Las experiencias fuertes nos cambian / Strong experiences change us

Hola comunidad, espero estén muy bien! Para este post les vengo a hablar de una experiencia que tuve en el Festival Internacional de Esmeraldas (Quito, Ecuador) bastante fuerte y emotiva, que no se viven todos los días.

Como ya les había comentado anteriormente tuve la inmensa oportunidad de participar en el Festival Internacional de Esmeraldas que es para mi uno de los mejores festivales de América Latina, teniendo la dicha de compartir cultura con músicos de otros países, maestro de una talla altisima como Andrey Baranov (ganador del premio más importante de violin en el 2012), Lynn Chang (maestro de Berklee, en Boston), el Juilliard String Quarteto, entre otros importantes músicos. Aparte de todos los conocimientos otorgados por estos increíbles maestros también tuve la oportunidad de vivir algo sumamente emotivo junto a mi cuarteto de cuerdas, donde fuimos seleccionados para hacer un pequeño concierto en un Hospital Dermatológico, allá mismo en Quito.

Ya en camino al sitio, íbamos con el equipo que nos iba a grabar para documentar un poco la experiencia para el festival y comenzábamos a sentir intriga, pues lo que nos contaban era algo totalmente inusual e impactante, pero primero que nada, les hablo un poco para ponerlos en contexto...

La visita era al Hospital Dermatológico "Gonzalo Gonzales", hospital que desde hace años funcionó para atender pacientes con enfermedades como Lepra o Hansen, convirtiéndose este hospital prácticamente en una residencia para todos los pacientes.

Sinceramente no recuerdo con certeza si el hospital dejó de funcionar (cuando fui estaba prácticamente abandonado), pero lo que si recuerdo muy bien y fue lo que más me impactó, es que ninguno de los pacientes podía salir a la calle, ni a simplemente caminar.

Esta medida se tomó desde que la población de todo el sector supo que allí estaban los pacientes que tenían esas enfermedades, creyendo que si salían a las calles iban a contagiar a los demás, cosa que luego se pudo desmentir pero que sin embargo, siempre se tuvo que mantener la regla de no poder salir del hospital. Otras de las cosas que nos comentaron es que la mayoría de los pacientes habían sido olvidados por sus familias, así que la única compañía eran ellos mismos y los trabajadores que iban a cuidarlos, doctores, etc.

Era totalmente impactante imaginar cómo personas por tener una enfermedad debían vivir prácticamente encerradas (es una palabra fuerte, pero no encontré otra) por consecuencia de ella, y pasar toda la vida allí, pudiendo salir tranquilamente. Por cierto, todos los pacientes en el 2017 que fue cuando los pude visitar, tenían más de 50 años.

Al llegar vimos rostros un poco silenciosos, cerrados, pero alegres y sorprendidos. Creo que tenían mucho tiempo sin recibir una visita (eso, me quebró un poco). Habían ojitos sumamente ansiosos y curiosos viendo cómo sacábamos nuestros instrumentos y lo afinabamos, era muy lindo!

Luego de una breve presentación de quien nos llevó al Hospital interpretamos el primer movimiento de un cuarteto de Schubert. El cuarteto les encantó, así que a petición de ellos tocamos otras piezas cómo "Por una Cabeza" , de Carlos Gardel, una pieza de Bach para cello sólo y una pieza Venezolana, "Atardecer" de Luis Laguna.

Al terminar, mientras escuchaba sus aplausos luego de terminar el recital me era complicado no pensar en que al año siguiente no podía visitarlos, y que no sabía en realidad cuando podía volverlos a ver, pues muchos ya estaban muy mayores (eso me terminó de quebrar), así que al finalizar el recital tuve que salirme del salón a respirar y llorar tranquilamente, porque había sido una experiencia bonita pero sumamente intensa y fuerte.

