Confieso
Padre se que ya no estás en este plano terrenal pero quiero confesarte que creo estar pecando al codiciar lo que aún pudiera ser ajeno, que esto ya no se trata de un fragmento literario producto de mi imaginación, es el relato de una verdad, el develar de mi secreto, es el desahogo de la realidad con la que lidio cada noche incluso en mis sueños. Te cuento Carlos Rivero en ella he visto el brillo que le hace falta a mi sonrisa, ella ha sido la única razón de porque mi asta haya estado enarbolando la bandera del deseo de tenerla en medio de sus solitarias noches, que la hermosa dama posee en su mirada el mapa que me ha devuelto las ganas de abandonar estas tierras de soltería y retornar a una relación de seriedad. Padre permiteme contarte que en nuestras últimas conversas, muero por ser él sujeto adicto al sexo que le haga compañía en su cama en cada noche de soledad, que la sutileza la dejemos para el final, que sean sus gemidos y mojadas lo que hagan reverencia al buen trato que quiero darle con una alta dosis de intensidad, pero sin olvidar que también quiero ser él de las dulces caricias, él de un te quiero al despertar, el de los besos sutiles en sus mejillas, él que le diga te extrañaba al verla llegar. "J.R"