Una lágrima con temblor

El abuelo de la playa decía que cuando se reencontraban dos amigos, o dos amores, la prueba de fuego estaba en el rostro que dejaba salir una lágrima, o en el cuerpo que temblaba expresando nerviosismo de alegría; si estos dos indicadores no se cumplen, esa amistad o ese amor, había llegado a su fin, había sucumbido al paso del tiempo o a las relaciones mal llevadas.

La humanidad en general lleva más de 60 días de dolor y confinamiento, debido a la pandemia; para unos ha sido una bendición, pero para otros una tragedia.

La actual crisis de relacionamiento familiar, social y laboral en todos los escenarios, ha sacado a la luz, lo mejor de las relaciones interpersonales. Hay familias que se están desbaratando, porque no se soportan los unos con los otros. Pero, también hay otras que lo llevan como una dulce bendición; que hasta están pensando en cambiar sus antiguos hábitos de convivencia.