Creé este microrrelato de terror para el concurso de @trenz, cuyas bases puedes consultar aquí. (Esta vez parece que sí llegué a tiempo).
Para esta historia me inspiré en la obra Los Sueños de Akira Kurosawa (Yume). Si no la han visto... no esperen más.
Gracias por leer.

Ventisca

Los soldados entraron al complejo dos horas después del ataque aéreo. Aún salía humo de algunas instalaciones pero después de sortear algunos obstáculos llegaron al objetivo: la oficina principal de aquella fábrica de muerte. Si aún estaba vivo, arrestarían al artífice de un arma biológica con la que el enemigo está ganando la guerra. Inolora, la sustancia crea alucinaciones a quienes la inhalan, llevándoles a sufrir un gran tormento y automutilarse. El edificio principal estaba bastante dañado, por lo que no fue difícil acceder. Adentro todo cambió. Nevaba tan fuerte que no se veían paredes o techo, todo era blanco. En medio de la ventisca una mujer desnuda se acercó al pelotón. Parecía que flotaba, su cuerpo pálido se confundía con la nieve. Era etéreo. Los soldados la escuchaban reír desde todas partes. Desaparecía con la nieve y aparecía más lejos o más cerca, sin expresión alguna en el rostro diáfano. Se burlaba. Dos soldados comenzaron a disparar a la nada, y mataron a tres de sus compañeros. Buscaron la salida, pero ya no estaban en la oficina. Era una montaña asediada por una densa tormenta de nieve. El sargento Smith halló una cueva y se refugiaron.

Han pasado 85 años, el mundo es otro. Ellos no saben que perdieron la guerra. Siguen a la espera que pase la ventisca, aturdidos por el frío, preocupados por la falta de comida y asediados por la risa grotesca de la mujer de la nieve, que nunca los dejó salir de la cueva.