La casa de la esquina I - Relato

Puede que con tiempo y después de ver casi sus ruinas allá comprobado que esa casa enigmática de la esquina que para muchos fue en su momento tema de conversación, convirtiéndose en una especie de psicosis colectiva local, fue simplemente alguna jugarreta de aquel personaje más inteligente que pareciendo siniestro se aprovechó de ello y jugo solo con todos.

Entre la calle Ayacucho y la calle 19 de Abril aún permanece lo que queda de ella y peor aún para aquellos que en la infancia temíamos pasar solo por el frente de ella, pues sigue intacta, negándose a ser derribada, pero esta vez vacía, sin aquella especie de cortina que parecía más bien una mortaja, aunque igual de oscura.

La casa se la esquina tendrá un promedio de casi 100 años, tal vez más, en la poco tiempo que conocimos de esa casa y su dueña, ambas siempre fueron personajes solitarios.
De la casa nunca vimos su interior. Era de pocos y pequeños aposentos, según lo que decían. Solo dos cosas sobresalían de esa construcción: su ventana y puerta única, ya que eran viviendas adosadas unas a otras.

Nicosia, recuerdo era su nombre. Muchos decían que era una especie de bruja gitana de origen griego. Cuando de pequeño la conocí ya era algo mayor. La primera vez que la vi vestía con muchas telas multicolores, usabas grandes argollas de oro y muchas pulseras y anillos también, era de ojos muy negros que remarcaba aún más con algún color y los hacia muy profundo, era cariñosa ciertamente, de labios pintados de rojo y uñas largas y bien cuidadas, siempre salía y entraba sola según las chismosas del barrio que nunca faltan, de lo que nunca se dieron cuenta fue cuando murió y la encontraron solo por el hedor de su cuerpo descompuesto, el cual nadie reclamo y fue enterrada en una fosa con solo su nombre.

Los vecinos que entraron en su vivienda luego de su muerte contaron que habían múltiples santos, velones y botellas de diferentes esencias, pero lo más tenebroso fue que algunos escucharon sus alaridos a esa media noche, puesto que compartían paredes en común. Durante esa noche se escucharon lloriqueos, lamentos y rasguños en las paredes pidiendo salir de allí donde nadie se atrevió a entrar.

Continuará