El nacimiento (Capitulo 1)
En el año 2157 fui violada. Una tarde que salía de mis asesorías en la Unidad Minima de Formación Permanente, un hombre me sigue sin que yo me de cuenta, al entrar en un café - cosa de liberar la mente con cafeína y frutos secos- se aproxima a mi de la forma más cortés del mundo, aún cuando yo estaba retraída y un poco desgana con la idea de entablar conversación intenté permanecer jovial, cosa de mantener la educación aun cuando fuese un desconocido.
El tipo era agradable, se veía joven aun cuando un pronunciado halo azul rodeaba sus ojos café -cosa que con frecuencia asociaba a la gente de edad pronunciada- me hablaba sobre los beneficios y maleficios del café, me informaba sobre las últimas novedades en el desarrollo de la ciencias aplicadas, al finalizar me miró detenidamente, y dijo:
Es una lastima que yo venga hasta aquí solo a advertirte que no debe salir hoy, habrías sido una gran compañera y una gran amiga.
El comentario misterioso me dejó desconcertada y algo pensativa, sin embargo no me detuve a pensar demasiado en ello. Al volver a casa mi madre había dejado una nota diciendo que ella y mi padre había asistido a la reunión del círculo neocristiano como de costumbre, indiqué al OS mis necesidades nutricionales y adaptó para mi el menú del día.
Me vi una viejas películas de dos dimensiones de Woody Allen, creo que nunca dejaré de ver películas del siglo XX, específicamente me quedé pensando en Manhattan, si bien hoy en día el cine de realidad virtual te permite estar dentro de las escenas e incluso vivir las sensaciones, a mi me gusta más el cine del siglo pasado en que podía permanecer fuera de la escena y sentirme un poco Dios, un poco inmortal. Vi a la hermosa e ingenua Tracy ser - en mi opinión- manipulada por un hombre maduro y de escasa seguridad personal, en un desarrollo estético sublime, que el cine actual le costará imitar y que sin embargo quedaba debilitaba por este hombre bajito e inseguro, lleno de una ira profunda y perenne.
Al terminar, me preparé papas gratinadas y un poco de carne de soja, con una infusión de toronjil y limón a la que tanto me había hecho afín en los tiempos en que me preparaba para la planificación anual. Y en eso me llegó un mensaje de Bruno, algo de ir a tomarnos unas pastillas de hipersensibilidad o un Light (una bebida con base en prozactina muy de moda en este tiempo), el rato pasó agradablemente, entre risas y juegos, ya siendo las diez de la noche me provocó regresar y Bruno me acompañó hasta la casa, al estar frente a la casa para despedirnos se quedó un tiempo mirando mis ojos y aproximándose con lentitud intentó besarme, le di un empujón leve para apartarlo, el me indicó unas disculpas, que no volvería a pasar, algo incómoda intenté despedirme pero me pidió usar mi baño, la incomodidad no impide que uno deba hasta cierto punto ser cortés y le indiqué dónde quedaba, pasó con ligereza y salió rápidamente, se aproximó para abrazarme y al hacerlo, me tomó el rostro con firmeza para besarme, su fuerza era evidentemente superior lo cual impedía poder separarlo de mi, lo golpeaba con mis puños sin que él se inmutara, lo cual intuí era consecuencia de los efectos de las pastillas las cuales dejan insensibles a las personas por un corto periodo de tiempo luego del éxtasis sensorial.
Me desnudo y penetró con dureza, pese a que el miedo y nulo deseo sexual hacían que yo no lubricara, el acto se concretó dejando marcas externas e internas. Cuando mis padres llegaron me vieron desnuda con él teniendo obligándome al coito, al que se separó con miedo y brusquedad, yo corrí a sus brazos con tristeza y esperanza, pero lo que ocurrió luego no fue lo que esperaba, mis padres pensaron que yo había realizado el acto sexual con intención, interpretaron mis lágrimas como las de alguien que habiendo sido sorprendido en un acto rebeldía reaccionaba con lágrimas y suplicas, yo no lograba hablar agredida, partida, desarticulada hasta la fealdad más profunda, mi agresor acuenta de ser mi “amigo” salió caminando de mi casa con el semblante de quien se siente arrepentido de sobrepasar la confianza de los padres de una amiga y no con el rostro de un violador que fue descubierto infraganti.
