Concurso Semanal de Nano Narrativa (Semana 15) EL MANGO Y LA MANZANA
Quien transite los pasillos de exhibición de frutas en este lujoso supermercado en Maracay, estado Aragua, Venezuela, verá que en uno de los cestos colocaron un montón de mangos criollos, amarillos con rosado, maduritos, entre los cuales sobresalen unos grandes y más bonitos.
Sin duda se trata de un mercado prácticamente internacional pues exhibe frutas de otras nacionalidades, donde sobresalen también unas manzanas grandes, rojas, clasificadas, las cuales van llenando de gusto los ojos de los asiduos clientes. Llaman especial atención de dos niños que la madre conduce por las callejuelas del supermercado. Como es sabido con las dos superfrutas mencionadas se pueden hacer recetas de jugos, o el disfrute inmediato de su pulpa a la boca.
Pedrito, el hermano mayor, escoge un mango y la fruta le manifiesta en voz orgullosa:
-Supe la verdad, no es para consumirme de manera natural, sino para que los otros niños en la escuela sepan lo que el hombre construye a su paso por la vida.
Juancito, el menor, se apodera de una manzana roja, grande, fría, tampoco la necesitaba para consumirla rápido. La frutilla fue un poco más prosista al hablar:
-Ya sé, me llevas para que tu padre que es pintor y un artista, pueda penetrar en mí y darle sentido a la vida, y para que la pintura montada en cuadros adornen los cuartos infantiles.
La madre y sus dos hijos se marchan con la compra para la parte más alta del discurrir humano donde viven. La mamá lleva en mente (al llegar a casa) juntar la pulpa del mango y la manzana con otros ingredientes en la licuadora, con el fin de preparar la compota para el bebé que la criada arrulla en su cuna.