EL DEPREDADOR... Reflexiones sobre el Protocolo
Recomiendo observar con especial atención los documentales dedicados a la fauna. Podríamos descubrir algo de nosotros mismos y del sentido de nuestra existencia. La ruta del pensamiento/sentimiento que nos lleva a esos descubrimientos, es muy sencilla: sobrevivencia y más sobrevivencia. Nuestro desarrollo y evolución se basa solo en la sobrevivencia. Pero hay mucha diferencia entre la sobrevivencia de la fauna y la de los humanos. Para los animales que se encuentran en su hábitat, siempre habrá un predador al acecho, y en esa lucha sobrevivirá el más astuto, el más listo.
(Ilustración facilitada por Peakpx)
Cada especie viviente sabe cómo salvarse porque ha aprendido a superarse a sí misma con cada desafío durante generaciones (o conocimiento genético de cada especie), y ese aprendizaje es adquirido de forma instantánea, sin necesidad de escuela ni academia. Cada especie tiene su propia frecuencia vibratoria para comunicar. La gacela no necesita conocer el perfil del guepardo del que tiene que huir. Ella, apenas lo siente corre.
A este propósito ¿Será posible que el ser humano, siendo una especie de superior capacidad y entendimiento (supuestamente), tenga la necesidad de adquirir ese conocimiento de sobrevivencia, sólo a través de un entrenamiento o una educación académica tan estandarizada y dispersa? ¿Por qué nuestros cuerpos y capacidades en vez de evolucionar y potenciarnos naturalmente, pareciera que ocurre lo contrario? Pues somos cada vez más dependientes de la ciencia médica para mantenernos en pie. La naturaleza nos habla de ello constantemente, con sus cambios y transformaciones de las especies que la habitan. La fauna en su hábitat natural está muy consciente de cada instante de su vida por ese instinto de sobrevivencia, el humano no siempre lo está o casi nunca, será por eso que son ellos los primeros en huir cuando se aproxima una catástrofe natural, mientras nosotros esperamos que lo digan los noticieros antes de ponernos a salvo.
Esa población humana, tan abundante en este planeta, es muy probable que en el ámbito de sobrevivencia como especie, le ocurra un fenómeno como el de las tortugas marinas de Australia o de las ranas de la India, que se reproducen en masa porque a falta de mecanismos de defensas, la naturaleza favorece una reproducción masiva para que se salve sólo una parte de ellos, los que mejor lo puedan hacer.
Tenemos entonces que asumir que la vida es un constante aprendizaje y que nuestra sobrevivencia no es masiva, ni casual, quizás sea selectiva, esperando que todos estemos a la altura de nuestra propia evolución y sobre todo, que nos mantengamos muy conscientes de cada instante de la vida... Creo que allí está la clave de todo: Que mantengamos la serenidad pero estando siempre en guardia y desarrollando la astucia, nunca dar nada por hecho. La mente en silencio hace que el instinto de sobrevivencia se mantenga en guardia.
Sin entrar en mérito de quién hace esta selección, por ahora es mejor pensar que sea la misma naturaleza, porque si observáramos con atención cómo se desarrolla la cadena alimenticia y quién se nutre de quién, entonces sería válido preguntarnos ¿y quién se nutre del humano? ¿Quién ha sido nuestro predador desde que salimos de las cavernas? Hemos domesticado la naturaleza, pero nunca hemos visto la cara de nuestro depredador. Curioso ¿no?
(cont. en alguna parte)
El Protocolo y la sobrevivencia humana