— ¿Por qué se ha mudado? ¿Por qué no me contó que se mudaba?... bueno, quizá porque tenemos más de 6 años sin hablar –él se cuestionaba mientras subía las escaleras del edificio— quizá no sea tan buena idea haber venido; yo y mi tendencia a la impulsividad.

Él llegó al apartamento, tocó el timbre y esperó. Uno, dos, tres... se dio media vuelta, pero de inmediato la puerta se abrió. Entonces se miraron directamente a los ojos, con mucha sorpresa y también con añoranza. Ella se quedó sin palabras.

—¡Lo siento! Solo pasaba por el vecindario y decidí pasar a saludar… quizás no fue una buena idea —Dijo él con recelo.

—No, no, es solo que ha pasado mucho tiempo… vamos, no te quedes ahí afuera, adelante —Dijo ella con una gran sonrisa.

Él pasó, ella hizo té y galletas. Las horas se consumieron casi por obra de magia, hubo risas, también algunas lágrimas, pero sobre todo hubo vida, porque se pusieron al tanto de ellas.

—Muchas veces me pregunté dónde estabas. ¡Te echaba de menos! —Ella posó la mano en la mejilla de él y ambos se estremecieron.

Él la miró fijamente a los ojos, ella apartó su mano, pues esos no eran los ojos que ella ya conocía, eran distintos, eran furtivos.

—Lo siento —se apresuró ella a decir.

Entonces el tomó su mano y la acercó a sí mismo, la tomó con cuidado y casi sin aliento, la tomó mientras la besaba, la besaba tan lentamente… la besaba con esperanza. Ella respondió a su beso, con frenetismo y arrogancia.

Mientras que él dejaba una constelación de besos húmedos en su pecho, ella lo despojaba de su camisa con premura. Se devoraban con pasión, ese deseo que había permanecido en su interior por más de 18 años.

La mano de él acariciaba la entrepierna de ella, como quien toca las mismísimas nubes. Ella se aferraba a su espalda como quien intenta agarrar agua con los dedos.

Los sentidos se les dilataban, una corriente vertiginosa los arrastraba. Ella se entregó como las estrellas al cielo, él la tomó en una caricia, la tomó en un mismo aliento. Se arrojaron al mismo volcán, tomaron del mismo sustento, porque ambos tenían hambre… porque ambos tenían sed, porque ambos simplemente necesitaban de su piel.

Aquella noche fueron uno. Un grito emergió de la garganta de ella, el placer lo desarmaba a él. Ambos respiraron y se vieron nuevamente a los ojos.

—Yo siempre te quise y jamás te dejé de querer, Elliot— Dijo ella reposando sobre su regazo.

—Ahora yo jamás me iré de tu lado, Olivia—susurró él inhalando el olor de su cabello.

El relato anterior es un Fanfic inspirado en los personajes de Elliot Stabler y Olivia Benson, personajes de la serie televisiva "La Ley y el orden: Unidad de Víctimas Especiales".

Queridos lectores, sinceramente ese relato no era lo que tenía en mente... yo pude haberle salvado la vida a Gatsby, también pude haberle dado un final menos trágico a 《Otoño en Nueva York》, también pude haberle dado una continuación a la vida de Samuel en 《La invención del amor》... sin embargo, decidí darles una oportunidad a Olivia y a Elliot.

No soy fan de la serie, pero la veo desde muy pequeña, porque mi madre si es adicta a ella... la dejé de ver por muchas temporadas, pero siempre volví a caer en el hilo... siempre pensé que ellos se merecían al menos una noche juntos y por eso acabo de dárselas; porque ya tendré tiempo de salvar a Gatsby, porque al fin y al cabo, Samuel terminó con su verdadero amor y darle más días de vida a Charlotte Fielding hubiera sido mu utópico.

El texto que les acabo de mostrar firma parte de.mi participación al concurso de nano narrativa, una iniciativa creada por el equipo de @acropolis, quienes semanalmente desafían a nuestra creatividad.