Herida hasta el desconsuelo, me fuí a mi habitación, la tragedia no termina allí pues una semana más tarde resulte estar embarazada de mi agresor, aquel día me fui de mi casa, vendí mis pertenecías y no regresé más.
…
En principio sentía un gran odio por aquel ser que se engendraba dentro de mí, era como si el odio fuese evolucionando día tras día, desarrollándose, semana tras semana, mes tras mes, la ley del aborto aprobada en 2040 me permitía pesé a todo deshacerme de este ser pero yo había tomado la decisión de tenerlo, yo tomaría esta atrocidad y la trocaría en belleza, esa era mi voluntad.
Seguí mis estudios con normalidad, en poco tiempo conseguí vivir en los asilos de asistencia especial, durante aquel tiempo logre desarrollar los planes educativos hasta decidirme por un área de formación compleja: Vida y Alma. Empecé a desarrollar IA’s, organos electronicos, estudios sobre la memoria y arquitectura atomica del cerebro. En el sexto mes el embarazo empezó a desarrollar problemas graves, al parecer sufriría de una enfermedad que lo iría degenerando de forma acelerada. No me inmute siquiera, en esas circunstancias no aflora nada.
Transcurrieron los meses, con paciencia y trabajo, logré seguir adelante. Una tarde que salí a comprar víveres me encontré con mi madre, su mirada turbada, triste y temerosa se alejó de la mía, yo reconocía este sentimiento de desconcierto, yo que había llevado años esperando cierta transformación ella que nunca se concretó, aún me culpaba aun cuando su corazón anhelaba mi regreso, esta era su lucha interior y era también una herida en mi memoria. Esta herida, esta sensación de dolor no crecía pero tampoco cesaba, como si fuese algún tipo de maldición incurable, que permanece abierta y firme, insaturable ni con los modernísimos métodos de formación de tejido, es así, las heridas en el alma son perennes monumentos al infinito.
Nueves meses transcurrieron con rapidez. Era una niña de tez oscura, cabellos acaracolados, ojos intensos y negros. La enfermedad desconocida amenazaba de forma integral el cuerpo, degenerando tejidos como si le arrancan en la vida a las células recién formadas, la médico no supo darme una información realmente alentadora o quizá solo estaba colocando los pies sobre la tierra.
Dijo: quizá dure unos diez años, en ese tiempo la mayor parte de sus tejidos van estar comprometidos y puede colapse. Naturalmente este ser que había nacido por mi voluntad y esfuerzo, que había sido consumado producto de una penetración no deseada de mi identidad, este ser que que había odiado por ser la consumación de un terrible pasado, era un ser marcado por la noche y quizá por mi propio odio, y naturalmente sentí sublimar la sensación de mi herida ardiendo hondamente en mi conciencia, en mi alma.
Los con el paso de los años me convertí en una de las mejores inestigadores de mi área y fue entonces que conocí a la filósofa, una mujer de estatura promedio con rasgos afrodescendientes, un halo azul rodeaba sus ojos café, tendía a ser muy ordenada y disciplinada, me introdujo en sus investigaciones sobre la voluntad de la materia y en un programa para poder determinar la esencia del ser. Sostenía que el hombre es enteramente memoria y enteramente materia, y que esto no negaba la posibilidad del alma, qué alma no era un objeto sino una forma, una manera en la materia se distribuye en el ser, que la tendencia a recuperar su forma es la voluntad del meteria ergo es el alma misma.
En una conversación le explique sobre el desarrollo de una IA hiper avanzada, capaz de existir bajo una independencia absoluta, ella me miró intensamente y preguntó ¿Qué tan independiente podrías hacer a un androide? ¿Cuán próximo lo podrías llevar a la humanidad?
