La historia que te voy a contar involucra a un perro que no era mío. Un día, hace algún tiempo, tuve una fuerte discusión con una de mis vecinas y muy molesta subí decidida a enfrentarla con mis mejores argumentos, resulta que en el piso donde vive la vecina, vivía un perrito adoptado por una vecina.

Los cierto del caso es que este perro custodiaba celosamente ese pasillo y hacía difícil entrar ahí. No obstante, mi molestia era tan grande que no me importó, nada ni nadie me iba a impedir llegar hasta allá y resolver todo, resulta que detrás de mí, sube mi hermana ¡Ja,ja, ja! con miedo de que el perro me hiciera algo ¡ja, ja, ja! Aquí empiezo a reírme sin parar... ¡Ja, ja, ja, ja!

Llega el perro en cuestión ladrando furioso y yo avancé decidida y le he gritado al perro con tanta fiereza que el pobre se echó sin más y me dejó pasar tranquila.

Mi hermana que vio todo, estaba muerta de la risa y le cuenta a mi mamá:

-¡Mamá, Yeci le ladró a Manco y el pobre Manco tembló del miedo! ¡Mamá yo no sabía que tu hija tuviera el don de amansar a las fieras! ¡Ja, ja, ja, ja!

Desde ese día, cada vez que cuentan esa historia, morimos de la risa y mi hermana amaenza a cualquiera conmigo y dice:

-¡Tengo una hermana y estoy dispuesta a usarla!

Por cierto, Manco y yo quedamos como los mejores amigos después de ese día.Él murió hace años, fue lindo tenerlo con nosotros.