Sin sexo no hay paraíso: Crisis enfrió cama de los venezolanos
Es tanta la influencia de la economía deprimida que de acuerdo con su evaluación la solvencia financiera estaría impidiendo que el macho venezolano “levante” el prestigio que una vez tuvo como amante y, de paso, provoque que la hembra tricolor se bloquee ante sus propias apetencias carnales.
El desacelerado ritmo en la frecuencia del acto íntimo –calculado por los especialistas en una proporción de dos veces al mes– dista mucho de la cadencia de hace siete años, cuando el apogeo formaba parte de las sabanas con eventos amatorios de hasta ocho veces en el mismo lapso, según un estudio latinoamericano de Tendencias
La frecuencia sexual se ha hecho polvo
En el año 2010, un estudio sobre Hábitos Sexuales en América Latina, realizado por Tendencias Digitales, trazaba el perfil amatorio de los venezolanos.
En la investigación se incluía, además de Venezuela, la realidad aproximada de otros 10 países: Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia, Perú, Puerto Rico, Chile, México, Costa Rica y Ecuador. La encuesta, realizada vía on line, se fundamentó en la consulta a 13 mil personas.
El venezolano declaraba, hace siete años, que practicaba su sexualidad dos veces por semana, es decir, ocho veces al mes, lo cual era visto como un buen comportamiento continental.
El estudio también revelaba que el acto sexual era ejecutado a cualquier hora (43%). Esto se tomaba como indicativo de la fogosidad de la que aparentemente estaban hechos los criollos.
El tercer aspecto resaltante de aquel trabajo lo constituía el nivel de satisfacción. Los venezolanos respondieron que sus experiencias resultaban muy alentadoras en un 47, 7 %. Solo superados por los costarricenses con 49%.
Cero cinco en la boleta
Cuando califica la salud sexual del venezolano, el doctor Rubén Hernández le otorga una valoración deshonrosa de 5 puntos. En esto coincide Parra: “Estamos reprobados y sin derecho a corrección de pruebas”. Así, despejan dudas sobre el encogido desempeño del ardor vernáculo.
Pero, ¿qué ha ocurrido para que un país conocido mundialmente por su vocación hedonista y su fervor por las caricias haya mutado, olvidándose del placer para abandonarse, si se quiere, a la frustración.? Muchos son los factores que, según estos expertos, intervienen en ese diagnóstico tan deficiente en el arte de amar y dejarse amar.
1)Entre los primeros cinco motivos están el estrés, la angustia, la carencia o dificultad para conseguir alimentos, la desnutrición y la inseguridad. Un quinteto que estaría impactando la fluidez del furor.
2)Hay otros cinco factores desencadenantes que se suman: la carencia de anticonceptivos, la dificultad para conseguir vasoactivos para la disfunción eréctil, la diáspora de amigos y familiares, el aislamiento temprano en casa y la crisis en general del país.
3)En el tercer grupo de cinco elementos paralizantes se mencionan: las carencias afectivas entre los ciudadanos, la desesperanza colectiva, los sueldos insuficientes, la inadecuada atención hospitalaria y la certeza de saber que se está en un país sin respuestas positivas a las expectativas de vida con calidad.
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“El pene y la vagina no toleran un cheque devuelto, giro pendiente o preocupaciones por deudas.”
El contexto socioeconómico actual de Venezuela no contribuye con el mejoramiento de la salud sexual. La empeora. Entre el rosario de situaciones causantes, sobresale la economía contraída y los desafíos que deben enfrentar los ciudadanos para sobrevivir sin contar con dinero suficiente.
De acuerdo con su discernimiento resulta un hecho que los salarios de los trabajadores, tragados por una inflación gigantesca, no alcanzan para garantizarse un estilo de vida alejado de la ansiedad, desestimulante tan poderoso que competiría con cualquier “pastilla milagrosa”.
“La capacidad de ahorrar ha desaparecido y, como consecuencia de ello, no hay recursos para las escapadas, diversiones o situaciones que faciliten los mecanismos complejos de la respuesta sexual”.
La crisis no solo perturba los dormitorios, sino que se ha hecho un miembro indeseado en las casas y un espíritu sombrío que deambula por el país, lo que, a su juicio, afecta profundamente la calidad de vida de todos: “El miedo, la rabia y la angustia se han impuesto a la felicidad y a la satisfacción”.
Las fantasías sexuales como salida
Registrar el acto sexual en una agenda de compromisos semanales –señalando día y hora– constituye un arma terapéutica. Eso dicen los sexólogos. Pero, dadas las circunstancias del país, acordar por ejemplo un “mañanero” para el fin de semana se ha convertido en un patrón de rechazo. Las prioridades han cambiado. De ahí la merma en la frecuencia.
“Hay que desarrollar mecanismos compensatorios urgentes”, recomienda Parra. “El pesimismo no trae nada bueno. A pesar de todo hay que producir fantasías y pensamientos positivos que nos lleven a un erotismo fluido y sano, bien canalizado. Trabajar en ello es una necesidad impostergable”.
Para Rubén Hernández las fantasías representan “una herramienta fundamental” como terapia, aún más recomendable para quienes han caído en rutinas o no pueden resolver sus anhelos por la vía económica. “O quienes están bajo un estrés muy elevado”.
“Una fantasía sexual –conceptualiza Hernández– es un mecanismo creado por la mente humana para la búsqueda y satisfacción de los deseos que ayuda con la reconstrucción marital”.
El gran beneficio atribuido a las fantasías es que conducen a una vida sexual saludable, lo cual repercute en una mejor calidad de vida.
asi que ya saben chicos y chicas es mejor
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