Las pregunta retumbó en mis adentros, un pensamiento fugaz se había introducido en mi, ¿Podría acaso crear un cuerpo humano? ¿Podría desarrollar una manera para instalar en ese cuerpo la memoria de alguien, es decir, su alma?
Aquella tarde llegando a casa, mi hija corría con emoción tras un chuchube que había entrado, tenía ya tres años y corría con torpeza, la enfermedad no había sido tan cruel como podría esperarse, o ese pensé hasta ese comento en corriendo se cayó dado un fuerte golpe en el suelo, corrí a levantarla, pero ella poso sus manos sobre el piso realizando un esfuerzo que reconocí era voluntad pura, voluntad casi consciente y se levantó aunque sus piernas fuesen débiles debido a su enfermedad, trató de hacerlo afrontado sus debilidades y me abrazó.
Tuve que ir a curarle la sangre de las rodillas raspadas y miraba la sangre con detenimiento, como brillante salía y ardía, recuerdo la conversación, iba algo así:
¿Qué es esto rojo?
Es sangre.
¿Qué es sangre?
Sangre, es un líquido como el agua que tiene toda la gente y los animales.
¡toda! ¿Es igual toda?
No, cada quien tiene su propia sangre, cada sangre es única, puedes tener sangre como la mía, como la de mis padres, si un día tienes hermanos , como la de tus hermanos, y así.
¿Es como un recuerdo que llevas dentro?
Si, creo que si.
Me recordaran para siempre.
Si, siempre.
Para siempre.
Secretamente mis investigaciones fueron enfocadas en el desarrollo de un cuerpo androide capaz de emular a la perfección la humanidad. ¿Para qué? ¿Para ella? o ¿Para mi? ¿Para salvarla a ella o para salvarme del dolor? No lo sabía, no lo entendía, tenía el deseo ineludible de escapar de toda sensación, de todo el dolor, arrancarme el alma, dejar de ser, y sin embargo permanecer, porque estaba naciendo algo en mi, algo inefable, algo que me amarraba al deseo de vivir más y se contradecía con mi deseo de cesar en sensaciones.
En conjunto con la filosofa montamos un equipo de investigación y un inmenso programa, la labor de replicar el alma humana, entendida más que como alma eso que los japoneses llaman kokoro y que es todo lo que el humano es. Se desarrolló en primera instancia y con mayor preocupación una cerebro, en principio se pensó hacerlo como se hace computadora, pero en la fase misma de diseño se observaron todas las imposibilidades, un cerebro tal tendría que poder tocar todas áreas del pensamiento sin que la información en el fuese aportada desde afuera sino desarrollada desde él, o sea tendría que tener la capacidad de aprender desde la nada y de afrontar todas las circunstancia inherente a lo humano, al punto que este ser si un día desea hacerse pintor lo sea y pueda crear desde su visión del mundo y no desde extrapolaciones de la realidad como se hacía en las IA hasta la actualidad.
El uso de casi infinito de lenguajes superpuestos dentro de lo que sería su psique, que afrontaría el color, el sonido, la forma, el sentimiento, la alerta, el aprendizaje, la ambición, la posibilidad de hacerlo crecer. A la vez de tantos núcleos en este mega procesador como neuronas hay en un cerebro común y corriente, la capacidad de readaptarse, de aprender sobre la marcha, se suponer, de creer, de desarrollar nuevos uso a las herramientas en su ser diferentes a las que la fabricación le dio.
Un día, mi hija teniendo cinco años, la llevé al laboratorio, para entonces usaba silla de ruedas, sus piernas tenían un aspecto envejecido, sus ojos permanecían intensamente oscuros, la filósofa la conoció, y entramaron una rápida amistad, la filosofa le enseñó ha hacer una grulla de papel, la miró con ojos llenos de ternura, esos ojos tan extrañamente antiguos en un rostro tan joven la miraban ciertamente maravillados y enternecidos, le explico que cuando haya hecho mil grullas de papel podría desatar un poder oculto, un poder capaz de salvarla de la muerte, un poderoso deseo que podría hacerla feliz.
