SE FUERON LOS PRIMEROS AMIGOS DE MARCELA

Marcela, ese es el nombre de mi nieta; apenas tiene 3 años. Sus cabellos amarillos rizados, sus ojos azules, grandes y pícaros en los que se pueden observar sus alegrías y tristezas, ya ha sentido el vacío que deja la partida de un amigo.
Vive en una urbanización donde todas las tardes las madres bajan sus hijos para que compartan y jueguen en un “caneisito” y un parque (bastante destartalado) que ellos disfrutan como si estuvieran en el mejor lugar del mundo. Entre esos niños (6) están sus dos primitos, de 2 y 5 años.
Las madres, cuyas edades oscilan entre 25 y 34 años, son quienes generalmente bajan los niños y aprovechan los atardeceres crepusculares conversando y pendientes de ellos. Hablan de todo un poco, no dejando de abordar lo concerniente a la situación económica que se vive en el país y el futuro incierto de sus hijos.
Hasta diciembre del año pasado, muchas de estas madres ya asomaban la posibilidad de irse del país con su familia; otras, de irse a cualquier país en búsqueda de ingresos para ayudar en la manutención del hogar, so pena de dejar sus esposos o los abuelos atendiendo los niños. Sin embargo, cuando mi hijo decía, los amiguitos de Marcela como que se van del país, yo pensaba como dice el refrán: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”, pero para tristeza de Marcela y sus padres, el trecho se hizo chiquitico, y sus amigos partieron a otros lugares, fuera de Venezuela.
Las festividades navideñas, los encuentros familiares de los primero días del año para darse el “feliz año”, la espera del día de reyes y la alegría que embarga a los larenses por la venida de la Divina Pastora, fueron días que, con todo y la angustia de los padres de estos niños, al no encontrar alimentos, hacer colas desde muy temprano para medio comprar comida, el no haber medicinas, ni para una gripe, no afectaron el diario compartir del caney siendo disfrutados por los niños. Gracias a dios, ellos tienen su mundo, sin preocupaciones.
Pero después del veinte de enero, el caney de los encuentros, se hizo muy grande y triste, y las interrogantes de Marcela y sus primos no se hicieron esperar; acompañadas del célebre: y por qué? a las respuestas que eran dadas por sus padres, por la usencia de los amiguitos: se fueron a otro país, ya no bajaran porque no están, sus papás tuvieron que irse y se los llevaron, la familia tuvo que irse y se fueron, el papá y la mamá se fueron a trabajar a otro país, ya ellos no viven aquí.
Esos amigos, que Marcela pudo haber disfrutado durante su niñez y tal vez parte de su infancia, no será posible. Quizás, por su edad, esta ausencia de sus primero amigos, no sea relevante en su vida, pero ya Marcela sintió lo que es el vacío que deja un amigo al partir.

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