Románico de Ávila en Madrid: las ruinas de San Isidoro
Dicen las crónicas, que allá por el siglo XI, la iglesia de San Isidoro se construyó sobre las ruinas de una ermita prerrománica que se levantaba en la margen derecha del río Adaja, extramuros de unas murallas, que todavía actualmente continúan cercando a la ciudad de Ávila, como todo un símbolo de su orgulloso pasado.
A la que fuera esta interesante iglesia románica, también se la conoce como de San Pelayo, teniéndose constancia de que allí permanecieron reposando por algún tiempo las reliquias de este santo, cuando fueron trasladadas desde Sevilla.
Si bien nunca llegó a alcanzar la relevancia de otras iglesias de Ávila, como la de San Vicente, la de San Nicolás, San Esteban o la de la Virgen de la Cabeza –curiosa advocación, que nos recuerda no sólo a la curiosa figura de la mujer del Santo Patrón de Madrid, San Isidro Labrador sino también a la curiosa afición de los caballeros templarios por las cabezas-relicarios, a las que numeraban después del nombre latino de Caput- en sus orígenes se tiene la certeza de que fue un templo que respondía a todos los patrones clásicos de la geometría sagrada, teniendo su planta la típica forma de cruz.
Su declive comenzó en el siglo XVII, cuando se sabe que fue reedificada, seguramente adaptándose a los gustos arquitectónicos de la época.
Con posterioridad y a partir de la Desamortización de Mendizábal, acusó los efectos del tiempo y del abandono, siendo sus despojos vendidos a un particular, que posiblemente, como era costumbre en la época, la reutilizó como granero.
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