Mi hija sonrió y desde entonces hacía una o dos grullas de papel a la semana, sin falta, a veces hasta tres, pese a que el proceso degenerativo hacia que el simple acto de doblar papel fuese dolorosísimo para sus manos, ella no demostraba con gestos de dolor su sufrimiento, en cambio cuando finalmente lo lograba su rostro era un ente de luz que llenaba mi alma y mi pensamiento, aliviaba todo mi dolor y la pesadumbre con que con el tiempo me había acostumbrado a vivir.
Esa misma semana le dimos unas piernas biomecanicas. El sentimiento fue indescriptible, las noches que pase diseñando aquellas piernas idénticas a las de cualquier humano, indiferenciables y perfectisimas, los dolores de cabeza, el dolor de espalda y pies por la bipedestación, se disiparon, disolvieron ante mis ojos cuando solo pude ver a mi hija levantarse de los brazos de la muerte y volver a caminar, caminó hasta mí y alzó sus débiles brazos para estrecharme a ella, me pidió: quiero unas manos mamá, necesito hacer más avez, aún no termino.
Mientras la abrazaba mis lágrimas corrieron con lentitud por el borde de su rostro, sereno y bello, pues juntaba nuestros rostros profundamente conmovida, la tarde fuimos a comer y en la noche dormimos juntas, viendo por una extraña casualidad vimos Forrest Gump, paso la pelicula sonriendo sobretodo cuando Forrerst cumplia su promesa y entregaba a la familia de Bubba lo que consideraba que les correspondía. Antes de dormir, me preguntó si ella podría nadar como el teniente Dan y no supe decirle otra cosa que ella nadaba mejor.
…
¿Quien iba podría pensar que la científico más importante en 2165 podría ser además la más desdichada de todas personas en el mundo? Hoy recibo el premio nobel con apenas veintiocho años, soy una de las personas más jóvenes en recibirlo, por mis estudios en el desarrollo de un cuerpo biomecánico humano, perfecto.
A qué nos referimos en esto de la perfección, y es a la similitud humano androide, crear un androide al punto de que sus ojos nos dieran paso a un alma, o sea la posibilidad de alojar un alma en ese cuerpo, ese fue mi mayor anhelo, aquí habrá quien se pregunte ¿Con qué fin? ¿Habrá pensado esta mujer en hacerse parte de su maquina para alcanzar la anhelada inmortalidad? Y tendría que decirles que si, que fui un monstruo como cualquier otro monstruo, y no por algo tan vano como la inmortalidad, para mi el enigma de la muerte no tiene mayor atracción, quiero decir, el enigma de mi muerte, en cambio si otras muertes me pesan.
Acá les leo:
Madre, estoy apunto de morir, el corazón biónico que me hiciste salvó a mi amiga Susana que no encontraba trasplante y el riñón que me hiciste hace dos años salvó a Julio, el niño lindo que quería ser mi novio, recuerdo que cuando me conoció me explico lo feo que era su enfermedad, pero que siempre quiso tener otra enfermedad peor, que los niños con su enfermedad casi no reciben atención y sin embargo tú lo salvaste. El otro día terminé las mil grullas de papel, esta carta que has desdoblado era la última, mi deseo, mi milagro eres tú, tú puedes salvarlos a todos, tú me salvaste a mi.
Algunos se preguntarán porque no hay lágrimas en mi rostro, la verdad es esta, cada órgano en mi cuerpo ha sido reemplazado por un equipo biomecánico, mis manos fueron diseñados para lograr las mejores pinturas, los mejores origamis, el más perfecto corte de bisturí, el potencial es infinito, como infinito es el potencial de todos los humanos, pero la verdad que no fue esta la razón por la que me hice haci, yo intenté liberar de mi alma, yo intenté dejar de sentir, yo intenté que la herida en mi corazón no doliera tanto, reduje las sensaciones físicas a cero, mi diseño acaba con toda sensación, acaba con todo dolor físico, intente, intente, intente, pero hoy estoy aquí ante ustedes, mi hija ha muerto pues no he logrado materializar mis diseños a tiempo y se siente, esta vieja herida se siente arder y confiesa que la flama azul del alma es inextinguible.