Reflexiones verticales
Su deber es proteger.
Sus vidas dependen de la obediencia, de mantenerse unidos.
Confiar en sus superiores es fundamental, confiar en los objetivos que plantean, en las tácticas y estrategias que emplean.
Saben que para mantener la eficacia como unidad no se debe dudar ni un instante, no se debe pensar ni mucho menos criticar, aunque sea no hasta convertirse en uno de esos superiores, hasta tener alguien bajo su mando. Saben que es fundamental obedecer para ascender y que: Mientras mayor sea tu rango más vas a poder pensar y decidir pues tendrás mejor preparación y más información para formar un criterio.
Todo eso piensa cada quien cada vez que les dan de esas órdenes de moral cuestionable, de esas órdenes que gente ajena a su mundo critica por parecer inhumanas (pues no ven que hay que hacer sacrificios menores por el bien mayor), de esas órdenes que permiten calmar pasiones y destruir esperanzas, de esas órdenes que se han vuelto tan comunes desde que están en alerta máxima; y es que, según dicen sus superiores, han estado en asedio sutil desde hace mucho tiempo pero ahora el ataque se ha intensificado, se ha vuelto frontal, azuzado por un tercero.
Les dicen: Deben guarecerse; les ordenaron censurar muchas de las puertas y ventanas del lugar y las que no: han de mantenerse bajo fuerte vigilancia. Deben asegurar que permanezcan así.
Ven cómo se erige una construcción hostil demasiado cerca de sus dominios, ven que mantiene abierta puertas y ventanas en supuesta señal de paz, ven cómo muchos de su grupo se refugian en ella. No entiende por qué no la atacan y la acaban; no intentan entender, prefieren no pensar.
Pero igual no pueden evitar sentir ansias, quieren destruir aquella construcción extraña, quieren que todo siga igual,
mero instinto conservador.