¿Borgiano o Borgeniano?
A veces los que nos fascinamos con el legado de Jorge Luis Borges entramos en esta pequeña diatriba de si se dice Borgiano o Borgeniano ¿Qué opinas tu? ¿Cómo suena más marciano? ¿Con cuál de los dos nombres recae con más fuerte el resonar de los botones de la cabina de una nave espacial?.
Es cierto que creaba su propio universo, pero, también es cierto que en el mismo nos planteaba temas muy concretos, muy terrícolas se podría decir, el Borges que traigo a colación hoy es uno más conciso como lo era en su madurez por los años 1980. Uno que nos habla de tramas y urdimbres, de repeticiones y seguidillas. Conceptos que manejan también los tejedores y textileros. Estas palabras que se pueden usar para hablar (también) del tejido social.
De lo que se vivió una vez y nunca se olvida, aunque no lo recordemos, como aprendí en El viaje de Chijiro.
LA TRAMA
PARA QUE SU horror sea perfecto, César, acosado al pie de la estatua por lo impacientes puñales de sus amigos, descubre entre las caras y los aceros la de Marco Bruto, su protegido, acaso su hijo, y ya no se defiende y exclama: ¡Tú también, hijo mío! Shakespeare y Quevedo recogen el patético grito.
Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después, en el sur de la provincia de Buenos Aires, un gaucho es agredido por otros gauchos y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas): ¡Pero, che! Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena.