Intruso | Relato emocional
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Eran las 9:25 PM e iba de camino a casa, era algo tarde para que estuviera caminando sola por la calle, pero ¿qué tan probable es que me pasara algo? los jóvenes siempre pensamos que las cosas solo pasan en televisión, por algún motivo nos creemos intocables, y me incluyo en esa frase porque yo también lo hacía o al menos hasta que comencé a notar que un hombre me seguía; intenté cruzar la calle, caminar un poco más rápido o tomar desvíos, y solo pude calmarme cuando ya no le vi tras de mí, desearía haberlo visto escondido tras ese pilar y evitar que me atacara y aunque peleé e intenté zafarme de su agarre con todas mis fuerzas, sus grandes manos me sostenían de tal modo que estuvo a punto de romper mi brazo mientras colocaba un pañuelo en mi nariz mojado con algo... algo que me hizo terminar donde estoy justo ahora.
Desperté hace unos 3 minutos, ¿donde estoy?, toda la adrenalina se ha ido de mi cuerpo y solo pienso en lo indefensa que estoy. Trato de buscar alguna señal que me indique donde estoy pero la habitación no tiene ventanas ni alguna rendija por donde mirar al exterior, ¿qué hora es? no hay luz de sol pero tampoco hay algo que me asegure que sea de noche, simplemente no hay nada en esta habitación, mas que una vieja cama. El terror comienza a invadir todo mi cuerpo, mi cerebro se nubla y no puedo pensar nada solo sé que quiero estar en casa, comienzo a gritar, golpeo las paredes y termino llorando a cántaros en un rincón, esto no puede ser verdad, no me puede haber pasado a mí, quiero irme, no quiero morir, no quiero estar aquí, por favor, auxilio, no sé que hacer, mi cuerpo tiembla y mis ojos no dejan de humedecerse mientras el frío desolador entumece mis dedos que apesar de eso se mueven sin control por mi cara y mi cabello, la frustración y el miedo me pueden y solo sigo gritando. "Necesito que alguien escuche mis súplicas, necesito salir, necesito regresar, por favor." es todo lo que puedo pensar.
Mis gritos han funcionado porque escucho a alguien acercarse a la puerta, pasos fuertes, dominantes y pesados, debería sentir alivio por ser escuchada, pero no. Me siento como una presa enjaulada, "por favor", cierro los ojos tan fuerte mientras en mi mente suplico abrirlos y estar en casa, escucho llaves, mi corazón se acelera, escucho unos 3 pestillos deslizarse, y por último solo escucho el pomo de la puerta y el chirrido cuando esta se abre, ni siquiera puedo atreverme a mirar, no quiero abrir los ojos pero sé que está ahí, sé que está justo frente a mí, ha comenzado a olerme, como si pudiera oler mi miedo pero es algo que disfruta, toca mi cabello y me encojo en mí misma, sigue oliéndome de cerca como si fuera un animal y mis sollozos escapan. "No llores, querida." es lo único que dice y me toma del cabello moviendo mi cabeza de un lado a otro y por último una bofetada que rompe un poco mi labio, puedo sentir el oxido en mi boca, el sabor salado de mi propio sudor y sangre pronto se apoderan de mí, son ellos quienes me susurran cómo terminará esta historia.
Entre lágrimas abro los ojos y lo único que puedo ver es un hombre mucho más alto que yo usando una máscara de conejo, quiero dejar de llorar y pensar una salida pero no puedo, soy la presa, soy la presa y voy a morir. Lo único que logro es huir a un rincón y hacerme ovillo, miro hacia la puerta pero está cerrada, no sé cuando pasó. El señor conejo se acerca a mí y extiende su mano para tocar mis mejillas, su toque es como el frío intenso que corta mis esperanzas, por mi cabeza se asoma la idea de morderle la mano y salir corriendo a ver si puedo salir pero sé que sería en vano y solo me ganaría otra bofetada, quizás hablar, sí, quizás él entienda mi miedo y me deje ir, "Yo... por favor solo qu..." y otra bofetada. Las lágrimas vuelven a mis ojos desesperadamente mientras él solo está parado frente a mí, inmóvil. acerca sus manos que se sienten como cuchillos al alma y toca mi cara para secar mis lágrimas. Baja lentamente sus dedos y acaricia mi cuello, el asco, miedo y repugnancia hacen que no sienta más que una horda de cucarachas pasear por donde sus dedos van, sigue bajando y se detiene en mi camiseta, "Está sucia, quítatela" no, eso nunca, no puedo, no quiero, mi cuerpo sigue temblando, el frío se expande por todo mi cuerpo, "Bien, si tú no lo harás..." no puedo ver su sonrisa pero sé que está ahí mientras me quita la camiseta, trato de resistir, de pelear, de hacer lo que sea, pero nada sirve, sus dedos, tan asquerosos como su sucia voz, tocan mi busto y de inmediato gimoteo y lo empujo aunque no sirva de nada, es como jugar al gato y al ratón en una pequeña caja de metal, un ratón sin salida que será devorado, eso soy.
