La cuestión indígena (México)
México es una patria heterogénea, con una población indígena extensa, con usos y costumbres propias y cuya formación social es muy diferente a la de gran mayoría mestiza. A diferencia de otros grupos enajenados de las costumbres mexicanas -principalmente comunidades menonitas y la comunidad judía- que son grupos insignificantes poblacionalmente, la población indígena no sólo es amplia en número sino que es heredera histórica de gran parte del territorio mexicano.
Esto no implica no hablar de la cuestión indígena. Simplemente el matiz que requiere en abordaje no se puede plantear en los mismos términos que el que hicieron los colonos americanos, australianos, sudafricanos frente a los autóctonos, ni la cuestión judía del nacional socialismo alemán o, más recientemente, la inmigración africana y asiática en el norte de Europa.
La cuestión indígena, por el contrario, toma hoy mas importancia que nunca ante el inminente despertar de la consciencia del movimiento de la regeneración nacional que se expresa con más entusiasmo que nunca y muestra un genuino interés por una transformación radical del viejo sistema clasista y corrupto que marginó a indígenas y clase trabajadora por igual y que busca ser generar un desarrollo sustentable, nacionalista y equitativo. Este objetivo obliga a presentar la cuestión indígena, entendiendo con ello en pleno sus derechos como ciudadanos mexicanos pero también su derecho a autodeterminación de acuerdo a sus costumbres y usos ancestrales. Esto es, por una parte, considerar la asimilación, de ser necesario, forzosa de los pueblos indígenas y su territorios; y por otra generar las garantías constitucionales que les permita convivir bajo absoluta autonomía y libre del yugo del federalismo mexicano, el cual es ajeno a su estructura socio-política. Es decir, la cuestión indígena es una necesidad de garantizar la seguridad y prosperidad de los pueblos indígenas sin violentar sus usos y costumbres; o, violentar sus usos y costumbres, para integrarlos completamente en la sociedad mexicana. Esta cuestión no es minúscula, aunque no guarda semejanza de ninguna manera con los antecedentes históricos en diversas partes del mundo en el manejo de las minorías, ya sea el holocausto indígena en el imperio americano o la repulsión y persecución que sufrieron los judíos, o que actualmente se observa en Sudáfrica con los Afrikáans. El objetivo de plantear la cuestión indígena no implica de ninguna manera condicionar sus derechos y facultades al Movimiento de Regeneracion Nacional sino determinar cual es la mejor forma para que logren desarrollarse en su propia identidad social histórica y como ciudadanos mexicanos especiales.
Varias razones me permiten llamarlos ciudadanos mexicanos especiales. En primer lugar, el hecho de que son los pobladores originarios de estas tierras; en segundo lugar, que han representado por siglos una clase explotada y desprotegida, abandonada, por la sociedad mexicana en su conjunto; tercero, porque a pesar de la enajenación a la que han sido sometidos han desarrollado un actividad social rica y particular que difiere mucho de las actividades propias de la sociedad mexicana colonizadora y mestiza, son orgullosos de sus raíces y son celosos de sus usos y costumbres. En mucho casos conservan su estructura política y social, sus creencias, su vestimenta, su propia alimentación y sus propia ciencia ajena completamente a la sociología, psicología, ciencia y tecnología occidental que ha adoptado la nación mexicana dominante. Es decir, son seres marginados en todos los sentidos de la vida cotidiana mexicana, desde los Huicholes en el norte de México hasta los Mayas en el sureste.
Este nuevo Movimiento tiene la imperiosa obligación de entender las necesidad de estas comunidades y protegerlas de una vez por todas, evitando la indiferencia de cientos de años de federalismo. Existen dos formas de entender el indigenismo mexicano.
La primera como una expresión más del pluralismo social y por lo tanto buscar su asimilación económica y política, como una parte mas de la democracia participativa del Movimiento de regeneración Nacional, lo que implica someterlos a las mismas reglas y obligaciones de todo el resto de la población (tal y como se da la convivencia entre un Adventista del Septimo Día o un católico), siendo parte del proyecto de nación que engloba cada una de las Secretarias ejecutivas y entendiendo que existirán fuertes resistencias por parte de grupos Antifa como el EZLN y otros grupos globalifóbicos y antinacionalistas.
O la segunda, respetando su autonomía y por lo tanto delimitando de una vez por todas las derechos y obligaciones que tiene el Estado frente a estas comunidades, identificando la estructura real de su composición socio-política y protegiendo todos estos matices en la Constitución para que no puedan ser víctimas de intereses económicos o políticos, delimitar territorialmente su espacio vital y construyendo las políticas necesarias para evitar que se conviertan en Reservas Indígenas sin oportunidades de prosperidad y desarrollo como ha sucedido en los Estados Unidos donde se han constituido .
Ambas opciones son de una complejidad enorme y requieren todo el esfuerzo del Estado. Implican retos que nunca se han enfrentado, precisamente por la dificultad de ejecutarlos, pero que estos nuevos tiempos apremian. La cuestión indígena representa un reto sin precedentes pero la Cuarta Transformación está a la altura de llevarla a cabo.
Hola @garvofe, muy buen artículo, mencionaste importantes distinciones.
Saludos de México,
@Layra
Qué ganas tengo de viajar a Méjico. Lo tengo en la lista, para el siguiente viaje de cruzar el Atlántico. Saludos cordiales.
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