A 153 AÑOS DE SU NACIMIENTO. JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ: ICONO DE FE A PESAR DE LA BUROCRACIA CATÓLICA.
Cuando de siembras y cosechas se trata…
José Gregorio Hernández: Icono de fe a pesar de la burocracia católica.
El culto al también llamado “Médico de los Pobres”, sigue elevándose en oraciones ante un gran número de fervorosos que aseguran haber recibido sus favores.
Martha Reyes – Tremendobeta.com
¿Cómo se le explica a un venezolano de fe profunda, de esos que cargan en su cartera o tienen en su mesita de noche una estampita del Dr. José Gregorio Hernández, alumbrada además con una velita blanca eterna, que éste no es santo porque a la iglesia católica no le da la gana de declararlo como tal?
José Gregorio Hernández Cisneros, un mortal como cualquiera de nosotros fisiológicamente hablando, nació en Isnotú, estado Trujillo, el 26 de octubre de 1864. Desde pequeño demostró su bondad y su vocación de servicio al prójimo.
Su padre, un comerciante estable para la época, escuchó de su hijo a la edad de trece años que quería estudiar Derecho, pero el señor Cisneros lo convenció de que la medicina era el camino y le proporcionó las herramientas necesarias para que se mudara a la ciudad capital y se preparara con todas las de la ley. Así, obediente de sus padres y de los designios de Dios, emprende su aventura a Caracas y recibe su título de medicina en 1888. A sus 24 años, y con un excelente promedio, el gobierno de turno le otorga una beca con la cual viaja a París, con el objetivo de profundizar sus conocimientos en áreas más especializadas de la medicina que para entonces no eran muy conocidas en el país.
Una vez instalado en Francia, José Gregorio no pierde tiempo y profundiza en las áreas de Microbiología, Histología Normal, Patología, Bacteriología y Fisiología Experimental, entre otras. Terminados sus estudios en París, se traslada a Berlín para estudiar más sobre histología y anatomía patológica y seguir un nuevo curso de bacteriología.
Cuando regresa a Venezuela, ingresa como profesor de la Universidad Central de Venezuela, Alma Máter que lo vio graduarse como médico general, y además aprovecha de traer valiosos equipos médicos al Hospital Vargas. A él se debe la introducción del microscopio en Venezuela.
El 14 de septiembre de 1909 es nombrado profesor de la cátedra de Anatomía Patológica Práctica, la cual funcionó anexa al Laboratorio del Hospital Vargas, y de la cual se encargó hasta la creación de la cátedra de Anatomía Patológica de la Universidad Central, con asiento en el Instituto Anatómico, y que fue regentada por el doctor Felipe Guevara Rojas, en 1911. Por otra parte, fue el fundador de la cátedra de Bacteriología, la primera de esta disciplina que se fundó en América, y la primera persona en Venezuela en publicar un trabajo de dicha disciplina (Elementos de Bacteriología, 1906).
Es considerado el impulsor y pionero de la verdadera docencia científica y pedagógica en Venezuela, basada en lecciones explicativas, con observación de los fenómenos vitales, experimentación sistematizada, prácticas de disección y pruebas de laboratorio. Por otra parte, es destacada su faceta como fisiólogo y biólogo, conociendo a fondo la física, la química y las matemáticas, ciencias básicas y trípode fundamental sobre el que reposa toda la dinámica de los seres vivos.
Pero a la par de su labor científica, importantísima además para la historia médica venezolana, tenía inquietudes religiosas muy fuertes. De hecho, intentó fallidamente hacerse servidor de Dios en dos oportunidades, pero su salud era delicada y afecciones pulmonares no le permitieron concretar ese sueño. Era profundamente católico, condición que nunca entró en conflicto con su labor científica y a pesar de no ocupar algún cargo dentro del clero de la iglesia católica, José Gregorio era un ferviente creyente del catolicismo.
Era conocido como un hombre culto (hablaba español, francés, alemán, inglés, italiano, portugués, dominaba el latín, era músico violinista, filósofo y poseía profundos conocimientos de teología). También era exigente y se caracterizaba por la puntualidad en el cumplimiento de sus deberes profesorales. Formó una escuela de investigadores, y entre sus principales discípulos estaban el doctor Jesús Rafael Rísquez, quien fue su sucesor en la cátedra de Bacteriología y Parasitología, y Rafael Rangel, considerado como el fundador de la parasitología nacional.
Impedido de ejercer labores religiosas, se aboca completamente al ejercicio de la medicina humanitaria. Su necesidad de ayudar al prójimo consiguió sosiego en el ejercicio de la profesión en ámbitos humildes, por eso se le conoció como “el médico de los pobres”. Se dice que él recetaba a sus pacientes y cuando éstos le decían que no podían costear el medicamento, él mismo les daba el dinero para que cumplieran con el tratamiento. Centenas de personas esperaban turno en su hogar, donde su hermana Isolina lo ayudaba a cumplir con su deber. Fue allí cuando la gente empezó a verlo como un médico de bondad infinita y le decían que era un santo.
Murió trágicamente en Caracas el 29 de junio de 1919, al golpearse la cabeza con el borde de la acera a consecuencia de un impacto con un automóvil, en la esquina de Amadores, La Pastora, Caracas. Sus restos reposan en la iglesia parroquial de La Candelaria de esta ciudad, después de estar por mucho tiempo en el Cementerio General del Sur. Vale decir que era la tumba más visitada de dicho cementerio.
Tomado de: http://tremendobeta.com/
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