Critica: Devilman Crybaby Netflix
Netflix parece decidida a apostar cada vez más fuerte por la animación. Ya nos dejó el pasado año la serie Castlevania, corta pero con muy buenas ideas para abrir el apetito de una segunda temporada. Pero con Devilman crybaby, ha dado diez pasos más allá, dejándonos una joya no solo de la animación japonesa, si no a nivel global.
Desde el anuncio de la serie ya no pusieron los dientes largos sabiendo el manga de Go Nagai (autor de Mazinger Z) que iban a adaptar, Devilman, todo un clásico de los 70s recogido en 5 volúmenes. Pero sobre todo por la elección del director: Masaaki Yuasa, uno de los más grandes talentos de la animación japonesa actual, conocido por la película Mind Game o series como Ping Pong y The Tatami Galaxy.
Desde luego el resultado final no ha decepcionado, un brillante manga de base sumado al talento de un gran director, nos ha dejado una obra maestra. Devilman crybaby nos sitúa en el mundo actual, donde los demonios están comenzando a aparecer, entre tanto caos, un sensible chico llamado Akira Fudou se verá arrastrado a pelear contra los demonios debido a que se ha convertido en uno de ellos, pero conservando su corazón humano, desde entonces será conocido como Devilman.
La premisa a priori sencilla y bastante poco original, puede recordar incluso a la conocida Tokyo Ghoul (pero…¡eh! Devilman llegó primero), nos quitará todos los prejuicios en su primer episodio, reconociendo que no estamos ante otro anime cliché del bien contra el mal. En este sentido, Yuasa y el guionista Ichiro Okouchi (todo un veterano en la industria que participó en animes como Code Geass o Planetes) adaptan perfectamente el manga original a nuestra época actual, tomándose además bastante licencias que no hacen más que engrandecer el guion.
Como ya mencioné, el primer capítulo será una gran carta de presentación para lo que nos espera en los siguientes: animación made in Yuasa, capaz de hacer cosas que pocos imaginaríamos, desfase total sin cortarse para nada en la violencia y el sexo explícito, una banda sonora en su mayoría electrónica que encaja a la perfección con la serie y un argumento lleno de personajes carismáticos que levantará el interés conforme avanza.
Es por este último punto, el argumento, en el primero que quiero adentrarme en más profundidad. En estos diez episodios se gesta una trama que se enriquece mucho con su trasfondo y da hachazos en más de una ocasión, no es muy complicado el darse cuenta de como no solo los demonios que iremos viendo serán los villanos, si no las propias personas pueden llegar a ser incluso peores que ellos, y es un propio demonio, Devilman, el único que verdaderamente intenta salvarnos. Pero en su capa más superficial también funciona a la perfección, engranando una historia a fuego lento que desde el primer capítulo ya nos va dejando pequeñas pistas (en imágenes o diálogos) de lo que se nos avecina.
Junto con esta esplendida historia confluyen un buen número de personajes bien definidos y con carisma, incluso algunos secundarios de turno, que no pasaría nada si no tienen una personalidad construida, conocemos sus motivaciones y pasado para no dejarlos solo en personajes de usar y tirar.
Otro punto positivo comentado anteriormente es la banda sonora, que tal y como la obra original es adaptada a la más cercana actualidad, cargada de sonidos electrónicos, dubstep y rap freestyle, atención sobre todo a este último ya que sus letras serán reflejo de muchas de las situaciones que irán aconteciendo en los episodios.
Por último, englobando los últimos dos puntos comentados en párrafos anteriores, y los más importantes, tenemos el desmadre de la serie en temas controvertidos como violencia y sexo que obtienen su máximo exponente con la animación de Yuasa, optando en este caso por motivos obvios a una gama de colores más oscura, que no por ello falta de diversidad, en lugar de colores más llamativos a los que nos acostumbra en muchas de sus obras anteriores.
Es una verdadera gozada ver como confluyen la violencia y el sexo más explícitos con la animación que nos deja Devilman crybaby. Verdaderas idas de olla que no dejarán indiferente a nadie; aquellos sabedores de apreciarla disfrutarán de cada capítulo como si no hubiera un mañana y no podrán más que aplaudir a un verdadero genio, capaz de sacar el máximo partido visual al margen de cualquier presupuesto.
En conclusión, Devilman crybaby es una serie candidata a la perfección, de la cual ínfimas cosas negativas puedo decir, quizás un ritmo demasiado apresurado en su último episodio, pero esto es algo también característico del director, al cual le gusta ir como un rayo en muchas ocasiones. Un producto que se me ha pasado volando y que he disfrutado como pocas veces, solo tengo ganas de más Devilman después de acabarla y clamar al viento que Yuasa y Netflix trabajen juntos en muchas ocasiones. Una sensación que solo saben dejar los obras maestras, tal vez con Devilman crybaby estemos ante una.