Una lectura poco convencional de Don Quijote
Spoiler alert: Si no has leído Don Quijote de la Mancha te recomiendo no leer este post, pues no sería la manera adecuada de conocer el final de la historia. Si a pesar de esta advertencia quieres seguir leyendo, puedes hacerlo bajo tu propio riesgo.
Si han leído la novela sabrán que a pesar de su extensión y su lenguaje, que resulta un poco difícil de comprender, se trata de una historia muy entretenida y llena de historias secundarias que enriquecen la narración. Algunos consideran que este es el mejor libro del mundo, otros no están de acuerdo con esta afirmación, pero casi todos podemos coincidir en que es una gran lectura.
Sin embargo, debo confesar que al terminar de leer el libro quedé un poco decepcionada (aquí viene el spoiler), pues al final, después de tantas aventuras y de haber defendido a capa y espada -literalmete- sus ideales, Don Quijote acepta su locura en su lecho de muerte. Y no solo eso, sino que rechaza todo a lo que antes se aferraba con tanto ímpetu.
Después de terminar de leer el libro estuve varios días (muchos días) pensando en una posible explicación para esto, pues aún no podía concebir que Don Quijote -o más bien Alonso Quijano- hubiese renunciado así como así a sus ideales. Sí, es verdad que ya estaba al borde de la muerte y había hecho cuanto quiso, pero aun así esto me resultaba difícil de asimilar. Así que finalmente llegué a una conclusión que me dejó un poco tranquila. La planteé más o menos de la siguiente manera:
Nuestro personaje decidió morir como Alonso Quijano y no como Don Quijote por la sencilla razón de que Don Quijote es un ideal, y los ideales nunca mueren.
¡Y listo! De esta manera se resolvió mi duda existencial. Pero luego relacioné esto -de alguna extraña manera- con Cristo. Sí, con Cristo. Quizás te preguntarás qué tiene que ver Don Quijote con Cristo, y no te culpo, pero permíteme explicarte lo que se me ocurrió al respecto a través de un versículo bíblico:
Debido a que los hijos de Dios son seres humanos —hechos de carne y sangre— el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues solo como ser humano podía morir y solo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía el poder sobre la muerte.
Hebreos 2:14 (NTV)
¿Ahora me entiendes? Así como nuestro caballero debía morir como Alonso Quijano, un simple hombre y no un ideal, Cristo solo podía morir como ser humano, no como Dios, por supuesto. De manera que por eso se hizo hombre, vivió entre nosotros y cumplió su misión, que era morir por toda la humanidad.
El siguiente versículo dice que "únicamente de esa manera el Hijo podía libertar a todos los que vivían esclavizados por temor a la muerte". Para lograrlo tuvo que dejar su posición de Dios para vivir como un simple ser humano y morir como el peor de los criminales. El apostol Pablo lo explica mucho mejor que yo:
Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales.
Filipenses 2:6-8 (NTV)
Estos versículos SIEMPRE me impactan. ¿Quién estaría dispuesto a dejar los privilegios divinos por venir al mundo a morir por una humanidad que no lo merece? Solo un Dios lleno de amor por su creación estaría dispuesto a hacerlo. Y, por supuesto, Cristo debió haber mantenido siempre clara cuál era su misión principal: morir por nosotros para liberarnos del pecado y la muerte.
Asimismo, Don Quijote tenía clara su misión, que era revivir ese ideal de la Edad de Oro que se había perdido. Y, personalmente, considero que lo logró. Al final todo el mundo a su alrededor terminó siendo quijotizado. Si él moría como Don Quijote lo más probable era que ese ideal también muriera con él, por eso decidió morir como Alonso Quijano -el bueno- y dejar que ese ideal se mantuviera vivo para todos los demás.
Estas cosas solo pueden ser hechas por hombres y mujeres con ideales y una misión clara. Los seguidores de Cristo también podemos seguir su ejemplo y entregar nuestra vida por algo mayor, por hacer realidad el sueño de Dios para la humanidad. La pregunta cada día es: