Navegando entre las flores de mi Mami, un recuerdo primaveral me chocó.
¡¡Heeeeeey criaturas de la hermosura y la finura!! ¿Cómo están? Les traigo muchas flores...
Mis queridos y steemianos amigos, han de saber que soy un navegante asiduo del mar de la nostalgia, y que mi memoria juguetona retiene pocas cosas, entonces conservo como tesoro en un baúl muy especial algunos recuerdos bonitos. Recientemente con la llegada de la temporada más añorada (no por mi, el otoño e invierno son mis favoritos) diambulando aquí en casa de mi Mami, vino a mi uno de estos recuerdos bonitos que les cuento. ¿Han conocido a alguien que sea dotado con manos llenas de energía creadora? no se burlen, suena raro lo sé, me refiero a ese alguien que todo lo que cocina sabe rico, todo lo que tejen/cosen es hermoso, todo lo que arman es ingenioso y porsupuesto, todo lo que plantan crece y florece... Mi madre tiene esas manos.
Desde que tengo memoria, en donde viviera, la casa siempre contaba con plantas y animales (de todo tipo, una vez hasta un borrego tuvimos en el jardín, ¡Qué cosas!). Y bueno, la anécdota que quiero compartirles brevemente es justo ella (mi mami) siendo feliz los Domingos soleados arreglando su jardín de cuatro metros cuadrados, que a mi parecer era una hermosa selva miniatura, había tanta variedad y frondosidad en tan poco espacio, increíble, la casita se distinguía de todas las demás que en lugar de conservar ese espacio destinado para plantar, agrandaban su construcción, la nuestra era la única con tanto verde al frente.
Albahaca, pata de vaca, ruda, huele de noche, un arbolito de aguacate o de guayaba y de limón, chiles, rayos de sol, alcatraces y tantas más... Pero en la mini selva los rosales eran los más preciados, altos floreando tanto que los vecinos de pasada cortaban las flores (me imagino clarito al romántico empedernido y además tacaño consintiendo a la novia con tremenda rosa que, déjenme decirles, su aroma es más intenso que las de cualquier florería, o seguro, terminaba en el altar de la virgencita de alguna vecina mocha que osó robarlas, ¡Ah, que risa! Como fuera siempre amanecían menos rosas).
En fin unos años después tuvimos que mudarnos y como toda buena madre no podía dejar a tantas hijas plantas a su suerte, entonces consiguió cualquier cosa que funcionara como maceta y así cargó con todo lo que pudo... La casa a la que llegamos no tenía ni un centímetro de pasto, aunque si un patio dónde colocarlas y hasta la fecha (agregando una mudanza más con las mismas descripciones) todas esas plantas junto con otra buena cantidad que ha ido adoptando, o replantando cuando crecen... Todas en sus macetas de todos tamaños y formas son felices, crecen y hoy en día, estas son sus flores...
Ésta colada entre las flores es Tita, espiándome mientras tomaba las fotos, ojalá les haya gustado mi regalo, arranquen las imágenes pero no las flores, ellas están para ser admiradas, fotografiadas y cuidadas!
¡¡Beso grande y atómico!!
PD. Y esta última flor es la favorita de los tres retoños de mamá, aunque no lo admita jiji porque es un secreto y no deben decirle a nadie porque así me va!!
¡¡¡Les mando amor y paz en forma de abrazos!!!