Era increíble como personas que eran limitadas de algo tan primordial eran tan felices, al menos en ese momento que pudimos regalarles. Ver risas, sonrisas, lágrimas, era sumamente especial, porque estábamos regalando algo que quizás nunca habían tenido en sus vidas por simplemente haber tenido esa enfermedad. Personas tan sanas, pero que fueron sumamente afectadas hasta físicamente por esa enfermedad, teniendo que estar en sillas de ruedas, o con necesidad de ayuda para caminar y que a pesar de todos valoraran eso poquito que les dimos, pero de corazón, fue algo que me hizo ser más humano a partir de ese entonces. Somos privilegiados de tener salud, tener familia, de tener nuestras dos manos, de tener algún don o algún talento, somos privilegiados de algo, siempre, y está en nosotros el agradecer por ello y el dar a partir de ese don a los demás, como símbolo de agradecimiento para así hacer una mejor estancia en este mundo, por uno y por los demás.

Espero les guste este bello video, gracias siempre por leerme. Abrazos, y a hacer de este mundo un mundo mejor!

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Hello community, I hope you are very well! For this post I come to talk about an experience that I had in the International Festival of Esmeraldas (Quito, Ecuador) quite strong and emotional, that you do not live every day.

As I said before I had the immense opportunity to participate in the International Emerald Festival that is for me one of the best festivals in Latin America, having the joy of sharing culture with musicians from other countries, master of a very high stature as Andrey Baranov (winner of the most important violin prize in 2012), Lynn Chang (teacher of Berklee, in Boston), Juilliard String Quarteto, among other important musicians. Apart from all the knowledge granted by these incredible teachers, I also had the opportunity to experience something very emotional next to my string quartet, where we were selected to do a small concert at a Dermatological Hospital, right there in Quito.

Already on the way to the site, we were going with the team that was going to record us to document the experience for the festival a bit and we began to feel intrigued, because what they told us was something totally unusual and shocking, but first of all, I talk to them little to put them in context ...

The visit was to the Dermatological Hospital "Gonzalo Gonzales", a hospital that has worked for years to treat patients with diseases such as Leprosy or Hansen, making this hospital practically a residence for all patients.

I honestly do not remember for sure if the hospital stopped working (when I was practically abandoned), but what I remember very well and it was what struck me the most, is that none of the patients could go out on the street, or just walk .

This measure was taken since the population of the entire sector knew that there were the patients who had these diseases, believing that if they went out to the streets they would infect others, something that could later be denied but that nevertheless, always He had to keep the rule of not being able to leave the hospital. Other things that we were told is that most of the patients had been forgotten by their families, so the only company was themselves and the workers who were going to take care of them, doctors, etc.

It was totally shocking to imagine how people because they had a disease should live practically locked up (it is a strong word, but I didn't find another one) because of it, and spend their whole life there, being able to leave quietly. By the way, all the patients in 2017 that was when I could visit them, were over 50 years old.

Upon arrival we saw faces a little quiet, closed, but cheerful and surprised. I think they had a long time without receiving a visit (that broke me a little). There were very anxious and curious eyes watching how we took out our instruments and tuned it, it was very nice!

After a brief presentation of who took us to the Hospital we interpret the first movement of a Schubert quartet. The quartet loved it, so at their request we played other pieces such as "Por una Cabeza", by Carlos Gardel, a piece of Bach for cello only and a Venezuelan piece, "Sunset" by Luis Laguna.

At the end, while listening to their applause after finishing the recital, it was difficult for me not to think that the following year I could not visit them, and that I did not really know when I could see them again, because many were already very old (that ended up breaking me ), so at the end of the recital I had to leave the room to breathe and cry quietly, because it had been a beautiful but extremely intense and strong experience.

It was amazing how people who were limited to something so primordial were so happy, at least at that moment that we were able to give them away. Seeing laughs, smiles, tears, was extremely special, because we were giving away something that perhaps they had never had in their lives for simply having had that disease. People so healthy, but who were extremely affected even physically by that disease, having to be in wheelchairs, or in need of help to walk and that despite everyone valued that little we gave them, but from the heart, it was something that It made me more human from that time. We are privileged to have health, to have family, to have our two hands, to have some gift or some talent, we are privileged of something, always, and it is in us to thank for it and give from that gift to others, as a symbol of gratitude to make a better stay in this world, for one and for others.

I hope you like this beautiful video, thanks always for reading me. Hugs, and make this world a better world!