El último poema del señor Manquetillo

in #poesia7 years ago
  • Antes de empezar, quiero que sepan que esta narración solo es la manera que encontré de mostrarles este poema sin quedar corto. Nunca se me olvidará la vez que le dije a una tía que quería tomarme lo que quedaba de un cóctel suave que sirvieron en los quinces de una prima, para escribir diez poemas una sola noche. No me la bebí porque en realidad no soy fanático del licor, pero si lo soy de esa sensación que le da a uno cuando se siente ebrio de la emoción. Creo que, con un buen enfoque humorístico agridulce, esto se deja leer bien.

                 

                                                                              Fuente

Sonaba esa música tan cursi que solo él escuchaba en su soledad. No sabía qué quería además del silencio que, al terminar la melodía, llenó la oficina esa madrugada de diciembre, como la luz de una vela que llena la oscuridad. Carecía de ambiciones porque, luego de la paz, poco le quedaba por pedirle a este mundo por lo que quedaba de año. No estaba viejo, pero si estaba un poco acabado por dentro. Cuando se clausura una fábrica vieja y se van sacando poco a poco los equipos reutilizables, queda algo así como un pequeño vacío, y él sentía eso mismo mientras se regodeaba en sus triunfos. "Estar vivo" era como le llamaba.

Estaba frente a su máquina de escribir, mientras veía la foto de su mujer en un pequeño retrato. Ella vestía una chaqueta que él le había regalado y, cada vez que la pequeña lámpara titilaba -debido a una falla que tenía- él se giraba hacia donde la luz se atenuaba. Como era fanático de las metáforas, sentía que el hecho de que su figura se dilucidara repentinamente, y a una velocidad imperceptible, simbolizaba muy bien lo que sintió cuando la conoció.

Sin embargo, seguía allí ese espacio sin llenar. Él había decidido encararlo, aunque muy fuera de contexto. Se puso a pensar en todo aquello que le hacía sentir mal. Cuando se dio cuenta, no él, sino los dos años de viudo que tenía encima, escribieron este poema con sus manos: 

No solo de pan y agua vive el hombre,
sino que también se emborracha para matar el hambre.

Además escribe unos poemas tan lúcidos
que son sus conductores designados cuando se pasa de copas.

No me preguntes por qué.
Supongo que no me costaría perdonarme,
si fuera yo un Dios, creador o autor,
-muchas veces ya me tomé la osadía, por no decir molestia, de ponerme en sus zapatos-
el crear seres
imperfectos.

Lo que me costaría perdonarle a un Dios, incógnito indespejable,
es lo que a mí mismo a veces no me perdono;
y es que gran parte de nuestra imperfección
radica en el hecho de que
aunque no convertimos agua en vino
con la ayuda del mismo
es que nos quedan buenos muchos poemas.   

Nada mejor para un silente Dios
que demiurgos que apenas saben lo que hacen.

Lo más irónico de todo esto es que,
con lo mal que estoy de los bolsillos,
me tuve que beber un vaso de agua,
que al tocar mi boca se volvió anís,
y luego escribí este poema.  

Dejó una nota a su secretaria. Era el último día de trabajo del año y decidió, como jefe que era, tomarse el día libre. Entre uno que otro tropiezo, colgó en la pared una nota que decía:

Apaga la luz antes de irte, María; que sé que cuando no estoy eres la última en dejar el lugar, y no tengo demasiado dinero últimamente.

Llegó a su casa, se quitó lo esencial, abrazó a su madre y se acostó a dormir. Le dijo lo mucho que la amaba y que no quería seguir rompiéndole el corazón, por lo que no iba a trabajar más hasta el año siguiente, y que cuando volviera, no invertiría más en bienes raíces en el extranjero, ya que le fue fatal ese año.

Justo antes de dormir, rezó como se le había enseñado a hacerlo: como si hablara con un amigo. Le dijo a Dios cosas que me pidió que callase cuando me lo contó. 

Por algún extraño motivo, me dijo que el año que le seguía a ese diciembre iba a dejar de escribir poesía y que iba a escribir un libro. También me dijo que le pidió a Dios que le quitara un poco de lo bueno que tenía para beber y se lo diera en facultades narrativas.

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