No he dejado de gritar y llorar, solo quiero volver a casa, pienso en mamá y lo terrible que se sentirá si algo me sucede, su dolor me hace llorar aún más. Mis sollozos y gemidos han cansado al demonio que me mira mientras saca del bolsillo de su pantalón varios pañuelos, el terror me invade hasta calarse en mis huesos y aunque entre lágrimas trato de gritar y pedirle que me deje, él toma un pañuelo y me amordaza, con el otro pañuelo amarra mis muñecas tras la espalda, Sin mi camiseta me siento aún más desprotegida, me obliga a sentarme en una vieja cama que está en el rincón mientras continúa tocando mi cabello y mis claviculas bajando lentamente hasta el brassier que cubre mis senos, la repugnancia de su toque hace que mi estomago se encoja, trato de forcejear pero mi cuerpo está demasiado cansado. Mi cabello empieza a pegarse a mi cara por el sudor y las lágrimas, puedo sentir sus largos y rústicos dedos a través de mi busto, la forma en que manosea cada centímetro de mi piel, siento que me marca con tinta indeleble, sube solo un poco su mascara para sacar su boca y empieza a besar mi hombro bajando a mis senos donde, como el animal que es, me muerde haciéndome gritar, muerde una y otra vez dejando la marca de sus dientes en mí, me siento como basura, basura que es masticada por un animal mitad monstruo, un salvaje en toda regla, mi cuerpo se encoje ante cada movimiento de su lengua en mi piel, la repulsión sale por cada poro de mi cuerpo, intento gritar pero esta estúpida mordaza no me lo permite y aunque me lo permitiese mi garganta ya está demasiado adolorida.
El infierno se hizo pequeño en el instante que bajó sus manos a mis caderas y comenzó a quitar mis jeans del camino... el mundo era tan grande, las probabilidades tan cortas, y aún así, ahí estaba yo con un maldito cerdo encima de mí. Sus manos se sienten como llama ardiente que quema mi piel, como hielo cortante, como cuchillo oxidado que se hunde hasta mis huesos. En la habitación solo se oyen mis sollozos y sus risas. Luego de mi pantalón va mi ropa interior, el brassier solo lo rompió, y por fin me tenía como él quería; desnuda, débil, desprotegida y llena de miedo. Sus manos vagan por todo mi frágil cuerpo, sus dedos dejan un invisible rastro de odio y repugnancia en mi piel, sus manos llegan a mis piernas y las acaricia como si nunca hubiera visto otras iguales, las lame, las besa, las muerde, llena mis piernas de su asquerosa saliva... baja un poco más hasta llegar a mis pies descalzos y los mete a su boca, empapa todo mi pie de su saliva, puedo sentir sus dientes, sus muelas, su lengua, cada cosa peor que la otra. Repite el proceso con mi otro pie dejándome llena de su saliva y sube acariciando nuevamente mis piernas deteniéndose justo en mis caderas donde aprieta sus manos a mí hasta dejarme marcada, me aruña hasta llegar a mi entrepierna, el asco ya no cabe en mí, el odio mucho menos y el miedo ya ha emigrado a todo a nuestro alrededor, jamás había tenido tanto miedo, jamás había odiado tanto.
Pronto ya tenía sus dedos haciendo camino dentro de mí, no podía parar de llorar, dolía, dolía desde dentro de mi alma, trataba de juntar mis piernas pero sus manos no me dejaban. El salvaje animal se llenaba de placer solo con ver mi cara de dolor y miedo, continúa insertando cada dedo dentro de mí riéndose hasta que mete a la fuerza todo su puño, me quedo sin aliento, no puedo gritar, ni siquiera respirar, las lágrimas se amontonan, mi cabeza está a punto de estallar y creo que estoy sangrando pero no puedo atreverme a mirar. "¿Estás aquí? ¿qué son esos ruidos?", esperanza, mis oídos se han llenado de esperanza con esa voz desconocida que viene del pasillo tras la puerta y comienzo a gimotear y sollozar lo más fuerte que puedo, escucho pasos acercándose, "¿Qué clase de idiota eres?, esto seguro ha de ser una broma." exclama la voz de afuera, sigo sollozando aún más fuerte hasta que el Hombre conejo me habla directo al oído "¿Crees que estás a salvo aquí? ¿en serio crees que saldrás viva después de todo lo que te haré? sigue soñando." trato de mantener la esperanza mientras escucho llaves al otro lado de la puerta, mi corazón quiere saltar, por fin saldré, el dolor sigue ahí, palpitante, pero ya podré ir a casa. Las llaves se detienen y la puerta empieza a abrirse de a poco.
Desde la penumbra veo salir una sombra masculina que poco a poco se aclara, espero ver el uniforme de algún policía o quizás solo sea un vecino que escuchó algo, no importa lo que sea, podré salir. Mi corazón se detiene junto a mi respiración cuando mis ojos logran distinguir lo que veo, ahí junto a la puerta se encuentra un hombre alto... con una máscara de caballo.
"¿La has traído sin avisarme? ¿querías tenerla sin mí, idiota?" le dijo al Hombre conejo de un modo excesivamente dominante, luego se dirigió a mí y en un susurro dijo "Tranquila, pequeña, nunca te dejaremos salir..." y ahí supe que ese día el infierno abría sus puertas para mí.
Según la Organización de las Naciones Unidas, el 35% de las mujeres fueron o son víctimas de violación, estos solo son los casos que la policía conoce, pero allá afuera, en las calles, hay mujeres, niñas e incluso hombre que callan, por vergüenza, miedo o lo que sea.
El mundo va en la dirección equivocada.
Los separadores son extractos de la imagen de portada.
Gracias por compartir tu contenido con la comunidad de El Arca (@elarca), el mismo ha sido votado por nuestra iniciativa de curación artística @stellae.
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Excelente relato.
Mi estimada amiga @melaniesaray tu relato atrapa, te comento que es angustiante leerlo, de hasta impotencia leer la situación en la cual describes al personaje.
Que odio hacia esos desgenerados, merecen el mayor castigo posible.
Saludos y mucho éxito.
Estoy en contra de toda la barbarie que ocurre diariamente en todo el mundo. Del abuso de la fuerza bruta, de los psicópatas y depravados de la ciudad, basta de tanta violencia. Tu relato transmite tristeza e injusticia. Me gustó mucho. Tienes un nuevo seguidor aquí y también en Whaleshare! Gracias por publicar