El confucionismo y la importancia de Steem en las Criptomonedas
“Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo aprendí, lo hice y lo entendí." Confucio (28 de septiembre de 551 a. C - China - 479 a. C.).
Reflexión:
Nuestra mente, así como es de prodigiosa, es de frágil. Mientras de una parte llegamos a conclusiones, producto de juicios y elaboraciones abstractas y complejas; también olvidamos con facilidad cosas, que hemos observado y que por razones desconocidas no hemos logrado interiorizar.
Podríamos pensar que la explicación estaría dada en la falta de atención prestada; o , si se quiere también, al poco interés en el asunto determinado, que hace que nuestro cerebro de manera selectiva en función de las cosas que verdaderamente nos importan, se detenga u ocupe exclusivamente de algunos asuntos y de otros no.
Pues bien, más allá de las explicaciones sobre el particular, lo cierto del caso, es que nuestra capacidad de recordar las cosas que escuchamos, se pontencializa, cuando además de escucharlas, las visualizamos a través de representaciones de eso mismo que estamos escuchando, convirtiéndose en patrimonio imborrable, si eso que escuchamos y vemos, procuramos hacerlo, pues al hacerlo, damos cuenta del entendimiento de la situación, y cuando se entienden las cosas, se convierten en procesos lógicos que no se olvidan.
Que importante aplicar estos conceptos en todo proceso de aprendizaje, especialmente en el de nuestros hijos; esto es: OÍR, VER, HACER; y no simplemente oír, pues lo que simplemente se oye se olvida con suma facilidad; u oír y ver, pues a pesar de que lo que se ve se aprende, es necesario entender las cosas para que queden como IMPRONTAS indelebles en nuestro ser.
Biografía:
Fue un reconocido pensador chino cuya doctrina recibe el nombre de confucianismo. Procedente de una familia noble arruinada. A lo largo de su vida alternó periodos en los que ejerció como maestro con otros durante los cuales fue funcionario del pequeño estado de Lu, en el noreste de China, durante la época de fragmentación del poder bajo la dinastía Zhou.
Nació en el pueblo de Zou en el antiguo estado de Lu, actual provincia de Shandong, en el seno de una familia de terratenientes nobles, el clan de los Kong. Su padre murió cuando Confucio tenía tres años y dejó a la familia en la pobreza. Confucio, a pesar de ello, recibió una esmerada educación.
Siendo aún joven, trabajó para la administración del estado de Lu. Su primer trabajo fue en los graneros estatales y llegó a alcanzar el rango de ministro de Justicia. Dimitió del cargo años más tarde, ya que no estaba de acuerdo con la política que seguía el príncipe.
Una de sus grandes influencias fue Zi Zhaan, primer ministro de Cheng, quien introdujo el primer código jurídico en China. También influyó en Confucio el escepticismo de su época en lo concerniente a la religión, pues a causa de haber sufrido muchas guerras se había perdido la fe en los dioses.
A los cincuenta años comenzó sus enseñanzas. Viajaba solo de un lado a otro instruyendo a los contados discípulos que se reunían en torno a él. Su fama como hombre de saber y carácter, con gran veneración hacia las ideas y costumbres tradicionales, pronto se propagó por el principado de Lu, y luego a toda China.
A partir de la dinastía Han, diversos emperadores se inspiraron en la obra de Confucio para organizar la sociedad china. En los siglos posteriores sus enseñanzas ejercieron una poderosa influencia en la filosofía y en la historia de China.
Durante la segunda mitad de la época en que China estuvo regida por la dinastía Zhou, antes de Confucio, el gobierno central sufrió un proceso de degeneración y decadencia, y las intrigas y la relajación de costumbres se generalizaron. Confucio lamentaba el desorden característico de aquellos tiempos, así como la ausencia de modelos morales que revirtieran tal situación. Por ello, llegó a la conclusión de que el único remedio era recuperar y difundir entre la población los principios y preceptos de los sabios de la antigüedad. Por este motivo instruía a sus estudiantes en los clásicos de la literatura china. También subrayó la importancia de la música china, que en aquella época tenía funciones ceremoniales y religiosas en las prácticas del Estado y del culto. Propugnó el gran valor del poder del ejemplo. Los gobernantes, decía, solo pueden ser grandes si llevan vidas ejemplares y se guían por principios morales. De esta forma, los ciudadanos de sus estados tendrían el necesario estímulo para alcanzar la prosperidad y la felicidad.
Una popular tradición sobre su vida establece que a los 50 años de edad se convirtió en magistrado de Zhongdu y un año después fue nombrado para ejercer en Lu un cargo equivalente al de ministro de Justicia. Se cuenta que, a los pocos días de ser nombrado ministro, mandó ejecutar en el principado de Lu a un noble, Chao Chong Mao, delante de las puertas de su castillo, y ordenó, además que su cadáver fuera expuesto durante tres días. Cuando le preguntaron cómo se atrevía a hacer aquello con uno de los hombres más considerados en Lu, Confucio respondió que aquel hombre, además de ser un indeseable, poseía algo que lo hacía más peligroso: era tan brillante y tenía tal facilidad de palabra que sería capaz de arrastrar a otros en sus errores.
Confucio habría establecido numerosas reformas que condujeron a una administración de justicia caracterizada por su imparcialidad y a la práctica erradicación del crimen. Lu llegó a ser tan poderoso que el gobernante de un estado vecino intrigó para conseguir la destitución del ministro. Es más probable, sin embargo, que solo fuera un funcionario menor. En cualquier caso, Confucio dejó su cargo en el 496 a. C. y se dedicó a viajar por diferentes territorios impartiendo clases y esperando en vano que algún otro príncipe le permitiera emprender reformas. En el año 484 a. C., después de que su búsqueda de un gobernante ideal se revelara por completo infructuosa, regresó por última vez a Lu. Pasó el resto de su vida escribiendo comentarios sobre los autores clásicos. Falleció en Lu y fue enterrado en Qufu (Shandong) en el año 479 a. C. El templo y cementerio de Confucio, así como la residencia de la familia Kong fueron declarados Patrimonio cultural de la Humanidad en 1994.