League of Legends. Lo amo, pero lo odio.
Un saludo para todos, hoy quiero compartir con ustedes mi experiencia con este jueguito un tanto vicioso.
Para quienes no conozcan lol o League of Legends, les comento que es un juego online en el cual adquieres tus personajes, aprendes a jugarlos, desarrollas destrezas y agilidad para pensar y tomar decisiones con respecto a las jugadas dentro del mismo. Una partida de lol tiene un tiempo de duración de unos 45min, pero puede llegar a durar más de 1 hora (Jugué muchas de éstas)
Es un juego totalmente libre, allí pueden jugar hombres y mujeres de todos los países. Dentro del mundo de los “gamers” no suele verse mucho el género femenino, sin embargo, esto no quiere decir que cierto porcentaje no sea parte de él. Éste es un tema un poco controversial en lol, puesto que muchos hombres tienen el vago pensar, que las mujeres tenemos menos capacidades para llevar a cabo una partida exitosa y aportar algo positivo en cada una de ellas. Esto fue algo que me motivo muchísimo a pasar horas practicando y volviéndome cada día mejor dentro del juego. Para mi desgracia, me deje llevar por el deseo de sobre salir entre hombres y mujeres, quería que me conocieran por tener la capacidad de terminar una partida exitosamente. Lo comento con lamento, pues pase muchas horas, de muchos días, meses y años intentando superarme, tanto, que fueron muchos los días en los cuales empezaba a jugar a las 6pm y terminaba a las 5am. Pasados algunos años, me di cuenta que realmente ese tiempo invertido en una plataforma infinitamente grande, conformada por millones de usuarios de todos los países, no me estaba trayendo ningún beneficio; de hecho, me alejaba de las personas que quería y de aquellas experiencias del vivir que de alguna manera si te pueden ser útil en algún momento de tu vida. Tome la decisión de alejarme del juego poco a poco, no lo hice de repente porque sabía que sería un efecto rebote, de alguna u otra manera volvería a estar allí jugando hasta el amanecer. Conforme pasaba el tiempo, fui invirtiendo mis días en proyectos de estudio que realmente merecían noches de trasnocho.
El mes pasado cumplí un año de estar totalmente desconectada de ese mundo virtual al cual te vicias y no quieres ver más allá. Hoy soy más proactiva, elaboro planes a futuro y me desarrollo mejor en mis habilidades. En fin, no debemos cohibirnos de aquello que nos gusta, siempre debe haber un equilibrio entre cada una de las cosas que llevemos a cabo. Yo decidí dejarlo atrás, pues ahora mismo, estoy muy feliz por dedicarme a lo que realmente me apasiona y me llena el alma.