos más profundos del cuerpo. Un estudio realizado en abril en la revista ACS Nano demostró ese hecho. Catorce voluntarios sanos viajaban de forma intermitente en bicicleta de ejercicio con nanopartículas de oro inhaladas, y 15 minutos después, las nanopartículas fueron detectadas en el torrente sanguíneo y permanecieron presentes en el cuerpo durante tres meses.

Mientras que los eventos en Donora demostraron que la contaminación del aire puede tener consecuencias inmediatas, tomó décadas para que los investigadores se dieran cuenta de que las muertes por smog podrían estar pasando inadvertidas, perdidas en el ruido de fondo de las estadísticas de mortalidad. En 1993, los científicos de la Universidad de Harvard publicaron un estudio en el New England Journal of Medicine sobre las tasas de mortalidad entre adultos en seis ciudades de los Estados Unidos. Los investigadores estudiaron a más de 8.000 personas durante 14 a 16 años. En las zonas con mayores niveles de partículas de sulfato en el aire, una medida de la contaminación, las tasas de mortalidad fueron mayores. Docenas de estudios similares han seguido, entre ellos uno publicado en 2003 que analizó las tasas de mortalidad en 20 de las ciudades más grandes de los Estados Unidos. Esa investigación encontró que las tasas de mortalidad más altas se produjeron el día después de que las concentraciones de partículas alcanzaron sus niveles más altos, aunque los niveles eran lo suficientemente sutiles para pasar desapercibidos en ese momento.

Los científicos ahora saben que la inhalación de contaminantes desencadena una ráfaga de mecanismos fisiológicos de afrontamiento en todo el cuerpo. "Hasta hace 20 años, pensábamos que la contaminación del aire sólo afectaba al sistema respiratorio", dice Petros Koutrakis, un químico ambiental que dirige el EPA Harvard Center for Ambient Particle Health Effects. En 2004, la Asociación Americana del Corazón publicó una declaración de consenso en Circulation que establecía "un caso fuerte de que la contaminación del aire aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares", la principal causa de muertes en Estados Unidos.

Fuente: https://www.sciencenews.org/