¿Quien era yo?
Era un día frió, la neblina no me dejaba ver por la ventana, sostenía aquella taza de café que llevaba conmigo varios años, el humo caliente golpeaba mi cara con cada sorbo.
La ventana empañada no hacia mas que recordarme mi vida, aquella que había olvidado, un espíritu errante y sin sentido que ha olvidado todo aquello que ha realizado durante su fugaz caminata por el mundo, suspiro con melancolía mientras observo mi reflejo en el cristal, toco mi reflejo como si se tratara de mi mismo y me pregunto "¿Quien soy?"
Una brisa entra de pronto haciendo revolotear las cortinas, una mujer desconocida entra al cuarto sin que me percate de su presencia, y me abraza por la espalda y dice palabras inaudibles para mi, las dudas que atormentan mi mente son tales que todo lo que sucede en la realidad me parece mera fantasía, dejo todo pasar, no emito sonido alguno, siento sus delicados brazos acariciar mi pecho, escucho una picara risa, y siento como besa mi cuello. Corrompido por la duda exclamo "¿quien eres?", comprensible mente ofendida me golpea en el rostro, me quita la taza, y me la rompe en la cabeza, es una lastima, la taza era lo único que ocupaba un lugar en mi memoria, siento una leve puntada de dolor emerger de mi cabeza, y observo en mi reflejo un hilo de sangre bajar por mi rostro, sigo sin expresiones, la veo marcharse con indignación en su cara, era bonita, cabello negro largo, una figura voluptuosa, piernas largas y una cara fina parecida a la de una muñeca de porcelana, me arrepiento un poco de preguntar pero de verdad deseaba saber su nombre.
Salgo del cuarto hacia un pasillo con pasarelas de cristal, no reconozco el ambiente, a pesar de haber, supuesta mente, vivido en este lugar por mas de una década, entro a lo que parece el baño, una ducha elegante de acero inoxidable, puertas de vidrio y cerámica negra o granito, a ciencia cierta no soy capaz de notar una diferencia. Me quito la ropa bañada en Café y sangre, empiezo a sentirme algo aturdido, es probable que algo no ande bien con este cuerpo, quizá ese golpe me afecto mas de lo que imagine. Abro el agua y la dejo alcanzar cada centímetro de mi cuerpo, una punzada terrible de dolor inunda mi cabeza cuando el agua caliente choca contra ella, la herida es mas grave de lo que pensé, sin darle importancia, tome el jabón y procedí a limpiarme como de costumbre, siento mi brazo derecho acalambrarse, cierro la ducha y me recuesto en el retrete de porcelana negra, me siento débil, esto no esta bien, y digo en voz alta para mi mismo "Detrás del espejo, pastillero morado, pastilla verde, cajón negro, alcohol y gaza". No tengo idea de como se esas cosas, pero las se, me levanto y tomo el espejo como si se tratara de una caja, hallo el pastillero, y tomo la pastilla, a un lado observo un cajón negro, al abrirlo encuentro el alcohol, lo aplico sobre mi cabeza, siento un ardor parecido a las llamas del infierno, o eso creo, procedo a aplicar las gasas sobre lo que parece la herida, me aturde, me siento mareado, al ver mi mano, solo veo sangre.
No tengo miedo, no siento nada, es extraño, es como si este no fuera mi cuerpo, ni mi vida, ni mi realidad, como si no perteneciera a este plano de existencia, me arrastro por el suelo incapaz de levantarme, mis piernas están débiles, y mis ojos apenas poseen la fuerza para mantenerse abiertos, logro salir del baño, y volver a ese pasillo, la niebla se ha disipado, veo un gran horizonte verdes, pasto, pinos alzarse mas allá de lo que nunca había visto, el cielo azul, un sol radiante y me veo a mi mismo, moribundo, cansado, lleno de dudas y dolor.
Tomo aire, logro levantarme usando la poca fuerza que le queda este cuerpo y bajo las escaleras y llego a una estancia, a mi derecha veo la cocina, y a la izquierda una puerta de caoba con muchos adornos y un candado antiguo, camino hacia ella atraído por un impuso extraño, ajeno a mi conciencia, al estar frente a la puerta, pongo la mano sobre mi cabeza, y retirando las gazas excavo en la herida y de alguna forma, retiro una llave de oro ensangrentada de mi cráneo, el mundo me da vueltas, coloco la llave en la hendidura, le doy vueltas y retiro el candado abierto de la puerta, la abro dejándome caer al suelo, levantando el rostro veo una sombra frente a mi, esta me patea el rostro dejándome inconsciente.
Nunca desperté, nunca recordé, ahogado en la duda perecí en aquella habitación, en aquella casa, en aquel lugar, preguntándome "¿Quien soy?"
Muy bueno. Muy subjetivo todo. Era como pasearse por una obra de Dali. También subí un relato, espero te guste. Saludos