Reto de escritores - Milkbox - El lector de mentes

-Había una vez una sociedad que desarrollaba una gran tecnología. El artefacto era de visión pública, no existía nadie en el mundo que no supiera el más grande invento de la historia actual, uno que romperían las fronteras del cine. Ese tipo de tecnología tenía el poder de hacer evolucionar a pasos agigantados a la humanidad. Y era nada menos, que el Iluminador un aparato capaz de proyectar la imaginación de las personas, mas no era solo esa función. Tiene como meta principal dar a conocer los recuerdos pasados del usuario que lo use, así como los pensamientos que el cerebro llevaba a cabo en tiempo presente. Sin embargo, para callar las bocas a los millones de personas del mundo que desconfiaban de la nueva tecnología, decidieron darle un uso comercial que era proyectar una película únicamente producida por la creatividad humana. No habría actores, efectos especiales, directores tras cámara, ni típico “corte o acción”. Solo estaría un cerebro elaborando la filmación en vivo.

Los prototipos del artefacto eran muy riesgosos y pocos estéticos. La comunidad hablaba de que se insertaban en el cerebro directamente, haciendo incisiones en el cráneo para poder llevarlo a cabo. Luego de grandes gastos y buscar fondos por donde pudieran, la empresa tecnológica Whaleshares llegó a finiquitar los desperfectos de esta maravillosa tecnología. Duró solo 5 años, realmente lo lograron, sin abrir cabezas pudieron mostrar en una pantalla grande lo que la mente humana pensaba. Ahora caballeros, déjenme deslumbrarlos lo que dejará atrás lo antiguo, así como el sonido le ganó a lo mudo, como el color le ganó a lo gris y les presento lo que relegará al color, que no es otro que el mismo pensamiento- dijo explosivamente el presentador a la multitud congregada en el magnífico estadio blanco.

El hombre iba bien arreglado con un traje formal rojo, que refulgía en ese ambiente totalmente blanco. El estadio había sido invertido por la misma empresa Whaleshares, lo llamaron exactamente Estadio Blanco porque todo desde las sillas, escaleras, paredes, lámparas. Emitían el color del nombre dado. Además de la coloración, sus dimensiones rayaban en lo gigantesco, el propósito era albergar a miles y miles de espectadores. Allí estaban los importantes, los científicos; y claramente, lo que necesitaban para ganar apoyo, la gente común con entradas gratis.

El presentador hizo una reverencia al terminar de hablar y estallaron millones de petardos, se encaminó hacia un lado del escenario para dar entrada a la máquina. Sin lugar a dudas era enorme, como un súper ordenador, aunque realmente era un ordenador, solo que en vez de teclas había una silla con un casco pequeño y cómodo.

-Nunca me dejará de sorprender lo grueso de tu voz- expuso un joven que apareció en la tarima.

Era un chico de tan solo 20 años, bien vestido con las ropas más caras, su traje era negro y de una tela muy suave. En la mano izquierda cargaba un libro titulado El Psicoanalista. La sonrisa del muchacho traslucía nerviosismo, sus ojos llenos de orejeras demostraba que ni siquiera había podido pegar un ojo.

-¿Y el libro? - preguntó el presentador riendo, su voz gruesa resonó por todo el estadio.

Tímidamente el joven lo enseñó a todo el público. Gracias a las distintas pantallas regadas por el lugar, se mostró sin ninguna dificultad la portada completa del libro.

-¿Cómo te llamas joven? - formuló el presentador dándole la mano enérgicamente.

-Francisco Uzcategui- respondió poniéndose rojo como un tomate.

Entre los ricos se oían susurros de desaprobación. Ni el nombre, ni la imagen del chico habían sido reconocidas por el mundo. El muchacho no era nada para ellos, pero aun así estaba en un evento de gran magnitud. Todos se rieron un poco al notar que el pobre Francisco temblaba, otros lo evaluaron con la mirada y lo más osados lo buscaron por las redes sociales.
-Dime Francisco y cálmate un poco hombre, andas como nervioso. ¿A qué viniste hoy al Estadio Blanco? – le dijo el presentador riéndose.

Francisco tomó aire para responder, lo intentó a la primera y no salió nada de su boca. La inquietud estaba acabando con el muchacho. Cuando finalmente habló casi fue como un murmullo.

-Vine a leerles-

La multitud alzó la voz, creían que estaban bromeando con ellos. Los obsesivos compulsivos que lo buscaron en internet, se llevaron una decepción al saber que el chico ante ellos era meramente un escritor mediocre que nunca había llegado a publicar ni un libro. Fue rechazado todas las veces que llevó sus manuscritos para que fueran publicados. Los abucheos se empezaron hacer oír.

-¡Pido silencio a todos los caballeros y damas presentes en el Estadio! ¡Son unos niños o que cosa! – les interrumpió el presentador.

El tal Francisco volvió a tomar aire para hablar.

-Les leeré con la mente, pero con el mismo propósito que mi madre lo hacía conmigo cuando tan solo tenía 5 años-

Dicho esto, se dirigió al asiento que se le había dedicado, pronto la gente se alborotó. Los ricos comenzaron quejándose del servicio, mientras los de clases más promedios quisieron lanzar objetos. Entre las multitudes estaban los mismos trabajadores de la empresa Whaleshares, eran los únicos mudos en la escena. No hacían nada para evitar el tumulto, por otro lado, su presidente sonreía como si guardara un secreto y se movía inquieto esperando el inicio de la función.

Francisco se puso el casco con ayuda del presentador y otros colaboradores ajustaron todos los cables. Un ingeniero a lo lejos les hizo la seña a todos dándoles a conocer que la máquina estaba encendida. El presentador se agachó para darle aviso a Francisco que asintió. Desde lejos nadie percibió como al chico había dejado de temblarle las manos, como maestro de orquesta abrió su libro.

Cuando comenzó con la lectura, en la enorme pantalla blanca se empezaron a proyectar imágenes. Las personas dejaron de gritar y pasaron al mutismo, hicieron lo único que podían hacer cuando veían cosas nuevas y maravillosas, las escenas que se producían ante ellos eran como bellos fuegos artificiales. No sólo eran meras representaciones tenían sonidos, colores y movimiento tan reales como una película común. Las personas ficticias que figuraron jamás habían sido conocidos por el público, se dieron a conocer con sus voces de variados tonos, así fueron pasando de un escenario uno a otro, dando a conocer a la horrible tragedia que se le tramaba a Frederick Stark. Sin embargo, solo había leído seis capítulos cuando cerró el cuaderno, volviendo la pantalla blanco de nuevo. Todo esto había transcurrido exactamente en una hora.

Las personas se quedaron boquiabiertas, entre ellos un niño se le cayó su bebida y un anciano no se dio cuenta que llevaba más de una hora dándole codazos a su mujer. Tardaron un buen rato en volver a la realidad. Finalmente, comenzaron a aplaudir deslumbrados. Cada uno de ellos se sintieron dentro de la película e identificados con el personaje, a tal punto que sintieron su miedo. Todo lo que escucharon y vieron fue como si la hubieran vivido. Algunos espectadores se palparon el corazón que se les aceleraba desbocado de la emoción.

-Esto es un nuevo concepto llamado leerles con la mente- indicó con confianza Francisco, sin levantarse del sillón.

-¡Maravilloso! ¡Espléndido! ¡Grandioso! ¡Magnífico! ¡Espectacular!- exclamaban el tumulto de personas.

En las lejanías en su asiento correspondiente al VIP, el presidente de Whaleshares estrechaba la mano de todos lo que se llegaban hasta él. Aun así, no dejaba de mirar al muchacho y este tampoco a él. Le hizo una seña con las manos para que prosiguiera con lo siguiente.

Temeroso Francisco pidió silencio y asombrosamente todos callaron sentándose nuevamente en sus asientos.

-¿Qué harás ahora para nosotros Francisco? - preguntó el presentador plantándose frente del.

-Lo que se me da mejor y nací para hacer ¡Imaginare!- respondió sonriendo y cerró los ojos.

El presentador se alejó con reverencia, al marcharse la pantalla se llenó de colores. Figuras abstractas llenaron el campo visual de todos, se manifestaron monstruos feroces ante ellos, seres fantásticos de asombrosa belleza, paisajes físicamente imposibles, retazos de escenas de peleas entre dos caballeros medievales, el nacimiento de un niño, el viaje al espacio por medio de la velocidad de la luz. Todas esas imágenes pasaban a una velocidad deslumbrante y dejaron a varios pegados de los asientos, pocas personas llegaron a comer sus palomitas.

-¡Asombroso!– comentó un adolescente, dejando de enviar textos a su novia y centrándose luego de tantos años en lo que ocurría a su alrededor.

Las reproducciones de imágenes se frenaron, se presentó ante ellos un páramo donde algunas montañas flotaban, a su vez compuestos de árboles que poseían serpientes en vez de ramas; se visualizaban dragones sobrevolando los cielos, mares donde piratas combatían a diestra y siniestra haciendo resonar sus cañones. Y más allá, serpientes marinas que salían a la superficie con millones de peces en la boca. Así iba mostrándose el paisaje enseñando un mundo nuevo para la audiencia. El escenario terminó parando en una isla de un tamaño considerable con todo tipo de regiones como nieve en las montañas en la zona sur, lagos en el centro, volcanes en el extremo norte, cañones en el oeste y géiseres en el este. La representación fue amplificándose mostrando toda la fauna que residía en el lugar. Hasta dar con una pequeña aldea habitada por seres humanos organizados por orden jerárquico. Primero el líder, luego el chamán y finalmente la sanadora. Cada uno de esos tres pilares tenía como deber enseñarle a la aldea a cazar, sembrar, hablar con los espíritus y distinguir hierbas medicinales.

Mientras la concurrencia se iba sumergiendo cada vez más, el presidente recordaba las dificultades que tuvo que pasar para mostrarles a cada uno de ellos la magnificencia de la creatividad. Sus científicos tuvieron que hallar la zona del cerebro donde se procesaba los recuerdos que era el hipocampo, encontrar donde se origina la creatividad y ubicar exactamente donde convergen cada uno, ya que cuando los recuerdos o ideas se procesaban en el cerebro, eran mandadas a distintas partes del cerebro, guardadas como medida de seguridad haciéndolas más difíciles situarlas.

Esa gran máquina intercepta esas ideas o recuerdos imaginativos, que transitaban antes de ser almacenadas. Esto también llevó a otro paso, porque ciertamente había que abrir el cráneo e introducir chip en el cerebro. La tecnología fue mejorando, hasta crear esa especie de jaula que atrapaba esas descargas eléctricas que contenían las neuronas, actuando similar a una resonancia magnética, pero les llevó años a sus científicos descifrar la técnica perfecta para poder llevar a cabo este magnífico evento que estaba delante de sus ojos; cuantos años no pasaron para que la imagen fuera nítida y no borrosa, asimismo otros tantos más, para que tuviera sonido. Ciertamente mucho esfuerzo.

Pero el esfuerzo mayor fue cuando probaron la máquina en los humanos. Al parecer la creatividad mermaba entre las personas, fue duro encontrar a Francisco. Llamaron científicos para ver sus mentes, pero lo que se proyectaba eran números, clases pasadas, elementos aprendidos en sus años pasados, todo en códigos. Ni servían para leer un libro, porque todo se veía en números. Eso los llevó a comprender que no todos tenían el don de la lectura, no asimilaban lo que leían. Hicieron venir a los escritores más famosos con sus grandiosos best seller comparados a Ciudades de Papel, lo que terminaron por encontrar eran fracasados de la mente. Sujetos sin una pizca de creatividad. Lo supo luego que vio al chico usar el Iluminador, ese mismo día cambió el nombre del artefacto al ver lo que hacía ese muchacho. Además, el verdadero nombre anterior era muy largo para ser comerciable.

-¡Me siento como si mamá me leyera Papa! – masculló su hijita para sí.

-Quizás desde ahora a todos nos haga falta leer corazón – contestó el presidente, pero su hija se había sumergido a la hipnótica película que tenía ante sí.

“-Lo hice por una apuesta señor, en serio no quería. Solo que mis amigos me retaron a ponérmelo para ver si… así como cuentista también era...-” recordó que esas palabras les había dicho Francisco cuando le interrogó por usar el aparato ni siquiera le entendió en ese momento.

“- ¿Era que muchacho? ¿Dime con toda confianza?” le había dado ánimo, eso no lo olvidaba. Desde ese momento ese chico se volvería su estrella de Belén.

“-Un lee mentes señor, un lee mentes- “farfulló como respuesta.

-Un lee mentes- repitió el presidente alisándose los bigotes para regresar al presente.

Al finalizar su acto la gente se paró para palmotear con ganas, casi lanzándose en pos de Francisco, se sonrojaba hasta ponerse como un tomate. Hizo unas reverencias torpes y se tropezó con su taburete al pararse, por poco también se lleva el casco sino fuera porque lo detuvo uno de los ingenieros.

Este en vez de regañarlo le tendió un papel.

-¿Y esto?– Preguntó Francisco extrañado.

-Fírmemelo mi señor Francisco, disculpe las molestias causadas es para mi hija. Y déjeme decirle que ha estado genial, lo veo lejos mi señor, lejos en la punta del Everest- señaló el ingeniero temblando de la cabeza a los pies.

Ruborizándose aún más el joven firmó el pequeño papel. Quién lo hubiera pensado, él queriéndose convertir en un gran escritor y allí estaba siendo algo trascendental. Sus sueños se habían cumplido y por haber hecho algo con coraje. Por primera en su vida tuvo valentía de hacer algo fuera de los parámetros, concluyendo su aventura en ese lugar con ese millar de personas mirándolo.

-¿Ahora mi querido Francisco? ¿Qué pasará ahora?– Formuló el presentador acercándose.

-Voy a seguir imaginando- contestó con confianza y su voz se hizo retumbar por todo el estadio blanco.